Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 23 de febrero de 2013

EL PROBLEMA DE LA PERCEPCIÓN



En muchas ocasiones, la percepción de la realidad es tan diferente entre los que la vivimos que no podremos jamás llegar a un entendimiento. 
 Lo que parece de una forma, posiblemente tenga otra explicación muy distinta y las consecuencias de una interpretación errónea puede llevarnos a pagar con mucho dolor.
La única forma de ganarle la batalla a este procedimiento inevitable es ahondar en lo que sucede, preguntar, investigar y cerciorarnos con nuestra correcta percepción de la realidad, de lo que ha acontecido.
De otro modo, las consecuencias serán fatales para todos.
Veamos cómo, a través de este cuento, nos solemos equivocar tan fácilmente en lo que apreciamos que actuamos errando y perjudicando siempre a otros o a nosotros mismos.


Un jinete vio que un escorpión venenoso se introducía por la garganta de un hombre que dormía tumbado en el camino. El jinete bajó de su cabalgadura y con el látigo despertó al hombre dormido a la vez que le obligaba a comer unos excrementos que había en el suelo. Mientras, el hombre chillaba de dolor y asco:
“¿Por qué me haces esto?” “¿Qué te he hecho yo?”
El jinete continuaba azotándolo y obligándole a comer los excrementos. Instantes después, aquel hombre vomitó arrojando el contenido del estómago con el escorpión incluido. Comprendiendo lo sucedido agradeció al jinete el haberle salvado la vida, y después de besarle la mano, insistió repetidamente en entregarle su humilde sortija como muestra de gratitud, al despedirse preguntó:
“Pero, ¿por qué sencillamente no me despertaste? ¿por qué razón tuviste que usar el látigo?”
“Había que actuar rápidamente” -respondió el jinete-
“Si sólo te hubiese despertado, no me habrías creído, te habrías paralizado por el miedo, o habrías escapado. Además, de modo alguno, hubiese tomado los excrementos, y el dolor de los azotes provocaba que te convulsionases, evitando que el escorpión te picara”.
Dicho lo cual, partió al galope hacia su destino.
No lejos de allí, dos hombres de una aldea vecina habían sido testigos del episodio, cuando regresaron juntos a sus paisanos, narraron lo siguiente:
“Amigos, hemos sido testigos de unos hechos muy tristes que revelan la maldad de algunos hombres. Un pobre labrador dormía plácidamente la siesta a la vera de un camino, cuando un orgulloso jinete entendió que obstaculizaba su paso, se bajó de su caballo y con el látigo comenzó a azotarlo por tan mínima falta. No contento con eso, le obligó a comer excrementos hasta vomitar, le exigió que le besara la mano y además le robó una sortija. Pero no os preocupéis, a la vuelta de un recodo hemos esperado al arrogante jinete y le hemos propinado una buena paliza por su deplorable acción”.

viernes, 22 de febrero de 2013

CERRAR PROBLEMAS, ABRIR SOLUCIONES



El método del “problema-reacción-solución” es uno de los más eficaces cuando estamos frente a un conflicto.
Cuando nos adentramos en una situación que nos plantea dificultades lo peor que podemos hacer es quedarnos inmóviles porque la avalancha de agua nos puede arrastrar. Hay que reaccionar, aunque nos tomemos un tiempo previo para dilucidar en qué posición nos deja las nuevas circunstancias. No podemos parar por mucho tiempo, porque la vida misma es cambio continuo y el inmovilismo tiene un precio muy alto.
Lo que más descoloca al enemigo es nuestra movilidad. El no saber a ciencia cierta dónde estamos ni cuál será el siguiente paso que daremos. Ser demasiado previsibles puede llevarnos a perder siempre. Hay que ganar tiempo y espacio en la batalla y posicionarnos de forma que nuestra estrategia nos favorezca a nosotros y no a nuestro contrario.
Es verdad que hay que recurrir a la calma en las grandes catástrofes de la vida y como primera medida, relativizar las consecuencias. Nada es tan importante como para adoptar una postura extrema porque al fin y al cabo, dentro de unos cuantos años, en el mejor de los casos, absolutamente ninguno de los que ahora estamos leyendo esto, estaremos aquí. Por lo tanto, tomar consciencia de la posición y valorar las pérdidas es una necesidad de urgencia que en ningún caso debe arrastrarnos tras el desastre. Tras éste, hay que tomar decisiones en escala; es decir, ir procediendo paulatinamente, en sucesión ascendente y con un objetivo favorable a la vista.
Debemos conseguir que el caos nunca sea nuestro. Dejar pasar lo intrascendente para abrir la puerta a las soluciones posibles, certeras y prósperas para nuestro bienestar.
         Todo tiene un precio y a veces, es inevitable hacer daño y que nos lo hagan. Siempre pienso, sin embargo, que tras la derrota uno, con el tiempo, mira de distinta forma lo sucedido. Primero con rabia, desprecio e ira. Más tarde repartiendo culpas. Posteriormente con la benevolencia de quién rescata de los recuerdos lo mejor que pudo vivir.
Debemos reaccionar y seguir plantando cara al mundo sin miedo a ser devorado por él.
 Los valientes son siempre aquellos que saben llorar cuando deben y levantarse de nuevo, cuando lo necesitan.
  

