Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 10 de marzo de 2012

APEGOS Y DEPENDENCIAS

La mayoría de las veces no sabemos decir adiós. Separarte de lo que se ha hecho costumbre en tu vida te deja la sensación de una irremediable desprotección que nos aseguramos equivocadamente, en lo conocido. Las rutinas, los hábitos y la consigna de lo que uno ya sabe nos posiciona en un status de falsa seguridad que no queremos soltar.
         El origen de todo se ello está en el absoluto temor a lo desconocido pero sobre todo  al desconocimiento de nosotros mismos. No sabemos cómo reaccionaremos ante las situaciones de novedad que se nos presenten. Tememos no saber desenvolvernos con resolución. Estamos predispuestos a imaginar terribles peligros que nos podrán acosar y una absoluta falta de valentía para poder con ellos.
         Posiblemente, un exceso de proteccionismo en la niñez nos haya hecho débiles. No hemos puesto a prueba nuestra capacidad de lucha, la resolución lógica y la habilidad mental que seguro se revelarán cuando la circunstancia lo requiera.
         Hay que asumir retos, pequeños, cotidianos y permanentes día a día para descender de esa situación y posicionarnos frente a la valía que tenemos.
         Tal vez, estamos acostumbrados a situaciones que no nos gustan pero hemos desarrollado escudos protectores poderosos que nos mantienen al abrigo del dolor o al menos, lo parece.
         La dependencia, el apego, la ligazón extrema a la comodidad que uno tiene y al control, que a lo largo del tiempo, dificultosamente hemos conseguido de las situaciones te confiere la tranquilidad de haberte ganado una posición que prefieres mantener ante la potencial repetición de las dificultades de tu vida.
         Deberíamos permitirnos la libertad de probar situaciones novedosas en las que nos demostrásemos que somos capaces de salir airosos ante cualquier eventualidad porque de hecho, en nuestro mundo, ya lo hemos hecho.
         Nos falta creer en nosotros mismos y en la favorable disposición del universo hacia nuestra persona.
         El futuro está lleno de oportunidades de ser felices pero nunca lo sabremos si no logramos salir a su encuentro.

viernes, 9 de marzo de 2012

VICTIMA O VERDUGO

Ayer celebramos el día de la Mujer. Aludir al término femenino nos lleva a pensar en su opuesto y por tanto en la pareja, las relaciones y su mundo.
         Hoy, posiblemente más que en ninguna época, las relaciones amorosas fracasan con una rapidez estrepitosa. Tal vez sea porque no sabemos qué es lo que esperamos del otro o si lo conocemos, las pretensiones sean desequilibradas y fundamentadas, sobre todo, en estereotipos que nunca ayudan.
         En toda relación humana se definen los roles, así como la estructura de poder que ejercerán unos sobre otros. Si esto lo extrapolamos a la pareja comprobamos que en ella también podemos encontrar autoritarismos, manipulaciones y tiranías inconfesables.
         No tiene sentido que una relación que surge en base al amor y debe sustentarse en él durante el tiempo que exista pueda contaminarse con opresiones, intolerancias y sometimientos sutiles. La amargura que se desprende de estas desviaciones del comportamiento afectivo alcanza un grado insospechado por ser todo lo que nunca se esperaría de la otra persona para la que deberías ser lo más importante.
         Solemos aplicar nuestro pensamiento mágico a lo que esperamos del otro.
En primer lugar, que sea y nos trate como su homólogo parental. Que se parezca a mi padre…que sea como mi madre…que me mime de igual modo y que piense semejante.
Por otra parte debe tener mi mismo criterio que será exigido, en primer lugar, para lo que cada uno considera fundamental pero que más tarde se irá extendiendo a las pequeñas cosas cotidianas en las que no estar de acuerdo puede provocar discusiones mortales.
         Nos olvidamos de la personalidad única e intransferible que nos atrapó cuando comenzamos a amar. Esa que luego pedimos que se transforme y sea lo más semejante a la nuestra posible.
Nos olvidamos que el vínculo sagrado que nos debe unir es el AMOR y sin él todo sobra, porque nada diferencia entonces a la pareja de un buen amigo.
Nos olvidamos que hay que crecer juntos en la relación y que esto no significa una identificación tal que suponga la pérdida de identidad de uno para asumir la equivalencia con el otro.
Somos un complemento y la diferencia de pensamiento nunca debe suponer un alejamiento, sino un punto de partida diferente para comenzar a mirar hacia el mismo objetivo.
Nadie debe ser víctima. Nadie verdugo.
Estamos juntos para engrandecer lo que nació cuando amábamos tanto…y si no es posible, si el amor se ha ido por la puerta antes que nosotros, debemos seguirle urgentemente. Ya no es nuestro lugar.

