Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 3 de agosto de 2013

EL ARTE DE NO AMARGARTE LA VIDA



El psicólogo español Rafael Santandreu entrega las claves y asegura que es necesario combatir las creencias irracionales que nos asustan.

         Que uno se caiga en la calle; que los niños se enfermen; que te quedes en el paro; que tu mujer te deje; que tu marido sea infiel; que tu hijo repita de curso; que se pinche un neumático en plena carretera; que te dobles un tobillo caminando; que el metro esté lleno; que no puedas dejar de comer ni engordar; que el día esté nublado y tantas cosas más…

             ¿Desgracia tras desgracia? Tal vez, pero el autor de “El arte de no amargarse la vida”, Rafael Santandreu, las prefiere llamar adversidades.

            El cómo se reacciona es lo que marca la diferencia entre una y otra, porque las alternativas, según el psicólogo español, son simplemente aceptar la realidad o convertirse en un ser rabioso, gruñón y amargado porque las cosas no son como uno quisiera que fuera.

Es que para no amargarse la vida y hacer un juicio exacto sobre lo que sucede se requiere talento, dedicación, perseverancia y sobre todo, cambiar la forma en que se responde cuando aparecen esos “malos momentos”.

               “Los seres humanos tienen unas 20.000 pequeñas adversidades a lo largo de su vida, lo cual es un dato que hay que tener en cuenta para no amargarse, porque eso no se puede evitar, aunque seas eficiente o responsable”, sostiene Santandreu.

                Según la experiencia del connotado especialista, esta forma de vivirse la vida, amargada, va acompañada de depresión, ansiedad y obsesión y que cuando uno se deja atrapar por esos estados lo que se pierde es la facultad para vivir plenamente.

          “Que diferente es surfear la vida por encima de sus olas a vivir sumergido, siempre medio ahogado, vapuleado por las corrientes marinas ¡Gozar la vida o sufrirla como si fuera un mar hostil que nos domina!”, escribe.
                 El libro, pretende ser un manual didáctico para aprender paso a paso este “arte”, que se plantea como principal objetivo alcanzar la plenitud. Para ello, el experto propone un método simple y claro para que cada persona se vuelva más fuerte en el ámbito emocional.

            El contenido proviene de la psicología cognitiva y también se basa en estudios y ensayos científicos de primera línea, de acuerdo a lo que plantea el autor.

            Es que este español, quiere que quién lea su texto salga de su vida “normal”, gris o estable; se entusiasme y aproveche todo su potencial. De ahí que eche mano a varias historias y biografías, de Stephen Hawking y el actor Christopher Reeve, que claramente son ejemplos de personas que salieron adelante a pesar de sus grandes dificultades.

              Aclara que no importa la edad que uno tenga y afirma que, cualquier escéptico y hasta las personas más vulnerables pueden lograr salir de su amargura. La clave, señala, es transformar la manera de pensar, la filosofía personal y el diálogo interno. 


                El mensaje de “El arte de no amargarse la vida”, se podría resumir en la cita del filósofo griego Epicteto: “No nos afecta lo que nos sucede sino lo que nos decimos sobre lo que nos sucede”.

               Es decir, para Rafael Santandreu uno debería aprender que, entre los hechos externos y los efectos emocionales existe una instancia intermedia, llamada pensamientos.

           “Si hay un pensamiento catastrofista de seguro que la emoción como reacción será de la misma índole”. Y esto, dice que ocurre con mayores frecuencias en las personas vulnerables a nivel emocional y que suelen calificar todo como “terrible”. Entonces, bautiza a esta forma de pensar como una enfermedad que llama “terribilitis”.

                  El padecimiento, según describe, tiene como base la tortura mental y surge a partir de “creencias irracionales”, que se sostienen a nivel personal y social en forma cotidiana, y que se caracterizan por ser falsas, exageradas, inútiles y además, no ayudan a resolver el problema y producen malestar emocional.

                   “No creerse estas ideas irracionales te permitirán disfrutar al máximo de las ventajas de la vida moderna sin que te vuelvas neurótico”, aconseja. Para no perderse, Santandreu da una lista con 10 ideas principales que afectan a las personas de nuestro tiempo y que reproducimos al final de la nota.

              Su propuesta, es que todos manejemos como base esta información para luego poder aplicar su método, que sintetiza en tres pasos: 

1. Detectar todos los días qué creencias irracionales se han mantenido a lo largo del día, que han producido malestar emocional.

