Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 21 de septiembre de 2012

EL FUTURO EMPIEZA EN TI

Hoy me he dado cuenta de que el futuro comienza en el instante de cada uno.
Me gusta observar la conducta de los demás, principalmente por si con ello puedo mejorar la mía.
He comprendido algo que me va a ayudar seguramente. Los sinsabores que trae la vida sin esperarlos o los que se producen mientras esperas se pueden sobrellevar si tienes proyectos de futuro en tu mente y en tu intención. Nada hay mejor que preparar algo que te implique para después porque entonces el dolor queda en el presente y lo que se proyecta hacia delante es la ilusión por mejorar, por estar mejor o por ser útil.
Es muy importante crearnos situaciones donde nos posicionemos en la acción. No quedarnos quietos frente al dolor. La opción alternativa es hacer algo, lo que sea que nos mantenga activos mentalmente y entretenidos anímicamente.
Lo peor llega cuando uno se detiene. Cuando los recuerdos carcomen nuestra conciencia haciéndonos preguntas cuya respuesta ya ha sido dada por la vida. Entonces así, callados y quietos, somos presa muy fácil para cualquier tipo de males.
No hay futuro sin ti, aunque todos los demás lo tengan. No hay mañana si no lo esperas porque aunque exista no amanecerá de nuevo si no lo hace en tu corazón. Es fácil dejar que la noche se instale en él. A veces la oscuridad nos proporciona un falso cobijo en el que parece que nos encontramos bien…pero sin luz es más fácil perderse, equivocarse y tomar caminos erróneos.
Cuando tengamos ilusión por lo que en el mañana dependerá de nosotros, de nuestro esfuerzo, del empeño y el compromiso que pongamos en ello se nos abrirá una puerta hacia la esperanza en la cual, el presente doloroso y opaco pierde protagonismo para dar paso a la ilusión por lo que ha de venir.
Quiero soñar con un futuro en el que continúe siendo protagonista de mi vida, exista o no. Y vivir el presente con la sensación de no estar al filo de lo posible. Al fin y al cabo, el tiempo es una categoría mental donde marcamos una línea gráfica en la que colgar las ilusiones, si es que aún somos capaces de encontrarlas.
Quiero añadir un segmento más a mi línea temporal, cada día, en el que poder acomodar las fantasías que cuando nacen en mí… siempre están en el futuro.

jueves, 20 de septiembre de 2012

LO IMPOSIBLE

A veces me gusta pensar que no hay nada imposible. Que todo puede ser, tal vez no ahora, pero sí algún día. En realidad lo que busco es una disculpa para descansar mi hastío y la desesperanza de no tener lo que quiero conmigo.
 Nunca podemos tenerlo todo. La vida, nos enseña muy pronto que cada paso depende de una elección y que en ella se asumen riesgos. Sabemos que cuando uno toma un camino puede quedarse mirando al otro que dejó sin transitar por muchos años. Volviendo la vista a él aunque quede lejos y tratando de seguir viéndole a través de la bruma que lo separa de nosotros cada vez más.
Mirar atrás no es práctico, dicen los amantes del aquí y el ahora. Puede que no. Sin embargo, en ocasiones el alma quiere ver de cerca sin gafas de aumento y para ello busca la clarividencia en aquello en lo que se encontró plena o diáfana y a veces, eso, no está en el presente.
Volver al pasado no es tan malo si sabemos transitar por los recuerdos rescatando lo mejor que nos han dejado. No podemos evitar el depósito de sedimentos que cada uno va amontonando en el corazón y aunque pretendamos obviarlos con la razón, él los tiene presentes. Es una presencia callada para no molestar a la lógica del bien pensante que hay en nosotros, pero presencia al fin con el peso que ejerce en la conciencia.
Lo imposible es un imponderable que prefiero no considerar.  Al menos así puedo seguir adelante con el entusiasmo de que lo que anhelo llegará y con la intención de conseguirlo creyendo en un proyecto, del que formo parte, que lo dispondrá para mi.
Entonces todo cobra sentido y pienso que si determinadas situaciones y personas llegan a mi vida es porque forman parte del itinerario que aunque desconozco ahora, he aceptado previamente. Y me digo a mi misma que todo está bien y que poco a poco lograré entender el engranaje que me hace funcionar como lo hago pero sobre todo, mantendrá mi esperanza siempre dispuesta para hacer posible hasta lo que no lo parece.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

