Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 25 de agosto de 2012

AMOR SIN PALABRAS

La experiencia me dice que hablamos demasiado del amor en el amor. Que tratamos de atraparlo entre el sonido ronco de las palabras brillantes que quieren expresarlo y que se escapa por las rendijas de los silencios que no tienen forma definida.
Cada término aplicado al amor corresponde a otra cosa. No podemos concentrarlo en el ruido sonoro de las letras, ni en la grafía verborreica de vocablos que nunca podrán definir el estado en el que el corazón se expande en un mar se sensaciones que rozan la locura.
Cuando pretendemos echar la red sobre la emoción de sentir el amor, en lo más profundo del alma, siempre se escapa.
Hablamos demasiado del amor que se va, del que llega, del amor en estado puro, del desamor y de todo lo que relacionado con él parece pertenecernos por haberlo vivido alguna vez.
Hablamos y hablamos como si cada palabra fuese una sentencia justa ganada al tiempo por la experiencia que nos avala. Sin embargo, el verdadero tránsito por el amor no puede definirse, ni puede condensarse en términos usados hasta el infinito para dar forma a lo informe.
Cuando de verdad el amor está dentro no puede ajustarse a las costuras del lenguaje. ¡Cuántas veces de tanto hablar de amor lo hemos perdido por el camino!. ¡En cuántas ocasiones, mientras decimos -te quiero- una y otra vez, el sentimiento está huyendo sin saberlo!.
Una mirada tiene mayor valor que mil palabras. Ese latigazo profundo y duradero de la retina que se hunde en el alma sin decir nada porque no lo precisa.
Muchos son los momentos en los que nos gustaría expresar con los ojos tantas y tantas cosas diferentes a lo que la palabra comunica. Para hacernos entender con la contemplación de lo que amamos debemos estar anclados profunda y serenamente en la emoción de querer permanentemente; solo así el otro podrá comprender el mensaje que va directo al corazón. Sin palabras que distorsionen el lenguaje del alma.
La próxima vez que digas TE QUIERO hazlo con el silencio y comprueba, cuando mires a los ojos, que el mensaje ha sido recibido por el otro corazón al instante.

viernes, 24 de agosto de 2012

EL VALOR DE LA FELICIDAD CONSCIENTE

Ayer reflexionamos sobre la felicidad y el modo de acercarnos a ella. Me ha gustado un comentario de uno de nuestros lectores sobre la plena felicidad puesta en el vientre de la madre como único lugar perfecto para ella. Me ha hecho pensar de nuevo.
Estoy de acuerdo en que la placentera cobertura del amor de la madre, hecha protección y elevada a la enésima potencia, dentro de sus entrañas es perfecta. ¡¿Dónde lograr ese único cobijo entre cálidos líquidos que nos mantienen a flote en una balsa de infinita ternura!?, dónde contar con un susurro tan cálido llegado de las profundidades de la garganta materna, dónde poder sentir el rítmico latido de un corazón que late fuertemente ante nuestra presencia!!. Sin duda, nada mejor.
Sin embargo, y reconociendo la impronta indeleble que todo ello deja en nuestro corazón para siempre, me planteo otra cuestión. ¿Es felicidad aquello que de lo que no se es consciente o no se recuerda? ¿Puede esta sensación de plenitud perdida en el cerebro límbico llegar al neocortex y sacudir nuestra vida racional?¿A pesar de la benefactora acción primaria de mantenernos y facilitarnos el crecimiento interno, y prepararnos para la vida en el exterior, puede rescatarnos de los avatares de la existencia una vez fuera?
No existiríamos sin el amor de nuestra madre. Estoy segura. Porque las molestias físicas y psíquicas que ocasiona la llegada de un bebé solo pueden obviarse desde el profundo amor de lo que es más íntimamente nuestro. Pero creo también que después de recibir la insustituible coraza del amor materno debemos tener herramientas para gestionar nuestras emociones; caminos, métodos y vías para resolver, de la mejor manera posible, lo que nos espera fuera cuando ya no está el calor materno, ni sus manos pueden apretar las nuestras, ni sus brazos rodearnos por completo para hacernos sentir que somos, para alguien, lo mejor del mundo.
Por eso quiero ser consciente de mi felicidad cuando me llegue y aprender el camino de ida y vuelta para poder regresar siempre a ella.

