Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 30 de diciembre de 2012

EL ÚLTIMO DÍA DEL AÑO

Aludir a algo como lo último nos deja un sabor raro en el paladar de las emociones. Decir adiós no es fácil porque aunque a lo que despedimos le hayamos entregado lágrimas, más que risas, se ha quedado con algo nuestro, con parte de nuestra historia sea ésta como sea.
Despedir algo equivale a saludar a lo que llega. Sin embargo, la esperanza que se queda cuando cerremos la puerta del año que termina, no podremos recuperarla porque pertenece a lo que se va.
 Tenemos que renovar los deseos, confiar en lo que está por descubrirse y estar seguros de que entre las sorpresas que ha de traernos también habrá empeños nuevos, ilusiones renovadas y hasta una pizca mas voluntad por nuestra parte para ser felices.
Si fuésemos capaces de mirar por encima de las circunstancias y ver que el camino, por largo que sea, siempre resulta corto, podríamos iniciar un nuevo tiempo con una manera distinta de presentarnos en el mundo y sus cosas.
Comenzaríamos por eliminar, de la pesada carga que llevamos siempre a nuestros hombros, aquello que nos hace daño y sin embargo ya no tiene sentido en el presente que vivimos. Continuaríamos por abrir el corazón para tender puentes de entendimiento con los demás, relativizar lo que nos molesta y obviar las críticas gratuitas. Deberíamos dejar de pensar en lo que otros piensan de nosotros y buscar desesperadamente aquello que nos hace felices por insignificante que nos parezca.
Amar más a los nuestros y expresarlo mejor. Acercarnos a los que sufren por si podemos aliviar en algo su dolor y sobre todo dejar el corazón blandito por si otro corazón quiere descansar en él y nos pide cobijo.
Acabar el año supone un balance necesario para advertir qué pudimos hacer mejor, en qué nos equivocamos o en qué fue en lo que consciente o inconscientemente causamos como daño a otros.
Comenzar el año supone un ejercicio, también, de voluntad enconada por superarnos; de ilusión por abrazar la felicidad que nos llegue o la que hemos de buscar; por gozar plenamente de la vida que aún tenemos y cuya expresión más maravillosa somos nosotros mismos y todo aquello a lo que amamos.
¡!Feliz 2013!!

DOMINGOS LITERARIOS

TU MANO SOBRE LA MÍA

Nada es igual a sentir tu mano sobre la mía, a gozar del palpitar callado del fluir de tu sangre sobre mi piel. Es la vida misma la que juega y brinca en mi palma, la caricia desnuda que se acurruca sobre su regazo con ese suave roce que percibo cuando la siento en el límite de la ternura.
Tu mano resume el mundo en cada surco, en cada pliegue hecho de trabajo y lucha, de amarguras y sinsabores de los que no quieres y hablar y sobre los que pasas con una sonrisa. Me recuerda al paisaje limpio que se despeja tras la huída de la bruma marina; a ese campo sereno que espera sumiso las tareas del campesino; a ese cielo abierto que nos mira en silencio para recoger nuestras plegarias.  A veces, se acerca deseosa de abrazar mis dedos, entonces me fundo con tu esperanza y los enredo en los tuyos para hacer una sola y extenderla con fuerza ofreciéndola al resto.
¡Me enseñaste tantas cosas con solo mirarme! que tus pupilas se han quedado clavadas en mis ojos soñando la inocencia de los míos. Y vuelves a apretarme con tu mano desde el azul infinito de tu deseo,  y me lo dices todo con tu silencio hambriento de caricias perdidas y te mueres en la ternura infinita de mis besos.
¡!Tus manos que duermen ahora en la palma de mi tiempo han ganado el cielo por quererme tanto desde hace tanto tiempo!!

