Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 31 de diciembre de 2013

MIS MEJORES DESEOS PARA EL 2014





…Quisiera dar la mano a cada uno de los lectores de este blog, apretarla suavemente y hacer un círculo  en el que poder  mirarnos a los ojos…quisiera que la luz de mi corazón hiciese un enorme lazo con cada uno de los vuestros y sentir, cómo unidos, damos la bienvenida al año que nace…
         …Quisiera que todos soplásemos un beso al centro de nuestro espacio compartido…y con él un deseo, el más anhelado, el que nace de la necesidad más profunda del alma, aquel que sobre los demás implora ocupar el primer lugar…cerrar los ojos y dejarnos llevar por el sueño de lograrlo…
         ...Quisiera que la luz del primer día del año nos bañase con una sonrisa y depositase en cada uno de nosotros, nuevas oportunidades para ser felices…

         ¡!!  Mis mejores deseos para este tiempo nuevo que comienza y mi más profundo anhelo de que el AMOR nos roce siempre…una vez que lo haga…será fácil acomodarlo en el corazón!!!
  ¡!!   FELIZ   2014 ¡!

lunes, 30 de diciembre de 2013

LOS DESEADOS CAMBIOS



         Siempre  que llegamos a fin de año, uno piensa en los cambios que siempre desea para sí. Es como si nos pusiésemos al filo de la voluntad, rodeando lo posible y anhelando que suceda.
         Lo mejor es conocerse a sí mismo y saber qué puntos débiles tenemos. Conocer lo mejorable y desear el progreso. Revisar cada rincón de la mente y cada habitáculo del corazón y explorar, una vez más y sin debilidades, aquello que por fin queremos modificar.
         Solemos perdonarnos a nosotros mismos en materia de cambio. Sobre todo si nuestras debilidades caen en vicios inocentes o inconfesables, da igual la magnitud del arraigo.
         Modificar la conducta siempre es costoso pero tiene un premio muy gratificante y es demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de llevar el timón de nuestra vida, por pequeña que sea la variación.
         Tengo la costumbre de hacer listados, en la Nochevieja, de aquello que aún siento como problemático, dificultoso o erróneo en mi forma de actuar. Casi siempre aparece la impulsividad encabezando aquello que debe progresar. Me ha traído muchos dolores de cabeza. Mi corazón siente y después piensa. Pronto descubro que lo ha hecho demasiado tarde y que ya estoy metida en las arenas movedizas sin desearlo.
 Tengo que darme tiempo. Contar de 1 a 10.000 porque de otro modo mis impulsos parecen un resorte siempre dispuesto a responder. Luego llega el arrepentimiento, las ganas de deshacer lo hecho y la obsesión por recomponer el caos que se forma en mi interior cuando compruebo que una vez más me ganó el instinto básico.
         Saber decir “no” a tiempo, tomar decisiones en las que debamos empeñar la voluntad, la fortaleza y la destreza emocional, proponernos metas posibles pero necesarias y optar por lo que nos mejora a la larga siempre es un reto inacabado que puede rellenar los listados de cada fin de año. Eso sí, siempre que estemos dispuestos a intentarlo, al menos con un primer paso; no olvidemos que se precisan solamente 21 días para comenzar a transformar un hábito y que si el día 1 damos ese paso en la salida de la carrera, solamente nos quedarán 20 por soportar con cierto sufrimiento.
         Dicen que el resto es sencillo. Habrá que probar.

domingo, 29 de diciembre de 2013

DOMINGOS LITERARIOS



LO QUE DEJA LA NAVIDAD

Lo que deja la Navidad 
es tu amor con un lazo,
Tu sonrisa eterna sobre mi abrazo,
El calor de tu mirada sobre mi regazo.
Lo que deja la navidad 
es un año atrás sin descanso,
El olor a lucha, a contienda 
y a huída del fracaso,
La gloria de tenerte 
sin dudas ni ocasos.
Lo que deja la Navidad
 es una estrella con retraso,
Un te quiero sobre los labios,
 siempre pronunciado,
El olor a piel mojada 
sobre un lecho de nardos,
El sabor a tu boca fresca 
llena de menta y chocolate amargo.
Lo que deja la Navidad 
es hojarasca seca bajo el tejado,
Nieve deshecha 
en el fondo de las manos,
calor de tu cuerpo 
sobre el mío volando,
Y unas ganas locas de seguir 
la gloria atravesando
Cada día que te miro, 
cada minuto que te amo.
Lo que deja la navidad 
es un mundo nuevo esperando
Que tu y yo seamos uno, 
bajo la luna llena mirando.

