Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 21 de septiembre de 2013

ESCUCHA TU VOZ INTERIOR





No importa donde estés,
ni lo que te digan que debes hacer.
Siempre que tengas una duda,
descansa un momento y escucha
lo que te dice tu voz interior.

No te apresures en tu camino,
ni sigas los pasos de otros.
Siéntate y descansa un momento
y escucha tu voz interior.

Esta es la voz que te busca y guía
El mejor consejo que puedes escuchar
Trae pureza a tus sentimientos
y te da la libertad de ser realmente
La persona que quieres ser.

Recuerda: Todas las respuestas
que buscas las tienes encerradas
en tu limpia y pura voz interior.

Hacemos una vasija de un pedazo de
arcilla: y es el espacio vacío en
el interior de la vasija lo que
la hace útil.

Hacemos puertas
y ventanas para una estancia;
y son esos espacios vacíos los
que la hacen habitable.

Así, mientas
que lo tangible posee cualidades,
es lo intangible lo que lo hace útil.

LAO TSE

viernes, 20 de septiembre de 2013

BESOS A NINGUNA PARTE


          La soledad a veces se equivoca de boca y se refugia en cualquiera. No está demás andar amando sin que nadie nos ponga a prueba. Hay que preguntar dónde están los besos que no llegan a ninguna parte. Dónde quedan las ilusiones que uno siembra en el corazón del otro. Dónde las esperanzas que caen en paracaídas desde la emoción perdida.
         Es importante volar para saber que uno tiene los pies en la tierra, y soñar para sentir que se vive la vida despierta. Es prioritario equivocarse, cuando se ama, alguna vez. Hay que rozar lo inconveniente, lo que no tiene sentido, lo contrario y lo prohibido. Hay que ser imprudente, atrevido y un tanto loco. Después se sabe bien donde quedamos ubicados. Hay que descolocarse para centrarse.
         Los besos que no llegan a ninguna parte también tienen su lugar. Esa palabra que nos deja huella, la sonrisa que anuncia el desastre con blancos dientes reluciendo sobre nuestro fracaso, la espalda vuelta anunciando el adiós. Que contrariedad la mirada vacía que no se olvida y el amor entregado a fondo perdido sin dejarlo en cuenta sin interés.
         Dónde quedan los futuros inventados hechos realidad en momentos de ensueño, dónde los proyectos derruidos y tantos guiños y gestos cómplices que se esconden en el olvido de otro.
         Equivocados, contrariados, vacíos, sin rumbo, hastiados, descolocados o  borrados para la otra persona tenemos una obligación con nuestro corazón: guardar el amor que nos quede como semilla que volverá a germinar en el fondo de otra mirada y destilar de la decepción, la mejor esencia para entregar a quien nos corresponda con la misma vehemencia que nosotros depositamos en las dulces líneas de una nueva sonrisa.
         Nadie tiene que sufrir culpas ajenas. Ni siquiera nosotros.

