Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 24 de agosto de 2013

SOLA, CONTIGO



         A veces uno quiere hacer memoria y recordar cuándo se torció el camino, en qué punto se perdió el brillo, de qué forma comenzó el principio del fin y cómo lo que parecía amor del bueno, era mucho cariño pero mal ejercido.
         Me da miedo estar sola en compañía porque me parece la peor de las soledades. Ver deambular en torno tuyo una sombra de lo que fue, un espectro hecho de sueños, un último peldaño de una escalera de bajada que desciende hasta los infiernos.
         Es triste sentir lástima por las emociones que se perdieron, por las sensaciones que nunca debieron llegar, por el final de una mala novela de ficción que se dilató demasiado sin resolverse.
         La vida así no es fácil, para nadie. No lo es para el que se siente solo, tampoco para el que ha escapado de sí mismo y se descuelga por la lianas de la sin razón. Nadie somos víctimas absolutas, ni hay verdugos sin incondicionales escrúpulos. En todos los roles se pierde el camino por duro, estricto y sólido que sea.
         Alguna vez, nuestras convicciones habrán quedado al margen de la ley, rozando el pecado o cayendo en él. Pero entonces, puede que solo entonces, nos hayamos sentido vivos. Nos hayamos convertido en protagonistas de una vida que queríamos vivir, de unos momentos solo nuestros imposibles de contar; dueños de un tesoro inconmensurable que podremos volver a contar día tras día cuando la soledad de estar con otra persona, que no juega tu mismo juego, queme tus entrañas.
         A veces, solo a veces, vivirías de otra forma, habrías hecho más y pensado menos, hubieses decidido más rápido sin dilatar el final.
         Nos enorgullecemos de no sentir arrepentimiento por nada e incluso muchas veces, alzamos la voz para decir que hubiésemos hecho lo mismo si nos hubiesen dado una segunda oportunidad, pero yo he comprobado que eso solo lo dicen los intrépidos. Los valientes que se han  esforzado en vivir una vida paralela dentro de la normativizada, los que han huido del miedo y se han pegado a la probabilidad, los que han dicho no a la rutina de perder, minuto tras minuto, el tiempo que no volverá.
         Hoy cuando te veo aquí conmigo, siento lo sola que estoy y me alegro de haberme concedido fugaces chispas de felicidad entre la bruma junto a esas personas que no están dispuestas a perder siempre.  Destellos, que ahora, van a iluminar la senda oscura que se inicia tras el gélido  frío que nos separa en tan corta distancia.

jueves, 22 de agosto de 2013

LO QUE MÁS NOS AYUDA



         Lo que de verdad nos ayuda no hay que pedirlo. Quien te quiere ve tus necesidades, advierte tus soledades, se da cuenta de tus malos momentos y está siempre disponible para ser tu almohada.
         Lo que de verdad nos ayuda son las manos que se extienden delante de nosotros esperando recoger las nuestras, las miradas que abren sus pupilas para darnos paso, los oídos que nos escuchan y los labios que están deseando besarnos.
Nos ayudan los que no nos olvidan, los que nos buscan. Los que están pendientes de lo que pasa en nuestro corazón, los que nos dan un soplo de su aliento para que sigamos respirando, los que llaman a nuestra puerta una y otra vez aunque la encuentren cerrada.
         Lo que de verdad nos ayuda es, además de estas almas cercanas que se asemejan a nuestros ángeles guardianes, el tiempo. Él sabe del dolor desteñido poco a poco, de las angustias que pierden color a su paso, del hallazgo de nuevas ilusiones en nuestra vida con su discurrir…de futuros inyectados en el presente, de colchones de aire que nos elevan paulatinamente, de cielos azules, soles resplandecientes y vientos frescos que se llevan los malos recuerdos.
         Lo que más nos ayuda…es nuestra voluntad aferrada al pilar de los afectos y esa intuición progresiva de que todo irá mejor…mañana…seguro.

miércoles, 21 de agosto de 2013

EL BLINDAJE EMOCIONAL



         Con el tiempo y a base de tener momentos difíciles, soledades imposibles y carencias insospechadas, uno se da cuenta de que la felicidad no puede estar afuera o, al menos, no debe estar ahí si queremos conseguir ese estado continuo que mantenga nuestro equilibrio homeostático en orden.
         Nuestra peor equivocación está en las expectativas que tenemos con respecto a los demás, en las que nos involucramos tanto que perdemos el punto de referencia. Y éste siempre debe estar en nuestro centro, en el que seguro permitimos la entrada a problemas que no son nuestros.
         La mayoría de las contrariedades que nos afectan en este mismo instante no dependen de nosotros porque si así fuese, si realmente su resolución estuviese relacionada con nuestra voluntad o nuestro empeño, seguro que ya no serían problemas. Si como digo, no dependen de nosotros debemos desechar la culpabilidad de no poder resolverlos y sobre todo debemos repartir bien los papeles de quien ocupan un lugar en ellos.
         Lo primero es no culpabilizar a quien no tiene culpa. A quién la pueda tener debemos, sin embargo, concederle un lugar a parte ajeno a nosotros. Cada uno es responsable de sus acciones, de su comportamiento, de su proceder y todo lo que se haga en esta vida tiene un precio. Nunca queda impune y se ve seguido de unas consecuencias. Si no somos nosotros los que estamos provocando el problema en realidad debemos de quedarnos fuera, quietos y sin mover ficha. Serán los demás los que tengan que responder ante la ley inexorable de la causa y efecto; serán ellos los que tengan que sufrir el resultado de su comportamiento y si aún pensamos que de alguna forma puede salpicarnos, entonces coloquémonos aún mejor en el medio de nuestra alma y blindemos nuestras emociones para asegurarnos que no asumimos también los desechos de los demás como propios.
No somos el contenedor de la basura ajena pero a veces, se nos olvida.