viernes, 27 de diciembre de 2013

EL DÍA DE CADA UNO



El día de cada uno no es el de nuestro santo, ni aquel en el que hemos nacido, ni siquiera coincide con fiestas, onomásticas o celebraciones determinadas. El día nuestro es aquel en el que decidamos sentirnos bien, donde instalemos la tranquilidad y elijamos lo que verdaderamente nos gusta.
         Un día en el que todo esté a nuestro favor, dónde estemos rodeados de lo que nos llena de felicidad, en el cual nos podamos dar un capricho y en el decidamos cada una de las acciones que vayamos a protagonizar.
         Nada hay más placentero que dedicarnos un día a nosotros mismos. Un día en el que seamos nuestros propios amantes, en el cual estén prohibidos los enfados, las malas caras y las expresiones de desagrado. Un día especial, en el cual, lo más exclusivo que haya lleve nuestro nombre y apellidos.
         Este día puede ser compartido o podemos vivirlo en solitario. Si lo compartimos, hemos de hacerlo con una persona especialmente afín a nosotros. Alguien que nos llene de gozo, un ser con el que sintamos que la vida se mejora y que con su presencia todo prospera. Si por el contrario, lo vivimos en solitario hemos de dialogar con nuestro interior, preguntarle por lo que quiere hacer y dejarnos llevar por la necesidad de sentirnos bien.
         Deberíamos reservarnos un tiempo nuestro, un espacio y un lugar. Y deberíamos hacerlo antes de final de año si no lo hemos hecho aún. Posiblemente sea un buen momento para hacer balance de lo que hemos vivido durante los 365 días que están cercanos a terminar. Tal vez también, podamos encontrar razones nuevas para plantear el año que comienza o rescatar el aprendizaje que nos ha dejado cada una de las dificultades que hemos vivido, las luchas en las que hemos participado o los errores y las equivocaciones a los que nos hemos sometido.
         No es mal momento para decir a todos que se arreglen solos por un día, que tenemos una cita con nosotros mismos ineludible y que de ella depende que sigamos adelante con la fortaleza necesaria para seguir regalándonos con lo mejor que somos.  

jueves, 26 de diciembre de 2013

LAS OTRAS NAVIDADES



Hay muchas Navidades distintas. Estamos en un momento especialmente complicado y eso parece justificar que el color y el brillo de estas fiestas sean diferentes. Pero en realidad, hay muchos mundos en éste. Muchas situaciones diversas, momentos duros, enfermedades, accidentes, falta de recursos, odios añejos y diferencias insalvables que en este tiempo distinto aumentan como si la levadura hubiese hecho su efecto después de reposar a lo largo del  año.
         La Navidad está dejando de gustar a mucha gente. Ha perdido gran parte, o todo, de su sentido religioso, del que realmente le confería un tono íntimo, entrañable y recogido. Se le ha escapado la magia que solamente se conserva en los niños muy pequeños, y aún éstos van perdiendo el encanto de creer en los Magos de Oriente para recrear a un personaje más americano que saben que no es real pero que simboliza la llegada de regalos añadidos.
         Lo que no podemos dudar es que es un paréntesis en la vida diaria. Algo se altera con ella, de alguna forma, sea como sea y responda a la obligación o a la devoción, tenemos la mente dispuesta de otra forma.
Es bueno también ver otras navidades, las de quienes sufren sin fechas en el calendario, las de aquellos que sienten carencias siempre y sin ningún alto en el camino, la de los otros, los raros, los que nos producen indiferencia o rechazo, los que van por otra acera, los que salen del armario o los que son como una cesta. Todos aquellos que son objetivo de nuestra diana, punto de mira de nuestra revolver, centro de nuestro juicio y nuestra condena.
No  imaginamos a otros cuyas navidades se esfuman antes de comenzar. No queremos penas al lado, ni enfrente, ni encima, ni debajo. Preferimos creer que todo es brillo, espuma y brindis por doquier. Pero. de vez en cuando, no está mal pasarse por los hospitales, por las calles y esquinas, por las plazas con bancos, por las papeleras y contendores y por  cualquier lugar donde haya personas que sufren, que carecen, que penan, que temen, que  están condenadas, que son juzgadas y que están muy lejos de tocar la estrella del cielo navideño.
Posiblemente, la verdadera navidad sería no olvidarse de ellos aunque nada más sea para relativizar los problemas que nos asisten.