jueves, 8 de marzo de 2012

QUISIERA DECIRTE HOY...

Mis querid@s lector@s, hoy quiero haceros llegar mi particular contribución con la fiesta de la Mujer que se celebra.
Esta pequeña reflexión va dirigida al Hombre… desde el corazón de una mujer.



Quisiera decirte…Hoy
Hoy quisiera decirte que no me siento diferente,
que tu aliento y el mío, sirven juntos para alumbrar la misma oscuridad,
que tus manos me dan el calor que necesito
y las mías te abrigan con las caricias que mereces.
Quisiera decirte que no necesito un día,
para sentir tu reconocimiento,
si siempre me estimas como lo mejor tuyo,
como tampoco quiero que me hagas sentir
débil, estúpida, insensata o maniquí.
Si me gusta el maquillaje o los vestidos
 es para gustarme a través de ti.
Tú eres mi espejo, tú, el brillo de mis ojos
y ese sabor a nata en los labios que
me recuerda  tu aroma al ser besados.
No me ignores ni me desprecies,
Ni me grites cuando no piense como tú.
No me mezcles en estereotipos fáciles
donde te sientas orgulloso de degradarme.
No somos distintos…!!y lo somos tanto…!!
Déjame que me apoye en tu hombro
Y que mis delicadas manos tejan para ti
Una bufanda de ternura
que lleves siempre puesta.
No te sientas débil por amar,
ni menos hombre por saber llorar.
Nunca he sido tu rival
solamente una compañera fiel
que quiere pisar tu misma tierra,
mientras me cubre tu estima
cobijando mi alma hasta
La eternidad.
FLOR Y NATA

miércoles, 7 de marzo de 2012

Mi verdad,tu verdad...LA VERDAD

Creemos estar en posesión de la verdad. La que sentimos única y la que procuramos que todos logren abrazar como nosotros hacemos. Sin pretenderlo, aspiramos a igualar el criterio de los demás al que se expresa para nosotros como acertado. Queremos llevar a nuestro campo de batalla a quienes no piensan igual que nosotros e incluso, nos enfadamos si por último su opinión sigue equidistante de la nuestra.
         Nadie es igual a otro. Ni las circunstancias son ni han sido las mismas. En la fragua de los sinsabores hemos tenido experiencias muy diversas y en aquellas del ansiado placer, también nos hemos encontrado con lujos diferentes. Hemos nacido, crecido y madurado bajo consignas educativas, afectivas y normativas radicalmente distintas y a pesar de todo…pretendemos que el resto siga pensando como nosotros.
         Nuestra verdad es solamente válida para nosotros. Es perfecta en nuestra visión imperfecta. Limitada y acotada por las orejeras que los prejuicios, las inseguridades, los temores y las angulosas perspectivas, en las que nos hemos formado y deformado, han dispuesto para ella.  Pero se nos presenta celosa de nuestra defensa y enconadamente asfixiante en sus manifestaciones.
         No nos damos cuenta que las grandes verdades que tanto defendemos, y que parten de afuera, han sido modeladas por la historia, recompuestas por la moda y reformadas por cada personaje líder que las ha alimentado.
         Las otras, las pequeñas convicciones que sentimos como verdades  personales, también arrastran el lastre de nuestra tiranía. Vistas con nuestros ojos de jueces implacables y verdugos sumisos, tratan de invadirnos por completo cuando se sienten amenazadas por las persuasiones de otros.
         No puede existir una verdad que acomode dentro de sí a todos. No podemos hablar de la verdad como bandera y señero de lo único irrefutable.
         Todos somos la verdad. La propia. La que vivimos según nuestro peculiar punto en el camino evolutivo que transitemos. Verdades que sometemos a revisiones, que modelamos y cambiamos, en las que nos damos cuenta que se desplazan al vaivén de nuestro crecimiento espiritual y en las que seguro, nos apoyaremos para encontrar otras, diferentes, capaces de seguir siendo únicas para nosotros, en cada momento.
         El peor error es no ceñir su vigencia al ámbito de nuestra persona. Si logramos hacerlo así, con el tiempo entenderemos que las verdades de los demás pueden también llegar a ser nuestras…algún día. Tal vez.