sábado, 29 de diciembre de 2012

AMASANDO MILAGROS

Hay que creer en los milagros porque de vez en cuando suceden. Llamamos milagros a los sucesos, coincidencias o acontecimientos que siempre nos parecieron un imposible y que nunca creímos que sucederían.  A lo largo de la historia los hemos ligado a las fuerzas externas, a la magia o al poder divino que colocábamos en un más allá lejano y nunca accesible.
Los milagros suceden pero lo hacen en el interior. No hay fábrica que los amase mejor ni dios complaciente que los envíe con mayor eficacia. La clave está en creer que sucederán y en caminar hacia delante con ese convencimiento acérrimo de que su presencia ya es un hecho aunque aún no se haya dado. Actuar “como si”…ya hubiésemos obtenido sus bondades y no dudar ni un instante de que es así.
Elaboramos sucedáneos de la felicidad a cada paso. Creamos píldoras capaces de aportarnos momentos relajados para huir de la angustia, la depresión o la apatía. Salimos en busca de emociones a la carta con las que poder resistir la vida y nos equivocamos continuamente al creer que la solución consiste en el escenario más que en el contenido de la función.
La mente elabora dos efectos de idéntica proyección. El efecto placebo y el efecto nocebo. Ambos poseen la extraordinaria cualidad de creer tanto en los beneficios de las bondades que acompañan a una acción, como en los perjuicios que destruyen su buena influencia. Todo está en la creencia sobre la realidad que interpretamos desde dentro.
         Si nos empeñamos en creer en la excelencia de una situación que nos afecte y en su resolución positiva seguramente el resultado se acercará a nuestro pensamiento. Si por el contrario solamente tememos temores, impresiones negativas y sensaciones de malestar hacia lo que debe suceder, posiblemente tengamos que enfrentarnos a una realidad que no queremos.
Los milagros se gestan en el interior desde el comienzo mismo del pensamiento. El poder de la creencia, la atracción del deseo y el convencimiento en el efecto positivo de nuestra intención serán los ingredientes necesarios para su elaboración.
Comencemos a amasar milagros. Serán los mejores postres de estas fiestas.

viernes, 28 de diciembre de 2012

LA IMPAGABLE AYUDA GRATUITA

         Vivimos en una sociedad donde todo tiene precio y el valor de las cosas viene determinado por él. Nada parece hoy ajeno a la tasa cuantificadora de lo que otro esté dispuesto a pagar por ello. Todo se compra y se vende, se alquila o se traspasa, se arrienda o se transfiere pero siempre mediando una cuantía económica que pretende definir, en el fondo, su valor.
         Sin embargo, el valor de lo que apreciamos viene definido por otros criterios en los que, la mayoría de las veces, nada tiene que ver el dinero.
         Pienso muchas veces en la ayuda voluntaria, en la solidaridad altruista que lleva a la gente a cambiar los lujos y comodidades por la pobreza, la falta de medios y la escasez. Admiro la fuerza, la protección y el respaldo que estas personas son capaces de dar a otras a cambio de nada. Lo que transita es entonces un valor de otra índole. Se trata de intercambiar la necesidad material por la abundancia afectiva; transacción en la que siempre se gana, desde cualquier punto.
         No soporto el daño gratuito e injustificado, como nunca dejaré de admirar a quienes tienden sus manos y su corazón ante la desgracia ajena. Hay un arco muy diversificado de personas en ambos bandos y en el amplio medio que los separa se instala la gente que seguimos viviendo día a día nuestra vida como si de una pesada carga se tratase sin mirar más allá.
         A veces las desgracias de otros aligeran las nuestras. Ayudar, colaborar, compartir o acompañar nos libera de las angustias propias para gratificarnos con la respuesta del que lo recibe. Socorrer a otros nos puede hacer un gran favor a nosotros mismos. La plenitud que uno siente cuando ayuda es equivalente solamente al bienestar que nos invade cuando somos felices. Dar lo mejor de uno mismo a cambio de la mejora de otros es un pago más que suficiente para sentirnos bien y entender que dando también se crece y por tanto que cuando compartimos no disminuye lo que tenemos sino que se amplía en tantos porciones como personas se beneficien de ello.
         La gratitud que sigue a la ayuda desinteresada es tan inmensa que se constituye por sí misma en un premio que nos llena del privilegio de ser de esos pocos elegidos que pueden permitirse disfrutar de lo que realmente tiene valor y nunca tendrá precio.

