Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 27 de octubre de 2012

NO ME GUSTA...

Hoy, seguramente, no voy a hablar de un tema en el que la mayoría opine igual porque cuando se habla de amor, en cuanto a sentimiento puro, se suele hacer referencia a  la ausencia del ego. Se pretende que el amor incondicional sea siempre autosuficiente y perdurable.
En esta ocasión, siento la necesidad de “necesitar” y de hacer valer lo que no me gusta y  no hacerlo mío nunca más.
La ausencia de urgencia en el otro me pone en un lugar aparte en el que no me gusta estar.
No me gusta acampar en la quietud, ni en las serenas aguas de un mar en calma.
No quiero la tibieza del sol de media tarde, ni la tenue luz de un cielo nublado. No me gusta el gris, ni el medio.
No me gusta el rostro sin sonrisa, ni las trenzas en el pelo.
 No me gusta el miedo. Por no gustarme no me gustan los ojos que siempre miran al suelo.
No me gusta la sopa fría, ni las palabras de doble sentido, ni una mano que apenas roza en un saludo amigo.
No me gusta el vacío en la mirada, ni unos labios ásperos llenos de palabras necias.
No me gustan las voces, ni los silencios que no son cómplices.
No me gusta el día sin esperar la noche.
No me gusta esperarte sin esperanza.
No me gusta seguir enredada en los recuerdos sin conocer el camino de vuelta.
No me gusta el olvido y sin embargo cuando el amor me olvida…busco la necesidad de saber que por él me muero.

jueves, 25 de octubre de 2012

ACEPTANDO OPORTUNIDADES


A veces, las oportunidades no llegan porque cerramos las puertas a la corriente de aire fresca que se acerca. Nos cuesta cambiar. Tememos lo nuevo, lo diferente. Estamos convencidos que al igual que “Cualquier tiempo pasado fue mejor” (y no siempre) o “Vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer “ ( y tampoco tiene por qué).
Lo bueno puede estar por llegar. Puede que esté a la vuelta de la esquina o que se haga esperar, aún,  un poco más. No conocemos el plan que hemos diseñado antes de venir a vivir las experiencias que cumplimos con nuestra biografía. Y es mejor así. No recordar lo que nos une con el antes, ni con el después nos posiciona en la libertad de elegir caminos diferentes y en la posibilidad de actuar de acuerdo al estadio evolutivo que vayamos alcanzando.
Cuando nos demos cuenta que en realidad aquí hemos venido a aprender a través de la experiencia, entonces sabremos también que son las vivencias las protagonistas de nuestra vida y que cuántas más se tengan más podremos mejorarnos.
La experiencia siempre tiene un punto de ganancia, un máximo en  las cotas de lucro que viene  determinado por lo que de humano hay en ellas. Es la relación con otras personas lo que enriquece, aprendamos o empeoremos con su trato porque aun en el último caso, seremos capaces de reconocer no sólo lo no que queremos imitar, sino lo que nunca desearíamos repetir.
Dar nuevas oportunidades a la vida supone abrir ventanas, vaciar cajones y deslizar puertas. Renovar los contenidos que no hacen falta o retirar aquellos que nos dañan, es imprescindible para que las oportunidades nos busquen a nosotros. Porque siguiendo las frases populares podemos asegurar que “Cuando el alumno está preparado, el maestro aparece”. Que es lo mismo que decir, cuándo estamos abiertos a lo que está llegando, sucede.
Si a esto añadimos la intención de lograr lo que anhelamos desde el punto central de nuestro corazón, con la sinceridad clarividente de saber lo que realmente queremos, entonces habremos despejado la ecuación: vivir significa aprender de otros y enseñar al resto ineludiblemente. Esa es la gran oportunidad de cada día, siempre.