martes, 6 de marzo de 2012

SEMILLAS A NUESTRO PASO

El refranero popular esta´ plagado de alusiones al resultado de nuestras acciones. Al precio que nos devuelven por ellas. A la moneda de cambio que de inmediato se nos da. La contrapartida y la respuesta que nos reembolsan suelen coincidir con lo que hemos ido sembrando.
         En otras cultural se alude a la Ley del Karma o a Ley de la “acción/ reacción” que presiden el Universo y como tal nuestro comportamiento.
         Recordemos expresiones tales como: …”quien no siembra, no recoge…” o …” quién siembra vientos, recoge tempestades”…
Que nos llevan a entender que nuestras acciones son el punto de partida de las de los demás, en muchas ocasiones. Tratamos por todos los medios de que nos agasajen con amor infinito, de que se comuniquen con nosotros amablemente, con la sonrisa y la afabilidad de quienes facilitan la vida, de ser el centro del afecto para los cercanos y el punto de mira para los que están por llegar. Pero no ponemos suficiente cuidado en distribuir las semillas de nuestro sentimiento sobre el terreno que transitamos.
         Muchas veces pedimos sin dar.  He conocido personas quejosas del poco amor que les demostraban o del vacío de manifestaciones que sufrían. No han entendido, mientras tanto, que el amor no se compra, ni se vende, ni se consigue con una firma legal, ni por consanguinidad ni filiación siquiera.
         El amor es absolutamente libre de existir y mantenerse, pero sobre todo es inmensamente susceptible a la retroalimentación que le multiplica.
         No hay moneda de cambio para él, que no sea…él mismo. Se ha convertido en el único bien que no se divide cuando se reparte y en la única entidad viva que no muere nunca a pesar del espacio, del tiempo, de la enfermedad, el caos o la desgracia. A pesar de cualquier circunstancia y cualquier momento.
         Pero hay un mensaje claro que no debemos olvidar. Debemos sembrar si queremos recoger amor. Hay que plantar semillas en cada acción sin que se note. Dejarlas caer al viento con una sonrisa para amortiguar su caída y que el roce con la materia que las acoja sea liviano y dulce.
         Hay que invertir en el valor más seguro del mercado de la vida y recoger las divisas del entusiasmo y la emoción de vernos rodeados a nuestro paso, de altísimas plantas amorosas llenas de esquejes, capaces de reproducirse sin fin.
         ¿Hemos plantado alguna hoy?...si no ha sido así…mañana nos tocará sembrar doble.
         Habremos comenzado a desarrollar un vergel donde tiernos puñaditos de amor nos salpiquen a nuestro paso.
         ¿A quién no le gusta una vereda repleta de fresco verdor y salpicada de flores llenas de color y aroma indescriptible?
¿A qué esperamos?...depende de nosotros. De todos.

lunes, 5 de marzo de 2012

CUANDO LLEGA LA CALMA...

