Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 22 de octubre de 2011

ACUMULANDO EXCESOS

Tendemos a ser excesivos. Lo malo es que los excesos nunca se decantan por lo mejor y caemos en conductas, apetencias o elecciones que suelen perjudicarnos más que otra cosa. Retenemos angustias y problemas y no eliminamos lo que nos envenena por celo de retenerlo todo y no dejar ir lo que no conviene. Todo nos viene bien. Somos glotones de la mala leche, los enfados y la intransigencia. Nos conformamos con poco cuando somos nosotros lo que debemos poner en la balanza el afecto y la ternura pero exigimos demasiado cuando son otros los que deben regalárnoslo. Porque nada de eso se da. Solamente se regala, así …desinteresada, libre y espontáneamente. De otro modo no vale.
Por acumular, nos llevamos dentro toda la ira que se desencadena cuando algo no marcha a nuestro gusto y echamos el cerrojo de la compasión por no tener que torcer nuestro brazo y admitir los errores. Si nos analizamos, descubrimos con rapidez los puntos negros de nuestra particular carretera. Pero no sirve con señalizarlos, hemos de empeñarnos en cubrir los baches, en allanar asperezas y en dulcificar el carácter.
Mucha gente confunde temperamento con carácter y exime sus culpas achacándolas al genio de su figura, portado desde el nacimiento, como si de un estigma se tratase, que no pudiese evadir. Efectivamente nacemos con unos rasgos temperamentales definidos por la genética y los modelos externos de los que nos impregnamos desde que llegamos a este mundo. Pero poco a poco, de ese temperamento generalizado arranca el modelado de nuestra particular forma de responder ante las dificultades, los problemas, las alegrías y las penas. Un lastre que se pega a nosotros y nos define de por vida si no ponemos empeño en darle la forma conveniente.
Adelgacemos el cajón del “qué más da” y “del todo vale”. Abramos el arcón de las intenciones y saquemos de una en una. Poco a poco…hasta que renovemos la decoración de nuestro precioso templo interior. Merece la pena comenzar el invierno con una bata de ternura que nos abrace y unas zapatilla hechas de sueños que nos lleven lejos…muy lejos…aunque estemos sentados en nuestro sillón.

viernes, 21 de octubre de 2011

DIETA DE LA FELICIDAD

Estamos empeñados en hacer dietas para encontrarnos mejor. Para ser más. Más guapos, más delgados, más atractivos, más sugerentes, más ligados a la moda, más y más y más…Dietas que van dirigidas al cuerpo, que adelgazan la impotencia y que estrechan los complejos. Y están bien en cuanto nos permiten estar más a gusto con nosotros mismos, en una imagen más acomodada a nuestros deseos y con un aspecto más afín a lo que anhelamos. Sin embargo, ninguna dieta comprime los prejuicios, las inseguridades, los miedos, ni los fantasmas de la mente. Por eso, deberíamos inventar una dieta para el alma. Un régimen que fuese dirigido, expresamente, al núcleo de nuestros pesares. Qué tuviese como misión arrojar a la basura lo que nos inmoviliza y nos sitúa al margen de la acción. Un ayuno de la soberbia, el orgullo, la timidez, la baja autoestima y la tontería. Porque muchos de nosotros bebemos al día grandes dosis de estupidez y creemos con ello que mejoramos nuestro carácter y nuestra forma de relacionarnos con el resto, cuando lo que hacemos es convertirnos es idiotas de profesión, reconociéndonos más que nadie y el centro del mundo. Adelgazar el ego es otra fase del régimen de la felicidad que nos asegurará un perfecto estado digno de todas las bondades.
Ser feliz es una obligación a la vez que una elección. Y cuando uno es feliz…se nota, se transpira, se proyecta, se inunda. Esa sería la primera profesión que deberíamos tener. Profesionales de la felicidad, expertos en alegría, ingenieros de la autoestima, peritos de los sueños y doctores de la esperanza. Todos estos masters están al alcance de cualquiera. No tenemos que aprenderlo, es una cuestión de actitud ante la vida y sus experiencias. Se trata de unos cursos que nadie dirige, de una universidad que llevamos dentro, de una carrera que organizamos nosotros con nuestro particular carisma. Por eso, la felicidad debe convertirse en la mejor dieta. La que asegura el bienestar del alma que, sin duda, es la garantía de la belleza de nuestro rostro y de la dulzura de nuestra sonrisa. La dieta más sencilla, más económica y más rentable. La que sin pasar hambre nos garantizará una imagen que atraerá más que ningún cuerpo modelado por la dictadura de la abstinencia.
         No hay consignas, ni trucos, ni listados de alimentos permitidos y no permitidos. Todo es posible, todo disponible, todo comestible si se trata de ingerir la ilusión, la alegría y el bienestar que da estar en paz con uno mismo desde que nos levantamos. ¿Lo intentamos juntos?.