jueves, 19 de septiembre de 2013

BONDADES Y MALDADES DEL AUTOENGAÑO

El autoengaño tiene una nefasta literatura. Lo primero que sentimos cuando leemos la palabrita es la estupidez de padecerla. Cuando nos engañamos a nosotros mismos solemos, en un principio, no ser conscientes. Uno actúa de una forma determinada en la que se encuentra, cuando menos, cómodo y continúa hacia delante sin prever las consecuencias.
         La verdad es que el autoengaño tiene dos caras opuestas. A veces nos regala bondades; otras amarguras.
         Es fácil engañar a la mente. Hay muchos trucos en los que somos expertos. La forma de razonar la dirigimos nosotros y, cuando la situación lo requiere, reconducimos las sendas por donde debe discurrir. Lo que ya no es tan fácil es engañar al corazón y por eso, después de comprobar los resultados de nuestras decisiones, acabamos deslizándonos por la cuerda floja que une sus bondades con sus maldades.
         A veces, auto engañarnos nos deja tranquilos, si las consecuencias de ello no nos perjudican sobremanera. Es una forma de pasar por las dificultades, más liviana, de conseguir tranquilidad ante lo inevitable que nos preserva de la locura o de desastres semejantes en nuestro equilibrio. Otras, sin embargo, es el propio autoengaño el que nos deshace.
Calibrar cuando es la ocasión idónea para cada tipo de autoengaño es todo un reto. Una especie de juego peligroso en el que casi siempre salimos mal parados.
Uno puede auto engañarse cuando ha sufrido una pérdida irreparable, cuando la autoestima está en juego a la baja, cuando hay que confiar en uno mismo por encima de la debilidad que sintamos; entonces sí. Los mensajes, en este caso, que debemos imprimir en nuestro cerebro siempre han de ser positivos y a favor de nuestra persona, por mal que se presente el estado interno y externo.
Este es una especie de autoengaño bondadoso. Pero cuando corremos peligro verdadero es cuando lo que tratamos de creer nos perjudica y nos sumerge en un fango cada vez más profundo y farragoso. Entonces, mejor quitarnos la venda y abrir los ojos…por mucho que moleste la luz que penetre, siempre será menos que el daño que nos hace creer en quien o en lo que no es digno de nuestra confianza y nuestro afecto.




miércoles, 18 de septiembre de 2013

ALCANZAR LA PAZ


La paz, como el amor, pueden ser alcanzados si somos capaces de construirlos con esmero.  Hay que  adentramos en una conquista interna permanente que aparece cuando nos rendimos al espíritu.
 ¿Cómo encontrar la paz en nuestro corazón?. Vivamos y creamos en todo aquello que deseemos ser y alcanzar; así es como tenemos que caminar. No hay que aprender lo que somos, solo hay que desaprender lo que nos han enseñado que no somos, ni nos gusta ser.
 ¿Cual es nuestra libertad en este juego de la evasión espiritual?, afrontar nuestra oscuridad en lugar de evitarla. Hay veces que las situaciones nos llevan al límite y es precisamente ese borde dónde debemos pararnos para evitar la caída.
El corazón tiene cerebro, no es un centro espiritual sin más, sino el centro de la mente emocional. Hoy sabemos que tiene alrededor un campo electromagnético cinco mil veces más grande que el del cerebro que informa de ti antes de que abras la boca. En este espacio sagrado del corazón cualquiera puede mover montañas.
La vida entera es un juego de conciencia. En este juego cada uno juega su papel, los buenos y los malos. ¿y qué podemos hacer nosotros?. Todo es cambio y sabemos que en poco tiempo no nos reconoceremos. Continuamente nos transformamos según vamos sorteando dificultades y saltando obstáculos, lo bueno de todo ello es que en esa transformación también podemos elegir.
Hemos llegado hasta aquí con nuestros aciertos y nuestros errores. ¿Quienes son nuestros maestros a lo largo del camino?. Si abrimos bien los ojos del alma, los demás pueden enseñarnos mucho de aquello en lo que ellos mismos se equivocan y las consecuencias, en cadena, que tienen sus resbalones.
Hay que ser uno mismo siempre, sin duda, fiel y coherente a lo que sirve de base a la estructura de nuestro esqueleto emocional, pero hay que conocer también el daño gratuito que podemos hacernos a nosotros mismos y a los demás cuando actuamos, cuando obviamos y cuando nos ocultamos verdades que alteran el estado de paz al que aspiramos.
Es tan importante la paz dentro de uno mismo que no tenerla puede llevarnos a la enfermedad o a la locura.
El cuerpo está lleno de perfección, no sabe enfermar. ¿Por qué enfermamos entonces?¿por qué enferma la mente?. Posiblemente porque siempre estamos luchando en contra de nosotros mismos arropando temores y escondiendo viejas deudas con nuestro corazón, pero sobre todo porque luchamos contra los demás para lograr acomodarlos a nuestra medida y olvidamos que ellos tienen la suya propia.
Hay que construir la paz con el mismo esmero que hay que hacerlo con el amor. Lenta y cuidadosamente, pero con empeño y entusiasmo para que el resultado final sea un estado de bienestar permanente e inconmensurable