jueves, 27 de diciembre de 2012

AL LÍMITE DE LO IMPOSIBLE

¿Cuántas veces has estado al límite de lo imposible?...¿una, dos…varias…ninguna?. Hasta que no se está bordeando un límite no sabemos  dónde pueden llegan nuestras fuerzas, nuestras ganas, el deseo, la voluntad o la entrega.
Hablamos de arriesgar, de comprometernos, de empeñar, de luchar, de sobrepasar…en frío. Cuando la ola llega, entonces debemos medirnos con nosotros mismos y demostrarnos lo que nos importa aquello por lo que luchamos.
Me parece estúpida la frase “si amas algo déjalo ir”… si amas algo, cuídalo, ámalo, protégelo, pero nunca lo dejes ir. Al menos sin entregar tus fuerzas en el empeño, sin plantar batalla al carcelero, sin probar todas las llaves que tienes por si abriese alguna de ellas, su puerta.
Todos tenemos imposibles en nuestras vidas, los hemos tenido o los tendremos. Pruebas ante las que rendirse es más fácil que seguir y en las que querríamos, de pronto, ser parte de un sueño en vez de protagonistas de la vigila.
La vida no perdona la candidez y tarde o temprano te sacude con fuerza para que la pierdas. Lo peor es si en este envite uno no solo sale perdiendo por ser la parte más débil, sino que además se deja arrastrar por la corriente de desánimo y falta de autoestima que suele suceder después de perder. Y es que en la vida se pierde muchas veces. El secreto está asumir que es parte del juego y que no estamos destinados a ser siempre los perdedores.
Aprender a hacer un guiño a la suerte equivale a  sonreír al destino mientras esperamos que suceda lo que nos merecemos. Entre tanto, lo que transcurre es la propia vida…así de simple, así de intensa…así de única y exclusiva. Más allá de ella no sabemos lo que hay pero sea lo que sea seguro que nos pertenece desde siempre y por lo tanto no nos será ajeno.
No hay que temer al paso, solamente estar preparado en cualquier momento para cruzar el tramo sin quejas ni reproches solo con el inmenso agradecimiento de haber sido elegido para vivir lo malo, lo bueno, lo mejor y lo peor de una experiencia, en cualquier caso, magnífica.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

LAS TRISTEZAS EN NAVIDAD

Las tristezas, las penas, el recuerdo y la angustia parece que se agudizan en el tiempo en el que todos parecen ser felices. La realidad es que no todo el mundo lo es. No todos tienen a los que aman al lado, tampoco todos tienen la mesa llena, ni los regalos dispuestos en el salón al amanecer.
Hay hogares que no tienen alimentos suficientes, que no tienen trabajo y que carecen de perspectivas a corto tiempo de estabilidad y armonía en su interior. Pero también hay hogares que teniendo todo eso les falta el calor humano y se convierten en simples casas donde los miembros de una misma familia van a comer y a descansar, sin más.
Las Navidades agudizan las emociones. Tanto las positivas, donde el entusiasmo por este tiempo de felicitaciones y presentes se hace patente, como las negativas en las cuales los viejos recuerdos saltan a flor de piel y donde las ausencias ahondan los vacíos que ya nos dejaron en el alma tiempo atrás.
No es un tiempo para olvidar, más bien es un tiempo de añoranza, de nostalgias y reflexiones, de vaciar el alma aún cuando todo está lleno. Y lo peor de todo es la sensación de naufragar en un mar lleno de gente que no sintoniza con nuestro estado de ánimo.
A veces creo que es necesario este paréntesis donde uno se encuentra consigo mismo, con sus fantasmas, con el pasado y con el presente. Donde uno ejercita su capacidad camaleónica para poder con las situaciones y seguir adelante. Donde sonreír cuesta a pesar de las risas de los otros, donde llorar también supone diferenciarnos en un momento donde la alegría debería invadirlo todo.
Este período diferente anuncia otro donde el cambio de año supone un nuevo inicio. Un comienzo hacia lo desconocido que al menos tiene la virtud de mantener la esperanza hacia lo bueno que ha de pasarnos y que aparece ante nuestros ojos como posibilidad.
Desde la situación que cada uno vivamos hay una luz que parece esperarnos más allá del 31 de diciembre. Algo que parece decirnos que lo mejor está por llegar y que merecemos los premios que la vida nos tenga reservados porque en realidad, cada uno de nosotros no somos culpables nada más que de sobrevivir cada día como podemos, lo mejor que sabemos y con la mejor intención que tenemos. Si lo hacemos bien o mal no depende exclusivamente de nosotros. A veces las coordenadas vitales no ayudan y otras, aunque lo hagan, no nos encuentran en el mejor de los puntos para permitir nuestro avance.
De cualquier forma, quiero creer en un mañana mejor y si yo no sé creármelo pediré al universo, a mis guías, a mi gente que habita en otra dimensión, que me ayuden, que me orienten y que sirvan de luz a la opaca forma de mirar que a veces me acompaña.

