Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 20 de agosto de 2011

¿QUÉ HACEMOS EN INVIERNO...?

Cuando vemos llegar una estación nueva todo nos habla de otro tiempo, de otra forma de preparar el día a día, de otra manera de movernos, relacionarnos e instalarnos en el tiempo. Cada etapa climatológica marca también una nueva forma de vestirnos, por dentro y por fuera. Por mucho calor que tengamos ahora…el invierno llega y lo hace para quedarse largo rato y ponernos a prueba. Nos  examina en nuestra capacidad de superar el aburrimiento, la tristeza y la apatía. Hay que saber gestionar el ocio de forma creativa. La clave para entender muchos males es el aburrimiento. Un tedio infernal que nos lleva a desatar las tempestades del alma al darse cuenta de que nada les impide campar a sus anchas.
La juventud, sobre todo, debe saber qué hacer en su tiempo libre, pero también la edad adulta debe tener tiempo libre inteligente y cono no, la tercera edad en la cual es ese el aspecto dominante. Cualquiera de nosotros necesitamos actividades motivadoras que nos empeñen y obliguen a sentirnos útiles y a disfrutar del tiempo muerto.  Cuando tenemos un objetivo y nos entregamos a alguna actividad que nos ayude a crecer en algún aspecto de nuestra personalidad, todo cambia. Pero no sólo el tránsito de una estación a otra nos coloca en posicione diferentes a las rutinas del tiempo presente, también el otoño y el invierno de la vida de cada cual responderá según hayamos o no, sabido gestionar nuestro tiempo libre. Lo peor  que podemos hacer es diluirnos en la inactividad, dejarnos colgados de la apatía, con la mirada perdida en la nada y llenos de recuerdos amargos que revolotean sobre nosotros, una y otra vez, para reducirnos a culpabilidades y rencores.
La acción es el antídoto sobre el tiempo vacío. Haz, haz, haz. Haz lo que te guste. Busca lo que te motive. Implícate en aquello que siempre quisiste hacer. Atrévete a sentirte bien. Seamos inteligentes con nosotros. Démonos una oportunidad. El resto de lo que buscamos, llega solo.

viernes, 19 de agosto de 2011

NUEVOS RETOS


No se trata de una cualidad, sino de una actitud. Me refiero a las imperiosas ganas de hacer algo nuevo, de renovarnos para seguir con ilusión y enfrentar nuevos retos que seguramente nos medirán con nosotros mismos en lo que a fortaleza y voluntad se refiere. Cuanto más complejo, difícil y distante veamos el objetivo que nos proponemos mayor satisfacción según vamos consiguiéndolo. Trabajar en algo que nos cueste esfuerzo y hacerlo día a día, paso a paso, supone sin duda el mejor antídoto contra la rutina y la depresión. Comprobar que avanzamos, poco a poco, en ese arduo camino de la conquista de lo que nos proponemos aleja fantasmas y diablos que nos acompañan a veces, demasiado cerca. El empeño puesto en algo que supone un reto importante para nosotros, sea cual sea, nos impulsa hacia delante, nos da valor frente a nosotros mismos y nos hace capaces de creer que podremos con aquello que nos propongamos con solo la voluntad de intentarlo.
Sin embargo, cuando la trayectoria ha sido larga y el esfuerzo continuado e intenso, algo sucede al conseguir lo que nos planteamos inicialmente. Es u n proceso semejante al del síndrome de Estocolmo. Uno se acostumbra hasta las dificultades y más tarde, libres de ellas, nos parece que se instala un vacío permanente que solo podrá llenarse con objetivos nuevos por cumplir. De este modo, tejemos una espiral de empeños en los que no nos queda tiempo para lamentarnos de otros males que en ocasiones toman dimensiones descomunales por darles demasiada atención.
Es importante tener siempre nuevos retos en nuestra vida para vislumbrar un horizonte de compromiso con aquello que nos gusta, nos conviene o nos hace más felices. Probemos a pensar en el nuevo reto que queremos conseguir a corto plazo y pongámonos a planificarlo. Demos el primer paso del camino…aunque queden muchos por dar, habremos iniciado el sendero de la conquista siempre contando uno menos. La satisfacción final y la estima propia que desprenderemos hacia nosotros es tan fuerte que por sí sola es ya la recompensa.