miércoles, 19 de octubre de 2011

AL MEJOR POSTOR

A veces, uno vende el alma al mejor postor…o al peor. No importa… con tal de que alguien la compre, se la quede y le acompañe. La soledad es tirana y nos arroja, con demasiada frecuencia, en brazos de quienes no deben poseernos. Pero estamos ciegos de necesidad y no vemos los abismos bajo nuestros pies. Caminamos hacia delante, siempre erguidos, creyendo que la mano que se nos tiende es la única que está para tirar de nosotros y hacernos avanzar. Imploramos que nos prendan con alfileres a su alma y desde allí, nos arrastramos siguiendo una sombra que nunca nos da luz. A veces, pasamos así mucho tiempo. Años enteros de nuestra vida implorando migajas de ternura que nunca llegan. Comiendo las sobras de otros y creyendo que es el único alimento del que somos merecedores. Tal vez el problema radica ahí. En la creencia de lo que nos corresponde por derecho natural y lo que no creemos merecer por historia vital. La baja autoestima, a la que se llega en la mayoría de las ocasiones, de la mano de otros, hace todo lo demás. Aparece una vocecilla en el interior que se empeña en adoctrinarnos sobre lo que nos merecemos y lo que no, cuando realmente, lo que es para nosotros lo será por siempre. Solamente debemos abrir los ojos y mirarnos dentro. Puede que no nos hayamos portado de la mejor manera, puede que hayamos cometido errores y que estos hayan hecho sufrir a gente, puede que hayamos sido egocéntricos, narcisistas y engreídos. Puede incluso, que nos sintamos despreciables por haber logrado, de maneras poco legales, el bienestar y el rango del que disfrutamos…puede que hayamos sido lo peor. Pero basta con la intención comprometida de abandonar el antiguo camino y comenzar otra andadura. Basta con que nos perdonemos a nosotros mismos y logremos reconciliarnos con nuestro juez, basta con que dejemos de sentirnos culpables y alcancemos la firme decisión de terminar con el mal tratador que llevamos dentro para que el milagro se opere. Un solo instante de arrepentimiento, de claridad en el juicio sumarísimo contra nosotros mismos para darnos cuenta de lo valiosos que somos…y nos entregaremos al arriesgado oficio diario de ser mejores y mejorar nuestro entorno. Entonces, nos sentiremos también merecedores del cariño que nos falta o nos faltó en su momento y no tendremos necesidad de vengar, ni vengarnos de nadie. Creyendo que merecemos lo mejor, nos llegará lo mejor. Sin duda.

martes, 18 de octubre de 2011

DESAYUNANDO SOBERBIA

Es absolutamente increíble la soberbia con la que se levantan algunas personas. La tienen tan integrada en su conducta que todo se convierte en ego desde la noche a la mañana. Son gente que se cree importante por tener y no por ser. Lo que les rodea les pertenece, se sienten dueños y señores de lo propio y de lo ajeno. Nadie parece tener derecho a la vida que ellos viven por pertenecerles, de forma permanente, el poder y la gloria del mando continuo. Nadie a su alrededor tiene razón apoyados en una verdad que la retienen como única y propia a merced de sus criterios. Nadie es apto para nada a no ser que sean ellos quienes dirijan a los pobres ignorantes cuya misión no es otra que la obediencia. Se convierten en pequeños dioses terrenales a los que hay que venerar de forma continua o tendremos el peligro de ser remitidos al ostracismo. No soportan la inteligencia ni el razonamiento a su lado y a lo que no llegan por la lógica, lo alcanzan por la fuerza. Personas con muy poca tolerancia a la frustración; capaces de llegar a la cólera más enfurecida ante el mínimo desajuste que les cambie de lugar. En el fondo, seres faltos de autoestima verdadera y equilibrio interior. Atormentados con la opinión de los demás, que siempre pretenden de veneración para su persona. Tímidos e impotentes de carácter  que se amedrantan ante quienes se sienten seguros y capaces de hacerles frente sin miedo. El sosiego, la calma y la tolerancia les golpean dolorosamente. No soportan que se les lleven la contraria y renuncian inmediatamente al diálogo en función de la tiranía de la fuerza y la imposición.
Seres que en definitiva dan pena. Una pena profunda y desesperada ante la soledad de su dictadura. Soberbios, soberanos de su orgullo y esclavos de su falta de recursos para alcanzar  una autoestima suficiente que les rescate de su prisión. Instalados en su alcázar  vigilan, incansables desde su torre, la amenaza continua que intuyen en quienes les rodean. Siempre alerta, siempre dispuestos para la lucha y siempre cadáveres de su estrategia.
Lástima que no sean capaces de ver la vida y a sus hermosas criaturas  tras su armadura oxidada, imposible de quitar.