martes, 25 de diciembre de 2012

EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA

Este tiempo de navidad invita a la oración para aquellos que creen en un niño Jesús que acaba de nacer y desde su cuna de paja irradia su poder divino sobre el mundo.
Creyentes o no, todos oramos. A nuestra manera, en nuestra forma, a nuestro modo. Orar es comunicar desde el corazón, lo más íntimo de nuestro sentir. Es agradecer, es pedir, es implorar, es compartir, es proyectar, es iluminar nuestra alma, en definitiva, con nuestras propias palabras sin sonido, con nuestro particular canto a la verdad, desde el corazón.
Cuando en el  “Padre Nuestro” se alude al ...pan nuestro de cada día…solamente me llega a la mente el AMOR. Ese es el pan nuestro de cada día. Hecho de cereales de esperanza y de masa de ilusiones. Convertido en alimento indispensable para poder continuar. Al menos para mí. No entiendo la vida sin amor…y si no existe en un momento puntual de mi vida…estoy obligada a inventarlo.
El amor no sólo es pan de cada día, es aire de cada instante, es razón de cada momento. Se trata de una punta de iceberg que comienza en el alma y termina en la mente invadiéndolo todo. Si no hay amor no hay luz. Si no logramos encontrarlo en lo pequeño, en lo cotidiano, en lo insignificante, en lo rutinario, en lo que llegó y lo que se fue, en lo que está y en lo que permanece…entonces, nada tiene sentido.
Si estamos aquí es por amor y por el amor también regresamos a nuestra casa cuando nos llaman para viajar hacia el viejo retorno del hogar perdido.
No importa que el amor no sea evidente. No importa que no esté expresado en el instante que lees esto. No importa siquiera que el mundo de afuera te diga si es para ti o no. Hay que buscar en el interior la semilla que germine el alimento básico para continuar con la vida, para sobrevivirla y sobrepasarla. Hay que cuidar el alimento que nos impulsa a seguir más allá de lo que las fuerzas marcan.
¡! Por el PAN NUESTRO DE CADA DÍA!!! Para que seamos capaces de alimentarnos con él y hacer de ese alimento el motor de nuestra existencia.
¡! Celebremos el AMOR que de cualquier forma hemos de saber inventar!!

EL NUEVO DÍA DE NAVIDAD

Cuando me levanto el día de Navidad, siento una paz extraña. Una mezcla de…”todo comienza de nuevo…”, “seguro que me irá mejor”…”algo hay que me protege”…y el temor de que el año nuevo que se acerca siga siendo una puerta abierta a los acontecimientos que me hacen daño.
A pesar de todo, este es un momento distinto. Un tiempo que siempre se presenta nuevo y en el que de alguna forma confiamos.
Quiero seguir creyendo en mí y afianzar más esa confianza en el poder de cada uno, en su voluntad, en la capacidad de lucha, en el amor que llevamos dentro y que debemos aprender a expresar y a compartir sin miedos.
Cada año, a su comienzo, no me puedo resistir a elaborar dos largas listas. Una sobre lo que creo que he hecho incorrectamente en el año que termina y otra de las propuestas que me hago a mi misma de mejora. Listas que guardo y repaso posteriormente. También las hago para aquello que constituye un problema importante en mi vida. Pros y contras. Pero sobre todo,  pretendo saber con ellas, qué importancia transcendental tiene en ella.
Muchas veces, hacemos de los problemas verdaderos laberintos por donde nos solemos perder sin encontrar la salida…cuando tal vez, ésta, se halle delante de nuestros ojos si logramos mirar con serenidad.
Comenzar un año nuevo equivale a dar permiso al destino para que cumplan nuestros sueños. Iniciar un periodo nuevo en el que dejemos las puertas abiertas de par en par para que el aire inunde cada parte de nuestra piel y podamos respirar profundamente  renovándonos por dentro.
Siempre me gusta comenzar el año. Pienso que todo irá mejor. Me abrazo a la idea de que yo soy el motor que lo decide y que en este inicio, más que nunca, me ayudarán a conseguirlo. No sé quién, no sé cómo. Pero lo harán.
¡!FELIZ y ESPERANZADO DÍA DE NAVIDAD!!