jueves, 23 de agosto de 2012

APRENDER A SER FELICES

Nos pasamos la vida sufriendo o teniendo la sensación de que hay que sufrir. Lo hemos aprendido desde muy pequeños. Hay frases, gestos, dudas, desesperanzas…que se nos quedan grabadas para siempre y de las que no podemos despegarnos.
El aprendizaje de la felicidad no deberíamos de tener que hacerlo. De hecho nacemos felices. Somos felices cuando somos bebés. Pero desaprendemos lo que se siente siéndolo y sobre todo dejamos de lado el camino del bienestar gratuito después de integrar a nuestro comportamiento los temores de los demás.
Frases como:…”Hay que aguantar con lo que llegue”…,”nos ha tocado esto”…”no hay más remedio que…”y otras semejantes han ido cincelando nuestra voluntad a capricho del miedo al futuro y el temor inminente a cada instante.
Creemos que el estado natural en el que debemos encontrarnos es el de inquietud. La expectación, la impaciencia y la ansiedad nos llevan a mantener una turbación interna que nos impide el disfrute de lo bueno que nos sucede mientras estamos temiendo lo peor.
No nos han enseñando que la felicidad se produce en la antesala de lo que esperamos como favorable. Muchas veces es este mismo tiempo de espera el que más puede complacernos. A veces, el logro de lo que tanto anhelamos tiene menos aliciente que lo que logramos soñar hasta que sucede.
Hemos de ser conscientes, en primer lugar, de la importancia positiva de las emociones en contraposición con el pensamiento heredado.  Podemos elaborar estados emocionales gratos; construirlos y engrandecernos con ellos. Beber de la fuente propia de la ilusión ante lo simple y lo sencillo, porque en ello está, la mayoría de las veces, la importancia de la satisfacción continuada.
En segundo lugar, hay que aceptar que la felicidad es efímera. Que tiene una curva de inflexiones que inexorablemente se producen. No se puede ser feliz continuamente, como no se puede dar muestras de lo contrario todo el tiempo.
En tercer lugar, asumir que la felicidad es una emoción básica que responde a factores muy diversos y que no debemos identificar con los estereotipos ligados al dinero, el poder o el sexo. Hay muchas formas de ser feliz; tantas como personas lo pretendan ser. Por ello, es urgente que cada uno se conozca bien y que logre distinguir qué es lo que realmente le hace sentir bien con independencia del resto.
Saber lo que queremos es importante pero lo es aún más diferenciar lo que no queremos. Entonces y sólo entonces habremos comenzado a caminar por la vía del disfrute propio. El nuestro. Si lo logramos se extenderá más tarde a nuestro entorno porque nada hay más explosivo y contaminante que una persona que es y se siente feliz. Aunque solamente sea a ratos.

miércoles, 22 de agosto de 2012

MIENTRAS LA VIDA PASA

Mientras la vida pasa nos dejamos aparcados a un lado, en muchas ocasiones. Tiramos de los frenos e inmovilizamos el corazón.
Lo que duele se convierte a veces en una inyección letal que nos mantiene dormidos aún despiertos. Queremos hacernos insensibles para no sufrir. Juramos y perjuramos no volver a entregarnos para no tener que sufrir la retirada y como siempre nos equivocamos una vez más.
Aparcarnos significa retirarnos del flujo de emociones que se disparan entorno nuestro a cada paso. Supone convertirnos en autistas de la emoción y esto siempre conlleva altísimos riesgos hasta para la salud.
Nadie puede evitar amar. No podemos manejar lo que sentimos como si se tratase de organizar los papeles de la oficina. Los sentimientos no van donde nosotros queremos. Son autónomos y deciden por sí mismos.
A veces, en ese mutismo al que voluntariamente nos sometemos hay que escuchar los mensajes que vienen de dentro y pararnos a conversar con ellos.
No siempre es tiempo de actuar. En ocasiones lo que realmente nos pide la vida es todo lo contrario. Parar. Pero detenernos no significa quedar al margen. No quiere decir salirnos del carril y quedar tirados en la cuneta. Suspender la frenética y dislocada actividad del corazón quiere decir reconducir, vislumbrar otros atajos, probar otros caminos, pero sobre todo tener la valentía de seguir.
         Por eso, cada vez que sintamos la necesidad de bajarnos del mundo, aminoremos la marcha simplemente, hagamos más lento el avance y pongamos el piloto automático. El caso es no detenernos. Seguir despacito sin perder el rumbo. Ya llegarán mejores tiempos en los que podamos correr de nuevo.
¡!Feliz tarde!!