martes, 17 de septiembre de 2013

EL COMPROMISO CON UNO MISMO


Para muchos la palabra compromiso la asocian a algo ideal pero irreal, otros les causa escozor, otros la evitan. 
Muchas veces, estas actitudes tienen que ver con la forma en que nuestros padres se han comprometido en relación a nosotros cuando éramos niños.  Puede ser que no lo hicieran seriamente o, por el contrario, que lo tomaran como una obligación neurótica o que lo asumieran al comienzo y luego se desinteresaran o se marcharan o se murieran y eso constituyera un dolor insoportable.
La sociedad misma tiene mensajes contradictorios.  Los idealiza o los fusiona con sacrificios y agobios o los niega infantilmente.
El compromiso es el fundamento de cualquier relación auténtica de amor.  En una pareja, es lo que posibilitará que avance fructíferamente después que pasa el enamoramiento.  Con los hijos, es lo que nos transformará de padres biológicos en padres verdaderos.  En un trabajo o estudio, es lo que permitirá que profundicemos y progresemos plenamente.  En una terapia o cualquier labor de desarrollo personal y/o espiritual, es lo que realmente  nos conectará con las riquezas de nuestro interior. 
Entonces, ¿por qué tantos problemas con los compromisos?  Porque nos causan cambio, riesgo, crecimiento, dedicación y, también, dolor.
Veamos: cuando nos damos cuenta de que estamos estancados, sabemos que debemos evolucionar.  Nuestra parte más sabia y conectada nos invita a movernos con la Vida, porque Ella es cambio constante, es mutación: algo debe morir para que nazca algo nuevo.  Nos da miedo este proceso, ya que no estamos educados para pensar así.  Nos aferramos a lo que somos y a lo que hay, por más que ya no funcione o suframos. 
Ese paso supone un cierto riesgo.  Estamos habituados a la seguridad y la comodidad de lo conocido.  ¿Qué sucederá, qué ganaremos y qué perderemos, qué pasará con los otros?
Finalmente, se trata de crecer, de asumir nuevos roles, de dejar atrás las limitaciones que nos hemos impuesto, de liberar lo que ya no sirve o constituye una carga sin sentido, de desarrollarnos, de hacer uso de nuestra creatividad.
Esto requiere dedicación, constancia, paciencia, confianza, fe, valor.  ¡Ufa!  Mejor me quedo como estoy.  ¿No es lo que pensaste?  Y sí, parece demasiado.   La clave aquí es no asustarse ante el gran panorama sino ir haciendo pequeños avances cada día.  Como dice un proverbio chino: “un camino de mil kilómetros comienza con un paso”.  Se trata de hacer lo necesario en cada momento, sin cargarse con el pasado ni con el futuro.  Sostener la visión, mientras se va caminando paso a paso, en el aquí y ahora.
¿Será todo sobre un lecho de rosas?  No, claro.  Habrá momentos de dolor, de indecisión, de frustración, de ira, de tristeza.  Pero, piensa un momento: ¿no los tienes ya?  ¿Y qué estás consiguiendo?  ¿Hacia adónde estás yendo?  ¿Están mezclados con otros de entusiasmo, alegría, autoestima, respeto, fuerza, logro, creatividad, plenitud, amor?  Eso es lo que obtendrás si cambias.
¿Y el compromiso?  Es lo que te mantendrá firme y confiado.  Si no asumes el compromiso por lo que decidas, caerás una y otra vez.  Pero, ¿qué pasa si nunca lo has hecho o has tenido malas experiencias con asumirlo?  Comienza con pequeñas cosas.  Observa lo bien que te sientes cuando lo logras.  Concientiza los temores y enfréntalos, con calma y confianza. 
Date cuenta de que, cuando te comprometes, te liberas.  Al contrario de lo que crees, ser irresponsable o no aceptar los cambios que necesitas, te mantiene prisionero de lo que temes, te hace débil, te victimiza, te mantiene en una mediocridad gris y enfermiza.
Por eso, asume el mejor compromiso que puedes hacer: contigo mismo.  ¡Lo lograrás!
Laura Foletto