domingo, 23 de diciembre de 2012

FELICITACIÓN

NAVIDAD A FLOR DE PIEL
Me gustaría sentir que todo el mundo ama,
que todos tienen lo suficiente,
que el vacío del alma se colma por un día,
que no llueve sobre mojado,
 que no hay buzones vacíos,
 ni teléfonos que no suenan.
Me gustaría sentir que no
 hay mesas sin platos,
 ni besos sin mejillas,
ni ventanas sin cristales,
ni velas sin bombillas.
Saber que no hay letras sin sonido,
 ni canciones sin estribillo,
 ni recuerdos sin imágenes,
ni pájaros sin nido.
Ser capaz de dar sin vaciarme,
 de volver los ojos hacia ti
sin tocarte,
de hacer la Navidad al besarte
de robar la estrella del nacimiento
y con ella iluminarte.
Que la Navidad fuese para todos,
Todo lo que no hay en ninguna parte
Lo que soñamos, lo que anhelamos,
Lo que me diste y lo que me dejaste.
Lo regalado, lo prestado y lo robado,
Lo que no quisiste y lo que pensaste.
Todo lo quiero ahora en este instante
En el que vivo y en el que muero
por volver a gozarte
y que un coro de ángeles deje
a nuestro paso, flores de pascua
rojas como la sangre,
y que se olviden de lo amargo,
de la sal y el vinagre.
Porque es Navidad quiero
Hacer un lazo de esperanza
Sin nudos ni volantes
Sin compromisos ni ataduras
Sin contratos ni firmantes.
¡! Feliz Navidad ¡! Desde
el comienzo de los tiempos
desde el después y el antes.
Para todos, mi beso
 libre y errante.




  


sábado, 22 de diciembre de 2012

LOS ECOS CALLADOS DE LA FELICIDAD

Queremos ser felices. Debemos serlo. Es la finalidad para la que hemos pisado esta tierra y no nos damos cuenta. Se nos olvida cuando crecemos que lo que hemos venido a ensayar con la vida es precisamente el entusiasmo, la pasión, la ilusión y la esperanza compartida.
No tiene sentido vivir la vida estando solos o sintiéndonos solos aún con gente. Uno debe saber dónde está su felicidad e ir en su busca.
Cuando caminamos por la calles en estos días navideños, podemos identificar los brillos de las luces, la prisa de la gente, las idas y venidas, las entradas y salidas como pasajes de ida a la felicidad. Un camino sin retorno en el que nadie está mucho tiempo. Luces de neón que se apagan con la noche y que repiten el mismo brillo al día siguiente aún sin las sonrisas que ahora las acompañan por unos días.
Lo que brilla no es nada sin los ojos que lo miran, como la música no existe sin los oídos que la escuchan, como tampoco lo es el amor sin el amante que lo da vida.
Todo existe en sí mismo sólo y en cuanto que es vivenciado por un corazón que lata a ritmo de lo deseado. Si no hay amor de nada vale inventar felicidades que no pueden gozarse.
La edad te va enseñando a cambiar cosas por experiencias, sueños por vivencias y recuerdos por ausencias. Es preferible arrepentirse de lo que se ha vivido que lamentarse en el vacío de lo no hecho. Porque al final, uno llega a la conclusión de que lo único que va siempre con nosotros, lo que verdaderamente es nuestro, lo que nadie puede arrebatarnos, son los recuerdos, las emociones que hemos compartido, lo que hemos llorado y reído, lo que hemos visto y olido, lo que saboreamos, lo que tocamos y acariciamos, lo que nos duele y lo que nos ha hecho gozar.
Ese es nuestro equipaje, el último y el primero. Porque estoy segura que el punto al que llegamos cuando nos empeñamos en nuestro avance, sirve de inicio para una nueva vida en la que algo de nosotros seguirá siendo protagonista.  Entonces, aunque no nos acordemos…algo habrá que nos susurre al oído que ya hemos estado aquí y que ese mismo rastro es el que ahora nos constituye.