lunes, 17 de octubre de 2011

La tirania de la debilidad


Hay personas que se empeñan en demostrar debilidad y hasta creérsela. Se trata de no hacerse cargo de responsabilidades y buscan que les compadezcan eximiéndoles de lo que les correspondería hacer. Se presentan indefensas, incapaces de resistir las dificultades, sometidas a los vaivenes de las desgracias, abandonadas a la suerte de cada día. El resto de los que viven a su lado se sienten, a su vez, obligados a defender a estas personas sutiles, frágiles e impedidas para la lucha. Se empeñan en no ser capaces de poder con la vida y como si se tratase de un depredador, se acoplan a quienes sienten pena por ellos. Estas personas protegen su debilidad porque en ella está su pasaporte a ese bienestar confuso en el que la comodidad da paso a la dejación. Estas situaciones tienden a cambiar las posiciones entre los que se implican. Poco a poco, el defensor del débil para a ser el sometido y comienza a sufrir esta tiranía como presa. El débil no abandona su postura porque le crea una situación de dominio en la que se siente fuerte. Dráculas de los afectos que distorsionan las emociones de tal forma que estrangulan a quienes tienden su mano para apoyar con su ayuda. Los débiles terminan mostrando su fortaleza cuando el que ayuda no puede más. Entonces, una vez que ha comprobado su poder de convicción, su  capacidad de lograr la voluntad y la lástima del que se apiada o su aptitud para la persuasión…es capaz de levantar la cabeza, sonreír y marcharse en silencio regalándonos el mensaje de que se sienten infelices cuando nadie responde a su llamado, pero que saben muy bien elegir a sus colaboradores y despedirse de ellos cuando ya no cumplen su función.
Todos conocemos gente así. Yo aún tengo una mirada clavada en mis ojos, de una aparente víctima de la debilidad que nos tiranizó a muchas personas. Le dejo mi gratitud porque de ello he aprendido mucho. Lástima que esta persona siga siendo depredadora de nuevas víctimas. Tal vez…algún día…ella también aprenda. Esa esperanza me compensa.

domingo, 16 de octubre de 2011

LOS CINCO PILARES

Lo dijo al dejar uno de los cargos más importantes del mundo; no importa quién, sino qué quiso transmitirnos y sobre todo, la intención de que reflexionásemos a cerca de la prioridades que damos en nuestra vida a los pilares de nuestro comportamiento.
"Imagina la vida como un juego en el que estás malabareando cinco pelotas en el aire. Estas son: -
Tu Trabajo,- Tu Familia,- Tu Salud,- Tus Amigos y – Tu Vida Espiritual… y tú las mantienes todas éstas en el aire.
Pronto te darás cuenta que el Trabajo es como una pelota de goma. Si la dejas caer, rebotará y regresará. Pero las otras cuatro pelotas: Familia, Salud, Amigos y Espíritu son frágiles, como de cristal. Si dejas caer una de estas, irrevocablemente saldrá astillada, marcada, mellada, dañada e incluso rota. Nunca volverá a ser lo mismo. Debes entender esto: apreciar y esforzarte por conseguir y cuidar lo más valioso.
Trabaja eficientemente el horario regular de oficina y deja el trabajo a tiempo.
Dale el tiempo requerido a tu familia y a tus amigos.
Haz ejercicio, come y descansa adecuadamente.
Y sobre todo…..crece en vida interior, en lo espiritual, que es lo más trascendental, porque es eterno.
Efectivamente, solemos vivir centrados en el trabajo, nos guste o no. Ocupa la mayor parte del tiempo dedicado a él y la mayor parte del tiempo que no estamos en él. Pero el trabajo no puede anular el resto de prioridades. Descuidamos la familia porque creemos que siempre está y estará en el mismo lugar y con los mismos sentimientos. Nos equivocamos. En el mundo afectivo no hay que dar nada por seguro. Desafortunadamente, en las familias es donde se da el mayor índice de desgracias patrocinadas por el desamor, los celos, las envidias y los rencores. No podemos dejar que mueran o se envenenen las relaciones ahí porque es el origen de la vida, nuestro reducto último,  nuestro refugio seguro.
Ni que decir tiene la salud, a la que cuidamos muy poco creyendo igualmente que se mantiene sola. Hoy en día hay una cultura saludable en cuanto a la alimentación y el ejercicio. En la mente de todos está lo que debemos comer o la actividad física que debemos tener pero poco se relaciona con la salud, las emociones que sufrimos, el desasosiego, la incertidumbre, el miedo, la angustia…ese otro mundo espiritual que debemos cuidar por el bien de nuestro tempo corporal.
Los amigos son igualmente, imprescindibles. Son el aliento de los momentos difíciles o la alegría de los maravillosos. Debemos cuidarlos con esmero.
Nada se mantiene solo. Hay que esforzarse en las relaciones. Hay que mimar los afectos, sin esperar nada concreto a cambio. No es necesario porque llegará sin que se pida.
Ser felices, amar incondicional y libremente y cuidar la salud del alma nos llevará a disponer de un banco de recursos afectivos inagotable que emplearemos en la inversión que mejor podemos hacer: nosotros mismos y por expansión, todo aquello sobre lo que nos proyectamos.
Feliz domingo.