2. Combatir esas ideas irracionales mediante tres diferentes argumentos, de comparación, de posibilidades y existenciales, donde la pregunta es “¿qué será de mi y del problema que me preocupa dentro de 100 años. La respuesta es clara, nada, estarás muerto y esta adversidad habrá dejado de tener ninguna importancia”.
3. Formular, finalmente, las creencias racionales correspondientes, que son generalmente más sensatas y alegres.

                     Es que la terapia cognitiva en que se sostiene este método es una terapia de argumentos y no un ejercicio de pensamiento positivo. Entonces, para que sea realmente efectiva requiere que cada uno trabaje en su propio sistema de creencias y que pueda calificar una adversidad utilizando siempre criterios que sean ante todo, constructivos.

A continuación, las creencias irracionales más comunes que se deben eliminar para no amargar la vida: 

1. Necesito tener a mi lado a alguien que me ame: de lo contrario, ¡qué vida más triste! 
2. Tengo que ser alguien en la vida, aprovechar bien mis cualidades y virtudes. De lo contrario, me sentiría fracasado. 
3. No puedo tolerar que la gente me menosprecie en público. Debo saber responder y defender mi imagen. 
4. Debo tener una casa en propiedad. De lo contrario, soy un maldito fracasado muerto de hambre. 
5. Tener buena salud es fundamental para ser feliz. Y lo más deseable es vivir mucho tiempo; cuanto más, mejor: ¡incluso 100 años o más! 
6. Tengo que ayudar a mis familiares: padres, abuelos, hijos… mi ayuda es fundamental para su felicidad. 
7. Si mi pareja me pone los cuernos, no puedo continuar con esa relación. La infidelidad es una cosa terrible que te destroza por dentro. 
8. Tengo que tener una vida emocionante. De lo contrario, mi vida es un aburrimiento y, de alguna forma, un desperdicio. 
9. Más siempre es mejor. El progreso siempre es bueno y consiste en tener más cosas, más oportunidades, más inteligencia…; esto es obvio en el caso de desear cada vez más y más cosas buenas como paz y alegría. 
10. La soledad es muy mala. Los seres humanos necesitan tener a alguien cerca porque si no, son unos desgraciados.
         No tiene desperdicio estas reflexiones de hoy y creo que a todos pueden venirnos muy bien alguna vez.

 
http://libros.about.com/gi/o.htm

viernes, 2 de agosto de 2013

LAS TRAICIONES



         La vida no es lineal. Hay épocas en las que todo parece sonreírnos y otros momentos en los que todo nos condena y ejecuta. Siempre me he planteado si cuando llega el declive, cuando realmente todo va mal, la mejor actitud es la aceptación o la resignación.
         Ambos conceptos no son idénticos.  Aceptar significa entender que las cosas pueden torcerse, que nadie estamos libres de traiciones, de venenos y puntillas de personas que no nos merecen pero que tenemos la esperanza de que todo mejore con la serenidad de comprender que, una vez más, estamos aprendiendo y en ese aprendizaje buscamos soluciones.
         Resignarse alude a una actitud pasiva de sometimiento a las circunstancias. Un bajar la cabeza y agachar el cuerpo para esquivar el resto de los golpes que queden. Significa la renuncia a la lucha y por tanto, la falta de fuerza y valor para buscar caminos alternativos.
         Lo peor que puede pasarnos es que nos fallen personas en las que tenemos confianza, gente que nos ha parecido íntegra, compañeros, amigos y amores que nos han hecho creer en ellos para más tarde traicionar nuestra fe en su corazón. Pero no podemos cerrar los ojos. Esto sucede cada día y alguna vez, nos toca.
         Cuando pienso en las personas que viven sin respetar siquiera su propia dignidad ni la de los demás, siento pena. Posiblemente, nada haya más doloroso que comprobar que aquella confianza que pusiste en otra persona se usa contra ti. Pero la peor parte la llevan ellos mismos porque no son capaces, ni lo serán nunca, de comprometerse  con los valores mínimos que deben definir a una persona honesta y bondadosa.
         Siento que les queda mucho por evolucionar, que les faltan experiencias dolorosas que pasar y mucho  aprendizaje hasta que se den cuenta que no se puede hacer daño gratuito, que éste siempre revierte contra uno mismo y que la vida no se queda con nada de nadie. Hay leyes universales que se cumplen, queramos o no, seamos soberbios, chulos, implacables o destructivos.
         Esa es mi confianza. No me gustan las venganzas. No creo que sirvan de nada. Posiblemente servirá mucho más el natural deber cósmico de que cada uno aprenda lo que debe, tarde o temprano.