martes, 18 de diciembre de 2012

RECIBIENDO PREMIOS

El jueves marcho a Madrid con una alumna para recibir un premio. Ella ha ganado por segunda vez con una redacción en la cual, lo que de verdad ha constituido un éxito es el hablar desde el corazón.
Todos podemos contar experiencias porque, en realidad, eso es lo que más tenemos y en lo que somos expertos. Lo que sucede es que para hacerlo debemos ser espectadores de nosotros mismos, salirnos de lo que ocupamos en el interior y buscar la forma externa sobre la cual mirar para poder vernos.
No hace falta ser un genio para ganar aquello que nos propongamos. Es necesaria la fe en lo que queremos, la confianza en que sabremos hacerlo y sobre todo una dosis importante de optimismo en lo que ha de llegar.
La vida siempre premia, tarde o temprano, la creencia en uno mismo. El universo responde cuando se alinea en sintonía con el deseo que mueve un corazón. Todo se orienta hacia la conquista de lo que perseguimos cuando de verdad caminamos tras ello, trazando una ruta decorada con nuestra esencia más vehemente mientras sabemos con seguridad que sucederá.
Hay que sembrar para recoger. Hay que creer para crear. Hay que engendrar para nacer. Hay que dar un paso para correr; uno, otro y los siguientes…pero hay que hacerlo. No podemos sentarnos a esperar, porque el universo es energía en movimiento y debe advertir que la nuestra, la que nos es propia, se mueve con antelación.
         La parálisis del corazón se inicia cuando fracasamos al no intentarlo siquiera, al juzgar el resultado antes de comenzar la prueba, al tirar la toalla y no ir tras de ella para evitar que roce el suelo. Entonces y sólo entonces habremos perdido. Hasta ese momento, sin embargo, hay todo un mundo de posibilidades de infinitos matices de logro para que el premio llegue, porque todos somos merecedores de premios, todos podemos lograrlo. Y llegará si creemos que lo hará. Estoy segura.
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P.D Hasta el próximo domingo, posiblemente, dejaré este blog abierto como refugio de aquellos que quieran descansar un poquito en nuestro rincón.
 Espero que lo cuidéis entre todos y que a mi vuelta sigamos encontrándonos.

lunes, 17 de diciembre de 2012

CONOCER LAS DEBILIDADES

Es difícil estar preparados para la sorpresa, incluso es un contrasentido. No podemos disponer el ánimo y templar nuestra calma frente a lo que no sabemos que va a venir. Lo único que podemos hacer es tratar de conocer nuestras debilidades y robustecer las fortalezas. Esto es lo que en economía, al menos, ejerce un valor operativo; y  en la gestión de las emociones, sin duda también.
         Como prevenir lo desconocido es prácticamente imposible, tenemos que acogernos al hecho de conocernos bien. Saber en qué puntos de la conducta fallamos, dónde está la quiebra y de qué modo caemos sin remedio nada más que aparezca el problema. Si logramos hacerlo así, nada podrá tumbarnos porque lograremos descubrir las estrategias para resolverlos. Pero no cualquiera, sino las nuestras. Las que son verdaderamente válidas para sacarnos de ellos.
         Si nuestro problema es no saber decir “no” a tiempo, tal vez debamos dilatar las respuestas y ser capaces de reflexionar más antes de darlas. Si no logramos expresar los afectos con facilidad, posiblemente debamos ejercitar, poco a poco, oralmente primero y físicamente, más tarde, la complicidad con quienes amamos para hacer de ello un hábito sin dificultades. Si es la capacidad de compromiso la que falla, sin duda debamos comenzar por ser consecuentes en pequeñas cuestiones en las que iniciemos un trato con nosotros mismos en el cual ninguna de las dos partes falle.
         Lo importante es descubrir el punto de inflexión. Saber cómo vamos a caer y cuándo porque si bien es imposible evitar absolutamente todo el dolor que produce tropezar una y otra vez en la misma piedra, al menos podremos levantarnos con rapidez y comenzar de nuevo.
         Si logramos restablecer nuestro equilibrio con facilidad podremos, inmediatamente hacer uso de las fortalezas y vigorizar nuestro debilitado ánimo con aquello en lo que nos reconocemos sólidamente cimentados.
         Si lográsemos sentirnos seguros con nosotros mismos, si creyésemos en nuestra fuerza interior pero sobre todo, si confiásemos en nuestra valía, sea ésta la que sea porque siempre existe, cualquier debilidad podría ser el trampolín desde el cual desplegar una fortaleza y con ella plantar cara a la vida sin miedo ninguno a lo que ha de venir.
         Podemos comenzar en cualquier momento. Ahora mismo, es el mejor.

domingo, 16 de diciembre de 2012

DOMINGOS LITERARIOS

TE QUIERO

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque eres
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro
contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía
tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque eres
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero
y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque eres pueblo te quiero

y porque amor no es aureola
ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque eres
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.