miércoles, 24 de octubre de 2012

EL CANSANCIO DEL ALMA

El peor cansancio que podemos sufrir es el del alma. Mientras el cuerpo está cansado estamos dispuestos a reparar el desfallecimiento con un descanso reparador y sabemos que el equilibrio corporal se restablece, tarde o temprano. Sin embargo, cuando lo que se ha cansado es la ilusión, los sueños, las ganas de amar e incluso las de ser amado…no hay nada que pueda sacarnos de la profunda sima donde todo ha perdido el interés.
Si supiésemos mantener a salvo nuestra pequeña porción de entusiasmo podríamos recurrir a nuestra despensa particular y sacar un pedazo. A veces con poco basta. Otras es necesario emplear toda la orza para rescatarnos del desastre. Lo que sí es seguro es que la solución, como el problema está en nosotros. A nadie le pueden sacar de su escondite si no quiere ser visto. A nadie le pueden inyectar pasión si su corazón está vacío. A nadie impelerle a la acción si su movilidad es inexistente.
Es difícil reaccionar cuando uno está abajo porque la fuerza que nos acompaña cuando el ánima sonríe no aparece cuando necesitamos un abrazo. Pero de cualquier forma aunque lo que nos rodee nos sea propicio y todos nos quieran ayudar, la mejor ayuda está en la propia sabia. En libar el néctar del espíritu puro que nos constituye; en ponernos en relación con el centro mismo del corazón para pedirle ayuda.
Existen otras fuerzas que nos acompañan, invisibles tal vez, pero no intangibles. Podemos verlas con los ojos de la intuición que advierte en otro plano sensorial  e identificar las señales que nos indican el camino.
Cuando a pesar de todo uno se ve incapaz de remontar su propia cárcel, cuando realmente las fuerzas no nos asisten y el corazón se resiste a seguir el ritmo habitual…entonces no tenemos más remedio que acudir a los que se han ido y nos protegen desde el otro lado de la orilla. No hay más remedio que entonar un cántico de ayuda alertándoles de nuestra necesidad; el resto está hecho porque su respuesta es siempre un cabo resistente al que asirnos.
Remontar se convierte así en un camino que debemos construir nosotros mismos…poco a poco, no importa el tiempo. Solamente importa lo que día a día ganemos a la tristeza y el pedazo de sonrisa que iremos dibujando en nuestro rostro para regalárnosla al mirarnos al espejo.

martes, 23 de octubre de 2012

!!LO PENSASTE, LO CREISTE, LO CREASTE!!



Es un proceso sencillo, seguido y tan común que ni siquiera nos damos cuenta que somos los creadores de nuestra realidad, tanto si la queremos como si no.
Hay que tener cuidado con lo que pensamos porque indefectiblemente nos posicionamos en una vibración acorde con lo que en nuestro pensamiento tiene tanta fuerza y vigencia. Si nos ponemos en el caso de que estos pensamientos sean positivos efectivamente el motivo de júbilo está asegurado, pero por desgracia la mayoría de las ocasiones no pensamos sino con los temores, los miedos y los fantasmas que nos acechan sin cesar cuando no queremos que algo suceda o estamos inmersos en un proceso que nos altera e inquieta.
Las personas mayores, desde hace ya muchos años, tienden a mostrar una especie de superstición con la verbalización de los pensamientos negativos, de forma que cuando alguien cercano los expresan se apresuran a convencerlas para que no sigan hablando así so pena de que suceda en realidad.
No estan descaminados. Las afirmaciones tanto positivas, como negativas también tienen mucho poder y en base a su repetición se va creando la disposición del suceso que se pide o se teme.
Los pensamientos son el horno de lo que creemos, allí se cuece la fe, las convicciones y hasta la masa con la que se crean las desgracias o la felicidad.
Es muy fácil creernos lo que está tan sujeto en la mente. Llegamos a sentir que lo que pensamos es lo real y tenemos razón. Tanto si creemos que una cosa pasará, como si no, en ambos casos, repito, tenemos razón.
Creer es crear. Comenzar por pensar es como si tuviésemos en nuestras manos una bola informe de plastilina y la fuésemos dando forma con las aristas de nuestro desasosiego o con la redondez de nuestra esperanza.
Hagamos la prueba de comenzar a pensar en verde. El color de la esperanza lo invadirá todo y daremos tinte a la suave forma que habremos comenzado a amasar en el momento en que creamos que somos dignos de que lo bueno llegue a nosotros y de que merecemos realmente que una corriente de personas y sucesos maravillosos nos toquen con su mano estrellada.
¡!Pensemos, creamos, creémoslo!! ¡!Y empecemos ya!