Todos hemos pasado por situaciones en las que nos hemos asombrado de nosotros mismos. Circunstancias que no creíamos ser capaces de superar.
         Hemos recogido fortalezas que nunca antes habían hecho presencia en nosotros; hemos descubierto paciencias que no pensábamos instaladas en nuestro carácter; hemos logrado abandonar la queja, la protesta y la insolencia.
Nos hemos topado con un nuevo patrón de conducta que conlleva rasgos de comportamiento que hasta ese momento eran ajenos en nuestras respuestas cotidianas. Hemos derrochado la compasión para tratar de mitigar el dolor ajeno y sobre todo hemos hallado capacidades afectivas donde el amor y la bondad se multiplican hasta límites insospechados.
Hemos resistido lo impensable y lo hemos hecho por amor; sólo por un amor infinito que nos permite darnos absolutamente en una entrega incondicional por remediar el padecimiento del que tanto nos duele.
En este proceso hemos entregado toda la fuerza, todo el empeño y toda nuestra voluntad para mitigar el sufrimiento de quienes tanto hemos amado.
Cuando todo pasa…cuando llega la calma…algo nuestro se va con la solución del problema. Advertimos un vacío difícil de llenar. Una solapada amargura que salpica y corroe nuestro ánimo. Una disponibilidad que logramos canalizar hacia lo que queda cerca. Un aprendizaje intenso que se ha llevado a cabo en base al dolor de la despedida.
Cuando llega la calma…entendemos que la vida sigue y que debemos seguir con ella. Al principio, por los que quedan pegados a nuestra alma. Más tarde, por el propio compromiso vital con quienes nos enseñaron a amar de tal modo.
Hay una parte de ellos que nos impulsa a comenzar de nuevo. Es difícil pero se lo debemos a los que se fueron. Nos lo debemos a nosotros que tan empeñados estuvimos en mostrarles nuestro amor. Ahora solamente queda seguir amando. A lo que queda. A lo que se fue. A todo.

domingo, 4 de marzo de 2012

TODO PASA DEMASIADO RÁPIDO

Realmente el tiempo es una ilusión que se esfuma cuando tratamos de atraparlo. Una fantasía demasiado delicada para tratar de apresarla en un reloj. Una categoría que se desvanece al querer retenerla en el corazón por más dilación que un ahora en presente.
         Tratamos de tenerlo todo lo más rápidamente posible. Nos urge la prisa. Nos angustia la sensación que querer correr más de lo que avanzamos y no entendemos que se nos escapa la sustancia de la vida por las rendijas que vamos dejando abiertas cuando perdemos el sentido del equilibrio.
         Todo pasa demasiado deprisa. Hasta lo que se vive con desazón, mirado desde el otro lado de la orilla, cuando hemos caminado un trecho, puede parecer breve.
         Queremos ser mayores siendo pequeños para llegar más lejos de lo permitido y saborear la sensación de la libertad en estado puro. Queremos formar una familia para ser felices con rapidez y gozar de todo lo que suponemos nuestro. Deseamos tener hijos y que estos pasen su niñez con celeridad para librarnos de los pequeños inconvenientes de los horarios y las normas.
         Pretendemos que se hagan mayores pronto para que se labren un porvenir. Deseamos que formen su propia familia para verles a ellos felices…y volvemos a añorar que pase el tiempo con rapidez para descansar de la pesada carga que hemos llevado a cuestas empeñados en salir adelante desde la infancia.
         Un ciclo que pasa sin apenas ser consientes  que cada hora, cada minuto… es una cuenta atrás en las posibilidades de beber la vida saboreando cada sorbo.
         Uno se da cuenta, tarde, de que el tiempo tiene intermedios que debemos respetar. Espacios que nos regala para que los vivamos a solas. Pequeños rincones hechos a nuestra medida que están esperando para mecernos en un paréntesis infinito en donde únicamente podemos encontrarnos a nosotros mismos. Paréntesis en los que solamente cabemos nosotros y nuestro pequeño mundo interior. Todo un lujo si consideramos la brevedad de tiempo real que engullimos sin masticar.
         Es demasiado breve la estancia en este mundo para dejar vacíos los espacios de luz que nos esperan. Demasiado efímera la existencia para renunciar a estos furtivos encuentros con lo que nos trasportamos a otra dimensión; con aquello que de verdad nos eleva la vibración y nos mece en el ensueño más delicioso que podamos imaginar.
         Hay que encontrar nuestro rincón. Entrar en él…y descubrirnos, sin tiempo, en un mundo solo nuestro en el cual podamos recrear una eterna juventud donde no exista otro empeño mayor que seguir siendo felices a pesar de todo lo que nos suceda.