LAS ALAS DEL DESEO

Siempre me he imaginado al deseo con alas. Con enormes plumajes que sean capaces de acercarle a aquello que constituye la razón del desvelo, con un rítmico movimiento cargado de ternura dispuesto a llegar al corazón de su destino.
El deseo es tan necesario como la propia vida. Se trata de un ímpetu majestuoso que va calando hondo en las entrañas hasta que invade mente y alma. Un etéreo vapor de estrellas que incita a la búsqueda de aquello que vaga incandescente por nuestro interior. Sin deseo no existe nada, se muere lentamente y ninguna cosa peor que vivir muriendo sin  morir.
El mejor indicativo de que aún no nos hemos bajado de la existencia es precisamente desear. No importa qué. Pero desear.
La indiferencia es la tumba de la consciencia. Llega incluso un punto en el que nos convertimos en parásitos de los demás a base de no alimentar nuestros propios deseos y adherirnos a los suyos.
Hay que sentirse capaz de tener necesidades propias y hacernos protagonistas de urgencias personales como aspirantes al pódium de los que se arriesgan.
Necesitamos desear, más y mejor cada día porque sólo cuando uno quiere algo y lo quiere con vehemencia puede llegar a lograrlo.
Es fácil fantasear con las palabras sin darnos cuenta que caemos en la trampa mortal que nos preparan. Hablar no es actuar. Desear tampoco es conseguir. Hay que transitar un puente entre ambas acciones y comprometernos a sufrir lo que deseamos; porque a veces, lo que queremos no es lo que más nos conviene pero seguro que si parte de un sincero deseo del alma habremos, al menos, alcanzado la felicidad que a la que tanto aspiramos.
No hay más remedio que desear porque es el primer paso para avanzar hacia lo que nos gusta, nos emborracha de pasión o nos conmueve. Emociones todas ellas, demasiado olvidas en nuestro día a día de cada día.
¡En este instante he alumbrado un  nuevo deseo!...Haz lo mismo y decídete a ir en su busca.

martes, 18 de septiembre de 2012

LO CONTRARIO DEL AMOR

Desde siempre hemos creído que lo contario del amor era el odio.  Tanto lo hemos asumido así que nos parecía la otra cara de la moneda; la vuelta indiscutible de los sentimientos de afecto y cercanía. El rechazo y el dolor del odio se presentaban entonces como antónimos del amor sentido como culmen de las emociones cariñosas.
Me he convencido, a base de vivir la experiencia contraria al amor, de que no es el odio su revés, sino el MIEDO. En realidad cuando odiamos lo hacemos por temor. Por el inconfesable miedo a no ser requeridos más, a creernos traicionados, a sentirnos en la cuerda floja de nuestras propias dependencias y apegos.
El miedo niega, anula, destruye e incinera. Es un poderoso talismán para atraer todos los males; los peores, los que comienzan por rechazarnos a nosotros mismos, por sentirnos víctimas de otros y por no reconocernos capaces de responsabilizarnos de la parte que nos toca en lo que odiamos.
La indiferencia termina por anular los rastros del amor y es ella la que definitivamente nos aparta de sus bondades. No se castiga odiando a lo que se ha amado, se sanciona cuando se cubre de frío e insensibilidad aquellos sentimientos que un día brillaron como el fuego mientras ardían en aras del amor.
A pesar de lo que duele creer que no nos aman, por encima de lo que significa haber perdido en el camino, más allá de lo que supone el abandono o la despedida…está el amor sentido, aquel que nadie, ni nosotros mismos podemos borrar; el que vive espontáneamente sin que sea siquiera alimentado, ese que nos impulsa a continuar desde la seguridad de saber que el que nos odia solo está siendo deslumbrado por su propio miedo y que algún día será capaz de ver más allá de esa poderosa luz que ahora ciega para entender que el amor no se consume nunca. 