martes, 21 de agosto de 2012

LA NECESIDAD DE CONFIAR

Todo en la vida depende de la confianza, hasta cuando nos traicionan en nombre de ella.
Muchas veces todo parece ir mal y las situaciones no mejoran a pesar del paso del tiempo. La vida nos regala sorpresas amargas en las que nuestras estanterías se desordenan y donde todo cambia su lugar pareciéndonos imposible.
Las religiones, en todas sus variantes, se apoyan en la fe. La necesidad de confiar más allá de lo que uno ve. Más lejos de lo que se percibe y más cerca de lo que se intuye.
Sin creencia no hay confianza y sin confianza solamente queda la desolación. Si los dioses nos rescatan es en base a la fe y es ella quien permite, a su vez, seguir creyendo.
Podemos mirar de frente la realidad del punto en el que nos encontramos. Podemos tender un pulso a la vida para ganar en ella la alegría de seguir adelante o podemos dejarnos caer sin más como si nos deslizásemos fácilmente por un tobogán hacia la pérdida del entusiasmo. La elección solamente depende de nosotros. Pero nada mejor que confiar. Tener la seguridad de que todo lo que comienza…termina, sea positivo o negativo, y sobre todo que la vida tiene sus ciclos, sus momentos malos…que tarde o temprano se transforman.
Me gusta pensar que son etapas en las que debemos aprender lo que aún nos queda por lograr una mejora en nuestra evolución personal.
Estoy segura de que no sólo se trata de aprendizaje, también hay exámenes en esta escuela de la existencia y tarde o temprano nos pondrán a prueba para comprobar si lo que hemos aprendido está en nosotros como tal progreso. Pero entonces, es el momento de creer aún más en nosotros mismos y confiar en que los momentos difíciles siempre pasan.
Elevemos la vista por encima de lo que nos sucede. Tengamos la capacidad de visualizarnos felices con nuestras dificultades superadas y confiemos en que todo está dispuesto a nuestro favor.
¡! Feliz y sereno día!!

domingo, 19 de agosto de 2012

PERDER EL CONTROL

Uno de los estados más dañinos y temidos por la mayoría es aquel en el que perdemos el control. Incluso este temor nos asalta sobremanera cuando estamos a punto de perder la consciencia…esa sensación de mareo que nos deja fuera de la vida normal, donde nada podemos sujetar y en donde nos vemos apartados del camino de todos.
Ya no contamos, ni podemos decidir, ni la vida nos espera para tomar decisiones. Caer en la pérdida de control puede ser uno de los miedos más profundos y aterradores que nos invadan.
Es uno de los temores que padecemos cuando caemos en una depresión. La profundidad de la oscuridad que cubra nuestro corazón nos lleva a temer por quedarnos a fuera de la vida, por bajarnos de ella y por parecer invisibles. Pone un velo sobre las intenciones y nos desnuda por dentro quedando indefensos ante las inclemencias de cualquier tiempo.
Perder el control, por la razón que sea, incluso de forma momentánea, como puede suceder en una discusión, equivale a perder parte de  nuestra alma y dejarla atrapada en el otro.
Posiblemente no podamos evitar las pérdidas de control que se derivan de la salud, pero sí que podemos intervenir en aquellas en las que sea un efecto del ego pidiendo protagonismo, no escuchando, impeliendo, magnificándose y avasallando.
No aguantamos estar equivocados. No tenemos un ápice de humildad para reconocer errores y nos cuesta inmensamente pedir disculpas. ¿Podemos dibujar una situación más caótica y favorable para que perdamos el control de nosotros mismos en muchas ocasiones?.
Recuperar el equilibrio no significa someternos a nada ni a nadie, sino encontrarnos con lo mejor nuestro y ponerlo al servicio de la sintonía con los demás. Porque en definitiva, si perdemos las riendas de nuestra propia dirección no estaremos haciendo otra cosa que ceder el poder que emana de nuestra alma a todo lo que en el exterior pugna por fagocitarnos.
¡! Feliz y sereno día!!

DOMINGOS LITERARIOS

SI TU ME OLVIDAS

QUIERO que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
PABLO NERUDA