jueves, 21 de febrero de 2013

LA ESTRATEGIA DE LA DISTRACCIÓN



         Hay problemas que no podemos quitar de la cabeza. Acontecimientos que nos desbordan, noticias inesperadas que nos asolan o simplemente ideas que se repiten en nuestra mente y que son las responsables de los fantasmas que nos acompañan siempre.
         A veces, gran parte de este rosario de males mentales solamente viven en nuestro interior, pero somos tan buenos constructores que podemos levantar auténticos rascacielos con ellos. Lo peor de lo que consideramos inconvenientes es que no valoramos su parte positiva, porque todo en la vida la tiene.
Sobredimensionamos consecuencias que,  o no llegan, o no lo hacen como las recreamos en nuestra testaruda cabeza únicamente empeñada en mantenernos siempre preocupados.
Es una excelente estrategia la de la distracción. Mantenernos ocupados en temas sin aparente importancia, cautivados por hobbies que nos agraden o simplemente, por actividades que nos dejen resbalar por el tiempo ocupados constantemente.
Hay que desviar la atención hacia lados de la vida más amables. Se trata de dejar que la vida resuelva lo que parece que no tiene solución o, que al menos nosotros, no  podemos encontrarla por más que nos empeñemos en ello.
Mi madre solía decirme siempre que la mejor terapia para los problemas era la “actividad”. Estar ocupado, hacer algo, invertir el tiempo en utilidades, por pequeñas y simples que nos parezcan.
Este método tiene una magia especial, una capacidad inmediata de desviar la atención y descentrar la reiteración con aquello que nos hace daño o nos convierte en esclavos de lo que tememos.
Por eso, cuando más preocupada estoy más recetas de cocina me apetece elaborar.
Muchas veces, una tarta me ha salvado del malestar de un buen disgusto. Ha puesto un punto dulce en mi boca con el que me he enfrentado mejor a él o, al menos, me ha obligado a sentarme frente al resultado de mi distracción y por un momento he pensado en otras cosas.

martes, 19 de febrero de 2013

COMO SE CONSTRUYE EL MIEDO



         Uno de los peores sentimientos que podemos tener es el miedo. Se trata de una emoción negativa y restrictiva. Nos anula y nos deja sin capacidad de reacción. Es como si alguien apretase un botón y nos congelase al instante.
         Los miedos se construyen en la mente poco a poco, la mayoría de las veces. Los niños son valientes por desconocimiento del riesgo pero ese ímpetu ante lo desconocido les lleva a generar dentro de sí una fortaleza sin igual.
         Vamos fundamentando miedos cuando comenzamos a construir nuestra autoestima desde la infancia. El valor de uno mismo se elabora al contrastar lo que sentimos internamente con los modelos que vemos y en ese momento se genera una reacción de adhesión o rechazo que nuestra mente nunca olvidará.
A pesar de la generalizada idea de que una imagen vale más que mil palabras, pienso que lo que escuchamos cala hondo, muy hondo.
No es fácil borrar de la memoria, aquellos: “calla, tú no sabes”, “nunca dices nada que valga la pena”, “no digas tonterías”, “siempre te equivocas”, “tú a la cocina”…y esas otras muchas frases que aparentemente son inocentes pero que dejan una huella indeleble con la que nos encontramos taponando la valentía y la fe en nuestro valor.


         Debemos aprender a derribar ladrillo a ladrillo el muro que pesa tanto en nuestros recuerdos porque es la única forma de ver la luz.
En último término, ¡a qué podemos tener miedo!...lo que peor que nos puede pasar tal vez lo estemos sufriendo en silencio y sin admitir que es así pero cargando con las consecuencias de estar llenos de minas por dentro y temiendo, siempre, pisar una de ellas.
Más allá, siempre habrá luz…o al menos eso creo.

EL ESPACIO ENERGÉTICO EN TI



Volviendo a leer la entrada de ayer reparé en esta frase: …”La energía Universal no crea algo de la nada. Sólo crea aquello para lo que ya has establecido el espacio energético en tu propio mundo”. Si realmente esto es así, tendríamos la posibilidad de crear absolutamente todo lo que nos sucede, lo bueno y lo peor.
“…Tú tienes toda la sabiduría y el conocimiento del Universo a tu disposición y tu capacidad de utilizarlo sólo está limitada por tu sistema de creencias.”… Creer en uno mismo se convierte, entonces, en la llave de todo lo posible y lo imposible.
Todo esto sería muy bonito, muy útil y muy necesario si pudiésemos creer en ello fielmente. Lo peor es llegar a ese punto. Ya es bastante si estamos leyendo esto, si lo pensamos, si le damos crédito dentro de nosotros. Es bastante si nos acercamos con curiosidad o si esas mismas ganas de aferrarse a uno mismo, nos llevan lentamente  a discurrir por el mensaje que hay en estos pensamientos y de paso a tener fe en ellos.
A veces, cuando me siento mal quiero recurrir a estas afirmaciones en las que todo puede cambiar con un chasquido mental y un latigazo energético del corazón. Quiero pensar que es posible, cierro los ojos e imagino una gran pantalla de fondo blanco donde escribo, mentalmente, con letras inmensas, lo que me sucede, lo que deseo, la gratitud que tengo o la ayuda que preciso.
Quiero imaginar que alguien está recibiendo mi mensaje, que lo recoge instantáneamente y que sin más el milagro sucede y se abre dentro de mí ese canal energético de recepción por donde comenzará a obrarse el cambio.
No sé si lo que hago tiene algún sentido. No sé si posee ese efecto que pongo en mi intención. Lo que sí sé es que me deja tranquila…al menos por un buen rato y que, entre las veces que se cumple y las que espero que lo haga se me pasa mejor la vida y sus quimeras.