LA SEMILLA DEL UNIVERSO

He estado leyendo, este fin de semana, una revista científica donde aparecía un artículo sobre Darwin y el origen de las especies. Es un tema apasionante que no deja de darme vueltas a la cabeza…en qué punto, de qué manera, cómo se produjo la diferencia sustancial a partir de la cual todo fue distinto y el hombre comenzó a construirse como tal separándose para siempre de sus hermanos los homínidos.
         Las diversas teorías sobre el origen del universo se desdibujan cuando estamos frente a la creación más compleja y maravillosa que existe: el ser humano. Posiblemente, porque él es el universo. Lo contiene todo y en ese continente el contenido se dispone a su favor para desarrollarse infinitamente hasta llegar a la naturaleza divina que le constituye.
         Me he dado cuenta de que no importa conocer el origen del cosmos porque nosotros somos un resumen perfecto de él. En nuestro pequeño ecosistema aparecen reflejadas todas y cada una de las secuencias de la vida. Entendernos sería lo mismo que comprender la bóveda que nos cobija.
         Somos la semilla divina que germinó sobre la creación energética originaria. Lo somos todo y el todo nos contiene.
         He entendido, después de mucho que la respuesta está en nosotros mismos y que la mejor forma de estudiar el resto es mirar dentro de nuestro caudal vital.
         El laberinto que sentimos por dentro no es otra cosa que los caminos intrincados que el universo tiene para comunicarse; todos válidos y capaces de llevarnos a un punto, desconocido, lejanos, oscuro o disperso, en el que siempre aprenderemos algo más sobre nosotros mismos.
         Hoy he decidido aprenderme a mí misma. Eso me llevará a gozar de la grandeza del universo en un solo instante.

domingo, 16 de septiembre de 2012

VOLVER SOBRE MIS PASOS

Cuando cierro los ojos y pienso en el camino que queda atrás me doy cuenta de que si pudiese volver sobre mis pasos dedicaría mi vida a los demás de nuevo, pondría empeño en amar mucho más y hacerlo mejor; evitaría las condiciones y el miedo a equivocarme.
 Volaría más libre y más alto para estar cerca del cielo y sus bondades, pero también me quedaría pegada a la tierra para no olvidarme de ella y de sus miserias.
No me ataría a nada ni a nadie para poder ser de todos.
Volvería a repetir para otros, los susurros de las nanas de mi madre, el olor a pan con chocolate o su mano tierna en las caricias de la tarde.
Repetiría la sensación de mi primer beso y el de después y el último que puedan darme porque ese sentimiento te hace fuerte, te arropa y acompaña siempre aunque los besos… tarden.
Me gustaría pasar por todo porque todo enseña lo que deben darte, lo que eres, lo que los otros te quieren o lo que puedes negarte.
Lanzaría una cometa al aire con un simple mensaje. ¡Quiero ser amor para todos y no hacer daño a nadie!

DOMINGOS LITERARIOS

LO QUE ME QUEDA DE TI
Lo que me queda de ti lo tengo recogido en una caja dentro de mi armario; lo he guardado con mimo para que nada se estropee si llegas a preguntar por ello. Lo he adornador con aromas de azahares y naranjas para que siempre esté fresco y he bordado en su centro un corazón roto por no guardar un te quiero.
Lo que me queda de ti lo he puesto en lo alto de mi ego para que me ayude a continuar en el camino sin el temor de no tenerte ni sentir tus manos cansadas sobre mi cuerpo; y he buscado los poemas que me regalaste desde tu amor sereno y no encuentro ninguno que me diga que esto no es cierto.
Lo que me queda de ti se consume poco a poco en un fuego eterno que no descansa ni se apaga, que me devora sin tiempo. Y así con los ojos por espejos se refleja la luz que un día deposité en tu alma para hacerte bueno. Quise creer que era posible, quise pensar que podíamos querernos y me encontré con tu fría indiferencia aquí sentada esperándome de nuevo. Acurrucado en la rendija que te dejaba abierta ibas haciéndote más delgado cada día para seguir queriendo, así en tu mundo, respirando poco, a tu manera, con tu consuelo. El resto no te importa, el resto es del tiempo.
Quédate tranquilo, te he querido y aun te quiero. También a mi manera, sin querer volver atrás…mirando al cielo.  
¡Se feliz hoy, por ser tu día, por ser tu tiempo. Sé feliz mañana… siempre: te lo deseo!