lunes, 22 de octubre de 2012

CUANDO LA MENTE HABLA

Cuando la mente habla el corazón sobra. La mente lo invade todo. Su tiranía se impone implacable cuando analiza, indaga, revisa y saca conclusiones. A veces demasiado rápidas, otras excesivamente lentas.
Ella habla sin cesar. Nos convence de su autoridad y llega a hacernos sentir que es el camino correcto para enfrentar la vida. Pero el razonamiento lógico si bien mejora las posibilidades de sobrevivir, no está a la base de los mecanismos de defensa.
Desde las edades más primitivas, nos hemos abierto paso entre los peligros que acechaban continuamente con la intuición, con ese sentido del peligro que no pasa por la cabeza, sino por el corazón. Hemos huido o hemos luchado pero siempre lo hemos hecho desde la sabiduría del centro más importante de operaciones estratégicas en el medio de nuestro pecho.
La vida puede sobrevivirse en base a la dinámica de su ejercicio y éste no es otro que el amor, el afecto y la emoción. Si nunca hubiésemos recibido amor de nadie estoy segura que habríamos muerto.
Cuando la mente habla, deberíamos hacer bajar su tono y siempre mantener una postura en la revisemos los pensamientos como guardianes del equilibrio que debemos mantener.
 Dejar pasar los pensamientos negativos de largo. No resistirnos a ellos porque inexorablemente se cumple la ley de “A LO QUE SE RESISTE…PERSISTE”…por tanto, no nos resistamos a que lleguen, no les rechacemos…simplemente dejémosles pasar.
Las ideas luminosas, positivas y estimulantes pongámoslas cerca del corazón para reforzar el poder de sus emociones y así mediante esta simbiosis seguir caminando seguros de estar protegidos con el poder de un corazón que también “razona”.

domingo, 21 de octubre de 2012

EL ENANO INTERIOR

Todos dentro de nosotros tenemos un enano muy poderoso. Un ser diminuto que se impone como un gigante cuando los problemas aparecen y que se resiste a los cambios por no tener que demostrar de lo que es capaz.
El enano interior es idéntico a nosotros pero inmensamente grueso. Hace mucho tiempo que decidió comérselo todo. Desde nuestros miedos, a nuestra inseguridad; los temores a no ser capaces y sobre todo la autoestima que no encontramos por ningún lado.
Nuestro enano es sabio. Tan sabio que siempre se mantiene a salvo para seguir cumpliendo su misión: hacernos sentir muy pequeños frente a las adversidades y considerar la dimensión de éstas por la fuerza inexistente de este pequeño ser.
Los problemas, dejan de tener su dimensión real  cuando nuestro enano se hace cargo de ellos. Entonces, crecen y crecen sin medida. En esos momentos es cuando la voz de este diminuto ser se oye con fuerza para decirnos que no puede, que es incapaz de avanzar con tanta adversidad y que es mejor que te detengas y repliegues tus alas para temblar con tu miedo. Nos deja relegados al inmovilismo en el mejor de los casos. Otras veces nos empuja satisfecho por el abismo de la desventura y caemos, sin remedio, en un mar de sensaciones de desamparo, quimeras e impotencias cuya puerta se abre veloz hacia la depresión.
Hay que hablar con el enano interior. Tener una larga y serena conversación con él para decirle que debe irse, que su casa no es más nuestro corazón y que a pesar de agradecer su presencia cuando podíamos asirnos a las manos de otros…hoy tenemos las nuestras decididas a abrazarnos.
Hay que convencerle de que cruce el umbral del miedo, de que emigre a otras tierras y anide en otros mundos en los que le ayuden a crecer.
Hay, en definitiva, que estar decididos a verle marchar, a despedirle con ternura para poder, más tarde, saludar al poderoso ser que abrigamos.
Cuando deje nuestra casa, ésta se llenará de luz y habremos comprendido entonces…que no hay medida en nuestra fortaleza y que ésta no depende de nada más que de de la fuerza inmensa de creer en uno mismo.

DOMINGOS LITERARIOS

QUÉ HABRÁ SIDO...
Qué habrá sido de ti
Ahora que yo no te cuido,
Ahora que yo no te mimo
¡Qué habrá sido, cielo mío!
Que habrá sido de tu pluma
de cantos de muerte bañada
qué de tus heridas y llagas
qué de las lágrimas no derramadas.
Qué habrá sido de tu silencio
Con el que ya ni siquiera me hablas
Qué de tu mano fría
En mi regazo reposada.
Qué habrá sido de tu dulce y agria mirada
Qué de tu pena árida y amarga.
Qué harás ahora con nuestras horas
esas que la noche nos regalaba
qué harás tú solo aunque
en los brazos de otra gozaras
Qué harás ahora que te has ido
Si mi corazón no entiende
que nunca más tendré tu llamada.
Aunque otras ilusiones derrochen en ti
la emoción que a mí me dabas
No podrás nunca olvidarme
Porque me llevas contigo…
!allá donde vayas!