martes, 20 de agosto de 2013

ENSEÑANDO A LA MENTE





A continuación, siguiendo la propuesta de cambio de perspectiva de ayer, vamos a conocer una técnica para que cada vez que el pasado nos asalte por sorpresa, lo podamos controlar y cambiar su perspectiva a nuestra voluntad. De esta manera, empezaremos a educar nuestra mente para que sepa qué queremos hacer con esos pensamientos conflictivos.

1.- Primero vamos a recordar una experiencia recurrente, que nos haya causado algún conflicto en nuestro pasado, ya sea tristeza, coraje, desilusión, etc. Mientras la recordamos, trataremos de vivir la experiencia como si la estuviéramos pasando en este momento. Nos meteremos en la escena y veremos todo a través de nuestros propios ojos.
Nos daremos cuenta de los sonidos, palabras, tono de voz, si la hay, quiénes están en la escena participando, qué otras sensaciones tenemos, que tocamos, qué aromas hay, si estamos tomando algo o comiendo, incluiremos todos los sentidos en nuestra experiencia recordada. Nos fijaremos en si sentimos todavía el disgusto o el dolor del momento y cómo es.
2.- Estamos en la escena, tomamos una respiración y poco a poco daremos unos pasos fuera de la escena, como si nos desdobláramos. Nos podemos para ahí y  ver allí en la escena, sin embargo nuestro yo actual, está fuera de la escena. Ahora imaginemos la escena donde  estamos, en una pantalla. Mientras hacemos esto, nuestras emociones no estarán involucradas.
Tú estás fuera de la escena, simplemente como observador de un evento pasado.
3.- Sigues viendo la pantalla frente a ti y poco a poco, la vas alejando de ti y se va haciendo más pequeña y más pequeña. Los colores se funden unos con otros y las imágenes se hacen imperceptibles. Y mientras se hace más pequeña la pantalla, te das cuenta que las emociones negativas también han disminuido hasta desaparecer. Toma una respiración y relájate.
4.- Ahora con este pedacito de pantalla que redujiste, llévalo a donde quieras: lo puedes meter a tu archivo del pasado bajo llave, o lo puedes llevar a una colina y enterrarlo, o depositarlo en el cráter de un volcán, tú decides qué tan lejos lo depositas.
Con este ejercicio le enseñas a tu mente lo que quieres pensar y lo que quieres recordar. Si en el futuro, aparece este pensamiento, lo que tienes que hacer es: rápidamente, lo pones en la pantalla y lo reduces, en instantes y lo regresas a donde estaba o lo llevas a otro lugar más seguro. Termina con una respiración profunda.
Es importante que inicies el entrenamiento de darte cuenta qué pensamientos tienes. Tu mente, cuando está ociosa, regresa a patrones anteriores y repite lo mismo. Debes estar alerta, para que cada vez que suceda eso, tú dirijas qué hacer con esos pensamientos para sentirte bien. Repetir emociones negativas del pasado, ni te ayudan, ni te engrandecen, ni te motivan. Enséñale a tu mente lo que quieres, hasta que se lo aprenda.

lunes, 19 de agosto de 2013

CAMBIO DE PERSPECTIVA I




En terapia y fuera de terapia, se observa que hay muchas personas que viven su vida presente, con recuerdos conflictivos del pasado, y los siguen cargando a donde vayan. Estos conflictos del pasado por supuesto que llegan a detonar emociones de tristeza, coraje, ira, decepción, etc. Y por lo tanto, su humor, energía y estado interno es afectado por el tiempo que mantengan este estado activo. Un sólo pensamiento del pasado, puede hacer estragos. Si estos pensamientos negativos se hacen frecuentes e intensos, con el tiempo, causarán enfermedades y ahora tendremos no sólo el conflicto del pasado que cargamos, sino que ahora, le añadimos una enfermedad. Recuerda que entretener emociones negativas inhiben tu sistema inmunológico y quedas desprotegido durante el tiempo que estés en ese estado.
Todos hemos tenido situaciones difíciles y fáciles en la vida. Las fáciles no nos causan problemas y por cómo somos, ni nos acordamos de ellas. Por lo tanto, nos enfocamos en lo malo. Muchos de nosotros, hemos tenido que lidiar con pérdidas, y traiciones. Algunos hemos hecho un mejor trabajo interior y otros menor. Estos conflictos que ya pasaron están en el pasado y sin embargo, gracias a la gran capacidad de nuestra mente, logramos traerlos a nuestro presente, y aparecen a voluntad, frescos como una lechuga, con todos los detalles para detonar la misma emoción negativa que tuvimos originalmente.

            Le Programación Neurolingüística nos permite abordar un método en el cual podamos revivir las experiencias pasadas en toda su dimensión. Volver a ser los protagonistas pero eligiendo el punto de conflicto para cambiar el final. Una especie de terapia regresiva consciente en la cual podamos variar las emociones, transformar los sentimientos y redirigir el comportamiento derivado de las vivencias negativas.
            Veremos qué método podemos emplear para ello en la parte II.
¡!Feliz comienzo de semana!