jueves, 1 de agosto de 2013

LO PERFECTO Y LA INFELICIDAD



         Carl Jung creía que la imagen de la perfección está presente desde el nacimiento y que hay un arquetipo en el inconsciente humano que nos empuja hacia ella.
         Creo que la mayor parte de ese ímpetu hacia lo excelente perfecto, con todas las características que imprime en la personalidad de quien lo padece, tienen su raíz en la familia y por lo tanto, en la infancia. Padres críticos, autoritarios o difíciles de complacer crean hijos perfeccionistas.
La psicología opina que la persona que hace de la perfección una meta, hasta en los niveles más ínfimos, actúa impulsada por la motivación negativa interna de tratar de evitar la desaprobación, el rechazo y la crítica para ganarse la estima y la aceptación en su entorno.
         El perfeccionista, a estos niveles, es obsesivo, da vueltas al mismo error y vive rumiando el mismo pensamiento de equivocación todo el tiempo. Acepta mal el cambio perdiendo de vista que cada cambio trae un nuevo entrenamiento.
         La cuestión es que la autoexigencia no nos lleva a la excelencia porque ésta no se produce nada más que cuando eres capaz de elegir cómo nos vamos a sentir y de qué forma actuaremos para que todo se disponga a nuestro favor.
La insatisfacción crónica es tóxica y causa sufrimiento, sin duda, y por ello modifica nuestra capacidad de razonamiento impidiendo que actuemos con la plenitud de nuestro poder intelectual y creativo.
         Los perfeccionistas son muy críticos consigo mismos y también con los demás. Tienen muy baja tolerancia con los errores propios y los ajenos.
         Ser excelente se traduce, en realidad, en la habilidad para mejorar continuamente para lo cual se necesita estar abierto a los cambios, ser flexible ante el fracaso y aceptar los propios errores. Sólo al aceptarlos estaremos en condiciones de revertirlos.
         No tenemos necesidad de ser perfectos. Todo comienza en el interior. Si estamos en paz con nosotros mismos y con los demás, nada nos moverá de nuestro sitio.

miércoles, 31 de julio de 2013

LA IMPORTANCIA DE SABER ESPERAR



         A todos nos ha tocado esperar. No gustan las esperas. Nos ponen nerviosos, nos descolocan. Hacen que queramos saltarnos el tiempo, la gente, los días y todo lo que nos separa de lo que deseamos o estamos atentos a recibir.
         Aunque lo que nos espera sea desagradable, la espera también se convierte en angustia y quisiéramos que pasasen los momentos y se acortasen las distancias para superarlo a la mayor brevedad.
         Saber esperar es fundamental. Debería formar parte de los aprendizajes de las escuelas. Quizás nos hemos hecho a la idea de una imagen excesivamente lúdica y feliz de la infancia pero en ella, en realidad todos los niños están deseando crecer y ser mayores, para lo cual también han de aprender a esperar.
         La espera debe ser disfrutada y así nos lo deberían haber enseñado. Tiene sus mecanismos y es tan importante que a veces es lo único que nos queda, al final de todo. Disfrutar de ella, planificarla, delimitar sus expectativas, proyectar acciones, idear situaciones…puede ser tan placentero como llevarlas a cabo.  
    Uno debe aprender a creer en sí mismo para hacer de la espera una aliada. Estar seguro de que lo que ronda en su cabeza, de parte a parte, como una nube amenazante, quedará en vapor de agua que nunca sea capaz de mojar, e ir hacia delante en la seguridad de que la meta está cerca y que está hecha a nuestra medida.
         Posiblemente hayamos tomado mal la medida de nuestras ilusiones, alguna vez, otras nos sorprendemos con que los afectos de otras personas, que parecían definitivos, no lo son, incluso alguna mas advertimos la tormenta antes de que se produzca, pero en todos los casos, creer en que pase lo que pase es nuestro plan de vida, nos capacita para seguir esperando y confiando en que aquello que está diseñado para nosotros, sucederá.
         Saber esperar es todo un arte. A veces, durante la espera nos asaltan las dudas de si  lo que ansiamos se producirá o no, pero de cualquier modo hemos podido gozar soñando con lo que esperamos…tal vez el destino nos sorprenda y sea aún mejor de lo que creímos. De no ser así, nadie podrá quitarnos los momentos de goce pleno que habremos disfrutado en la soledad íntima de nuestro corazón mientras dibujábamos, en el mapa de nuestra mente, lo mejor que nuestra imaginación nos regaló.