MARIO BENEDETTI

sábado, 15 de diciembre de 2012

ENCONTRARNOS SOLOS

Una de las mejores sensaciones que podemos experimentar es la de no sentirnos solos, lo que no significa que físicamente lo estemos.
La soledad es un estado interno que nada tiene que ver, en la mayoría de las ocasiones, con estar acompañado o no. Uno está sólo de verdad cuando se siente aislado y relegado al ostracismo. Es como si los demás obviasen nuestra presencia o lo hiciesen con nuestro sentir interior.
Se trata de la no coincidencia en el punto de encuentro, lo que de verdad hace que nos repleguemos en nuestra concha y dejemos que la vida pase delante. A veces no podemos unir diferencias, o incluso no queremos y antes que flexibilizar nuestra postura preferimos guardarnos entre nuestro mullido colchón de afectos internos para protegernos defendiéndonos.
Uno se acostumbra a la soledad elegida pero nunca a la impuesta. Y eso es porque cuando estamos a solas con nosotros mismos tenemos que vernos, hablarnos, pelearnos y hasta querernos y eso, todo junto, es difícil. Por otra parte, al quedarnos en ese vacío donde solamente estamos nosotros, no podemos escondernos de nuestros ojos y a la luz de  la presencia justiciera de nuestro yo, salen mil y un fantasmas reclamando lo que es suyo. Entonces, nos damos cuenta de cuáles son las fallas de nuestro terreno y si el mapa de nuestro cerebro está en orden o se ha descontrolado.
En el fondo estar sólo es un ejercicio de sana limpieza del alma porque la obliga a desnudarse y a cantar bajo la ducha, una a una sus penas, a la vez que logra impulsarla a buscar soluciones creativas donde solo aparecían problemas.
Estar demasiado protegido no es bueno, aunque sí agradable. Uno debe aprender a salir a flote por sí mismo porque en muchos momentos de la vida nadie está tomando tu mano…y si lo está, tal vez tú ni lo notes.

viernes, 14 de diciembre de 2012

CUANDO TODO NOS PARECE MAL

Hay momentos en los que uno se siente verdaderamente mal y en ellos, todo lo que llega hasta el oído o la vista tampoco parece gustar. Creo que incluso, tratamos de darle la forma necesaria para que encaje en nuestro malestar y justificar de este modo, el por qué seguimos con él.
A mí me pasa muy pocas veces. Pero también me sucede. Y no me gusta. Sé que hay determinados tipos de personas que encuentran en este estado una forma permanente de presentarse y relacionarse con el mundo. Qué incluso funcionan mucho mejor cuando están enfadados porque entonces tienen la atención del resto de la gente y hasta su miedo. La sensación se torna placentera cuando a través de estas actitudes de los demás ejercen una forma de soterrado poder que les mantiene instalados en su propio fango.
A mi sigue sin gustarme esta sensación de desagrado con uno mismo a la que no estoy acostumbrada. Cuando sucede, hago un repaso de lo que me ha pasado los días anteriores pero sobre todo me fijo en qué es lo que realmente me molesta, si lo que los demás han hecho o dicho o si en realidad es mi propia forma de enfrentarme a los hechos lo que no acaba de gustarme.
Aprendemos lentamente, porque una cosa es reflexionar y disertar sobre la teoría de la vida y otra muy distinta, vivirla.
Me esfuerzo en comprender a los que de todo hacen un drama y a aquellos otros que dan rienda suelta a los miedos y a las angustias más profundas porque en el fondo creo que se liberan de ellos cuando los manifiestan, cuando se hacen protagonistas del temor, de la ira o de la cólera.
Sin embargo, creo también que aquellos que siempre ponemos una sonrisa a la mañana y la procuramos mantener todo el día llevamos un peor sufrimiento. Se trata de una lucha silenciosa y callada por no sacar a la superficie los fantasmas que todos tenemos y un denotado esfuerzo por soportar la vida sin dar importancia a lo que traiga cada día para no dañar al resto.
Es ahí donde a veces se acumula la tensión por demostrarnos que podemos con todo, que no necesitamos que nos mimen y que seguimos siendo nosotros los que ofrecemos amor a raudales para que el resto se sienta bien.
Pero…, alguna vez, también necesitamos sentirnos mal para ser capaces de darnos cuenta que estamos deseando que nos cubran de besos y nos den la mano para seguir.

