Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 10 de diciembre de 2013

¿CÓMO COMIENZAS EL DÍA?



La hora de la comida que más me gusta es el desayuno. Delante de una taza de café uno puede pensar y decidir cómo va a ser el día. Posiblemente, suene atrevido aludir a “decidir el día” pero de alguna forma podemos hacerlo así.
Es importante el desayuno. Hay que hacerlo, y deberíamos dedicar un tiempo a sentarnos y planificar el resto del tiempo, hasta la noche, desde ese punto de mira. Un desayuno rápido, de pie y en pocos segundos, evita la posibilidad de serenarse para lo que nos queda.
Seguramente pensamos que el día es imprevisible. Y lo es. Lo que de verdad podemos disponer en él, es la actitud que mantengamos a lo largo de su desarrollo.
Si logramos tomar el café sentados y a ser posible, en soledad, comprobaremos que nuestra mente toma el camino de ordenar cada paso a dar y en ese territorio que prefijamos, en el que el zar dispone,  poder encontrar el mapa adecuado para seguir la ruta.
El desayuno es una oportunidad para mirar la acción desde el reposo e impulsar la voluntad para levantarnos con fuerza y comenzar el día. Con él, no solamente comenzamos a nutrir el cuerpo, sino la mente. Es una especie de energizante que permite saltar barreras antes de encontrarlas.
Deberíamos dedicar tiempo a este rito y no resolverlo de pasada en unos instantes imperceptibles.
Yo al menos, cuando desayuno pienso en lo que voy hacer, en cómo me voy sentir aunque las dificultades lleguen y, en ese momento, me veo a mi misma dispuesta a poder con todo. Es una especie de momento mío tras el que salgo confiada y entregada al mundo, no sin antes haberme repetido una y mil veces, que pase lo que pase, solamente yo tengo la llave para decidir qué sentir y cómo manejar lo que siento.
Siempre es un buen comienzo del día. Seguro que funciona en todo el mundo. Sólo hay que probar.

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