martes, 16 de agosto de 2011

CUALIDADES VI: Paciencia

La última cualidad que a la que podemos aspirar es la paciencia. Es tan importante para el equilibrio interior que he optado por hablar de ella al final cerrando el ciclo que iniciamos con la resilencia. Va unida a ella y se apoyan mutuamente. No seremos capaces de resistir las dificultades sin paciencia, como no podremos remontar nuestros fracasos, los errores y todos los sinsabores que nos llegan…sin ella.
No se trata de adoptar una actitud pasiva en la que todo parezca que nos da igual. Tampoco de la resignación servil a las circunstancias. Consiste en disponer el ánima en paz mediante la aceptación de las dificultades como parte de la vida misma y sobre todo, eliminar de nosotros esa soberbia ególatra en la que creemos que nunca debe sucedernos nada desagradable ni hostil, por lo que de plano nos rebelamos contra el dolor, aumentándolo.
Es preciso tener paciencia. Esperar que todo cambie…porque cambiará…quedarnos con el espíritu en calma, aceptando que también puede pasarnos a nosotros, buceando en las soluciones y respetando los tiempos y espacios que nos exige la nueva situación. De nada vale el pataleo. Ni siquiera supone, a veces, un desahogo. La rabia nos inyecta un veneno que no podemos manejar y nos invalida para alcanzar la lucidez que necesitamos en las ocasiones difíciles. Es mejor pararse y reflexionar. Calmarse y meditar. Pero sobre todo, hay que tener la suficiente templanza como para esperar. Nada es igual al día siguiente, a la semana siguiente, al mes siguiente…el tiempo tiene la extraña potestad de transformarlo todo actuando en nuestro favor. Las sensaciones, sentimientos y emociones que nos asolan en el momento de la desgracia, deben sosegarse y solamente el tiempo lo consigue. La vida es una carrera de fondo, nunca una etapa. Solamente hay que esperar. Esperar a que nuestra mirada nos devuelva una imagen mejor del panorama que nos asola.

lunes, 15 de agosto de 2011

Cualidades V: Fuerza Interior

La clave del éxito personal en la vida reside en la Fuerza Interior de la que dispongamos. Creer en nosotros. Tener la plena seguridad en que nadie puede ocuparse mejor de lo que nos sucede, de nadie vamos a estar tan seguros, con nadie podremos tener tanta sinceridad y confianza. Sentir que nuestra voluntad, nuestras ganas y nuestra esperanza se dan cita en nuestro interior para lograr lo que nos propongamos. Reconocer que nos han enseñado mucho y que hemos aprendido más aún. Y comprender que si esa enseñanza está dentro solamente debemos acudir a ella para que nos ayude. ¿Cómo?...haciéndonos preguntas a nosotros mismos que serán respondidas. Se trata de evaluar las posibilidades de los problemas, analizar lo positivo y negativo que vemos en cada situación y preguntarnos por el camino a seguir. Las respuestas llegan. Las señales aparecen. No hace falta forzar nada, al contrario. Es necesario soltar prejuicios y esperar la voz interior que con seguridad te dirá lo que debes hacer. A veces la respuesta no es inmediata. No importa. Solamente debemos esperar y aparece en forma de intuición, de fuerte corazonada que nos despeja el camino, de sabiduría interna que aclara el panorama.
Recurrir a la fuerza interior es reconocerla, sentirla y vivirla. Cuando uno se siente fuerte, confía en sus posibilidades infinitas y no duda de que el resultado será favorable sea cual sea. Porque no olvidemos que aunque parezca momentáneamente contario a nuestros intereses…puede ser positivo en un futuro cercano. Todo es relativo. Lo único seguro es nuestra confianza en nosotros y la convicción de que lo que nos sucede no pasa porque sí. Todo tiene sentido en el plan de vida que protagonizamos. Por eso, estemos seguros de que nuestra fuerza interior sabe caminar entre las dificultades y es capaz de sintonizar con las soluciones.

 

domingo, 14 de agosto de 2011

Cualidades IV: Empatía y Compasión

Estas dos cualidades han de ir juntas. Posiblemente sean las más importantes con respecto a nuestra convivencia con los demás y a la disposición del camino idóneo para crear un ambiente de relaciones sano y constructivo. Educativamente, deberían ser actitudes que se ejercitasen en la escuela desde la infancia. En ello puede estar la clave para llegar a evolucionar como especie inteligente responsable de un mundo mejor. Las generaciones venideras que tomarán las riendas de la sociedad y el destino histórico del ser humano, deben derrochar empatía y compasión por los demás. No puede ser de otro modo si hemos aprendido algo a lo largo de nuestra dilatada y compleja evolución.
Ambas cualidades deben darse unidas. Si logramos ser empáticos, si de verdad nos duele lo que le sucede al otro, su malestar, su aflicción, su falta de fe, su escasez de amor, sus temores, sus frustraciones…entonces no podemos echar sobre él el veneno con el que responderíamos cuando la otra persona hace algo que no nos gusta o es de una manera que rechazamos. Hemos de comprender profundamente lo que siente y de este modo, será muy fácil comprenderlo y tender un puente de entendimiento y afecto hacia él. La compasión debe ser entendida como el sentimiento de amor y entrega más puro para con los demás. No se trata de sentir pena. No cabe la lástima que toma distancia para hacernos sentir superiores. No podemos posicionarnos en una tribuna para ayudar desde las alturas. Hay que bajarse al terreno del que sufre. Hemos de mancharnos con su barro si queremos tomar su mano para que se sienta seguro y sobre todo, amado. A veces, ni siquiera es necesario hacer nada más. Basta con que la persona que sufre se sienta escuchada, comprendida y querida para que por sí misma tome el vuelo necesario y despegue de su situación. Es muy sencillo amar pero solo se consigue, amando. Es muy fácil ayudar pero solo se logra, ayudando.
El corazón es el punto de partida. La mente llega después. Ninguna recompensa es mayor que la sensación de haber contribuido a que otra persona salga de sus miserias, tenga esperanza y recupere la capacidad infinita de amar sin límites.