jueves, 13 de diciembre de 2012

AL FILO DE UN TIEMPO VIEJO


Estamos a punto de terminar un ciclo, un tiempo que se esfuma y que ha supuesto todo un año, el último, de la vida que tenemos.
Siempre que llegan estas fechas parece que estamos obligados a hacer balance. En realidad, lo deberíamos hacer cada día, o mejor aún, cada noche. El momento de encontrarnos con nosotros a solas debería ser, posiblemente, el más esperado, el más fructífero y el más temido, al mismo tiempo. Ponernos enfrente de nosotros mismos nunca es fácil. Ni cuando el recuento es de un tiempo largo, ni cuando es del instante anterior. A veces nos duele comprobar que nos equivocamos, que a pesar de las buenas intenciones hacemos daño o que simplemente las consecuencias de acciones impulsivas o poco reflexionadas acarrean problemas, a nosotros y a los demás, que pudieron evitarse.
Confesarnos con nosotros mismos es un ejercicio catártico, que nos libera y que nos sana al mismo tiempo.
El final del año es un momento idóneo para tratar de mejorarnos en aquello que seamos capaces de reconocernos. Un ejercicio excelente es pensar en aquello que los demás nos han hecho y no nos gusta. Reflexionar sobre ello debería suponer todo un interrogatorio personal al que deberíamos estar obligados a contestar de cualquier forma. Sobre todo, analizar qué parte de culpa o compromiso podemos tomar en lo que creemos que nos han dañado porque tal vez encontremos la respuesta a muchas actitudes ajenas y propias que no comprendamos.
         Todo lo que sucede en la vida está encadenado. Nos hay sucesos aislados. Todo pasa por algo o para algo y nuestra conducta tiene consecuencias que afectan a otros, tal y como los resultados y reacciones los de los de al lado también nos condiciona. Por eso, pensar que somos geniales, que lo hacemos todo bien, que no tenemos fallos y que nunca nos equivocamos es tan estúpido como ineficaz.
Con una actitud semejante nunca podremos entender que la vida nos pone a prueba muchas veces durante el tiempo que vivimos y que son esas pruebas precisamente, la que nos dan la medida de lo que valemos.

martes, 11 de diciembre de 2012

CUENTO SUFÍ: "La razón"



Había una vez dos monjes que paseaban por el jardín de un monasterio taoísta. De pronto uno de los dos vio en el suelo un caracol que se cruzaba en su camino. Su compañero estaba a punto de aplastarlo sin darse cuenta cuando le contuvo a tiempo. Agachándose, recogió al animal. "Mira, hemos estado a punto de matar este caracol, y este animal representa una vida y, a través de ella, un destino que debe proseguir. Este caracol debe sobrevivir y continuar sus ciclos de reencarnación."
Y delicadamente volvió a dejar el caracol entre la hierba. "¡Inconsciente!", exclamó furioso el otro monje. Salvando a este estúpido caracol pones en peligro todas las lechugas que nuestro jardinero cultiva con tanto cuidado.
Por salvar no sé qué vida destruyes el trabajo de uno de nuestros hermanos.
Los dos discutieron entonces bajo la mirada curiosa de otro monje que por allí pasaba. Como no llegaban a ponerse de acuerdo, el primer monje propuso: "Vamos a contarle este caso al gran sacerdote, él será lo bastante sabio para decidir quién de nosotros dos tiene la razón."

Se dirigieron entonces al gran sacerdote, seguidos siempre por el tercer monje, a quien había intrigado el caso. El primer monje contó que había salvado un caracol y por tanto había preservado una vida sagrada, que contenía miles de otras existencias futuras o pasadas. El gran sacerdote lo escuchó, movió la cabeza, y luego dijo: "Has hecho lo que convenía hacer. Has hecho bien". El segundo monje dio un brinco. "¿Cómo? ¿Salvar a un caracol devorador de ensaladas y devastador de verduras es bueno? Al contrario, había que aplastar al caracol y proteger así ese huerto gracias al cual tenemos todos los días buenas cosas para comer. El gran sacerdote escuchó, movió la cabeza y dijo "Es verdad. Es lo que convendría haber hecho. Tienes razón."

El tercer monje, que había permanecido en silencio hasta entonces, se adelantó. "¡Pero si sus puntos de vista son diametralmente opuestos! ¿Cómo pueden tener razón los dos?"

 El gran sacerdote miró largamente al tercer interlocutor. Reflexionó, movió la cabeza y dijo: "Es verdad. También tú tienes razón.

¿Será que hay tantas razones como seres somos?¿Tal vez la verdad única no exista?¿Posiblemente cada problema tenga tantas soluciones como perfiles hay desde donde poder mirarlos?...