Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 2 de noviembre de 2013

TU ZONA DE CONFORT



Todos tenemos una zona de confort de la que nos cuesta mucho salir. Un ámbito al que estamos acostumbrados, que conocemos bien y por el, que aunque nos guste demasiado, caminamos a ojos cerrados. Esa es la trampa de esta zona. Lo fácil que es estar en ella, lo cómodo de su transitar aun conociendo sus dificultades y la ausencia de riesgo que supone aunque nos prive de la satisfacción de algo mejor.
         Siempre he tenido esta zona muy pegadita a mí. Ayer releyendo alguno de los artículos que a veces me vienen bien para reconstruir algún habitáculo del corazón, me encontré con este valioso documento que comparto en dos partes.
         Espero que os sirva a quienes dormitáis en esa zona de confort sin estar demasiado a gusto en ella y a quienes queriendo salir teméis el riesgo de probar.
__________________________________________________________________
Tu zona de confort comprende ese territorio interno tuyo que conoces bien y que te ha acompañado hasta ahora en tu vida. Es un lugar que puede ser grande o chico, modesto o lujoso, alegre o triste, no importa: es tu zona. En esta zona te sientes seguro y aunque a veces incómodo, es tu zona de “confort”, y su confort consiste en que la conoces, la dominas y la tienes bajo cierto control. Eso te da un apoyo para seguir la permanencia en ella. No hay novedades, ni retos. En tu territorio te sientes cobijado y se convierte en un lugar de protección, aunque a veces no sea agradable –

Riesgos
Tu zona de confort es un territorio necesario y bueno para ti. Sólo que se debe de tomar como un punto base o punto de partida. Es tu punto de referencia para tu vida y actividades. Hay una relación cercana con tus emociones y tus patrones mentales cotidianos.
Si permaneces mucho tiempo en esta zona, existen varios peligros que te pueden llevar a la parálisis. En tu círculo personal de confort, ya no hay creatividad, ni aprendizaje. Ya te lo sabes todo allí dentro. Dejas de innovar y tiendes a caer en la rutina que puede llevar a la flojera, al no hacer nada. Cambias la emoción y la proactividad, el buscar nuevas soluciones por la seguridad de la rutina, que en muchos casos ni siquiera es agradable o satisfactoria. Repites las mismas actividades, los mismos caminos, los mismos chistes y los mismos pensamientos, una y otra vez, sin cambio. Estás en la seguridad de una cárcel y conforme pasa el tiempo se vuelve más difícil salir.
Sal de la zona
Salir de la zona de confort en primer lugar significa que entras en la zona de riesgo. Sales a lo desconocido y esto te genera angustia y miedo. Te puede dar miedo buscar un nuevo y mejor trabajo, comprometerte para casarte, intimar con alguien, conocer a nuevas personas, hacer llamadas, ir de vacaciones a un lugar diferente. Sí, es incómodo salir de la zona. Es un reto nuevo, desconocido, que en un principio puede no gustarte nada. Tu cerebro primitivo te dice: “Huye”, “no lo hagas”, “la verdad no puedes con esto”, “esto no es para ti”, “regresa a la seguridad e tu zona de confort”, etc.
Si logras vencer este riesgo y el nuevo reto, los beneficios serán increíbles. Pero, aún si fracasas la primera vez, eso no quiere decir que valía la pena quedarse en la zona de confort, quiere decir que tienes muy poca práctica y requieres más intentos. El lanzarte a la aventura hará que tu valentía conecte con tu cerebro prefrontal que te provee de motivación para explorar qué hay afuera, la atención hacia tu entorno se agudiza, empiezas a aprender nuevas cosas, y aumentan las conexiones neuronales en tu cerebro. Las posibilidades son ilimitadas. Descubrirás que puedes construir y generar nuevas ideas con mucha facilidad, te vuelves más creativo. Unes unas ideas con otras y al final del día puedes regresar a tu zona de confort enriquecido
Pasos de salida de tu zona
Te propongo algunas actividades para que des tus primeros pasos hacia el agrandamiento y embellecimiento de tu zona de confort. Tú puedes vencer estos retos. A continuación te doy varias ideas:
  • Recuerda los mensajes limitantes de tu infancia como: “tú no sabes”, “tú no puedes”, “tu hermano es mejor”, “como eres el chiquito, no alcanzas”, “rompes todo”, etc….rompe con estas ideas, ya no eres un niño. Descártalo mentalmente y a toda velocidad. Hoy, sí puedes.
  • Compra una planta y cuídala, o una mascota y cuídala. Sácala a pasear, háblale, juega con ella.
  • Sal a correr, o inscríbete en un gimnasio, relaciónate con otras personas.
  • Saluda a las personas que ves cotidianamente en tu barrio.
  • Estudia algo nuevo.
  • Asiste a alguna conferencia, o evento que te interese, y si no te interesa, igual ve.
  • Toma caminos diferentes para llegar a tu trabajo.
  • Busca algún pasatiempo para el fin de semana.
  • Sal a pasear a lugares nuevos.
Haz lo que quieras que sea diferente.


http://estrategiaspnl.com/

viernes, 1 de noviembre de 2013

UN DIA ESPECIAL



Los días especiales no les marca el calendario, al menos el mío. No me gusta que se determine, en algarada, cuándo hay que recordar a alguien, cuándo felicitarle, cuándo añorarle. Tampoco me gusta la escenificación del dolor. Posiblemente, no entienda que a veces es una catarsis colectiva sin embargo, más me parece una rutina con fecha, día y hora que hay que cumplir.
No me gustan las obligaciones por sistema, ni las costumbres hechas ley, ni siquiera me gusta las repeticiones de lo que me ha salido bien porque estoy convencida de que la siguiente vez será distinto y yo buscaré lo mismo donde ya no está.
Empiezo a creer que soy extraña. Que no me gustan los patrones hechos, ni asentir siguiendo el criterio de la mayoría cuando mi corazón dice otra cosa. Soy un ser libre al que le gusta atarse por decisión propia, por voluntad continua de seguir queriendo lo que amo, sin prescripciones de conveniencia, ni tolerancias de costumbre.
Hoy se celebra el día de todas las personas que ya no están con nosotros. Un día del amor, otro de la madre, otro del padre, del amigo…posiblemente esté bien que así sea porque tal vez habría personas que de no ser así ni siquiera se acordasen, pero también entiendo que si no tienen el recuerdo pegado al corazón continuamente, ¿de qué vale que hoy depositen flores en una tumba?.
Yo no necesito un día para recordar; recuerdo todos y a cada instante. Ni preciso flores para agradar porque los agrados hay que satisfacerlos cuando la persona está viva, frente a ti, en tu día a día. Los te quiero han de estar frescos y renovados para lanzarlos en cualquier momento, aunque los que amemos ya no estén con nosotros. No puedo decir…”Cuánto la quise…” yo sigo diciendo…”Cuánto la quiero”...sigue estando viva en mí y a través de mi. Por eso uso el presente. El pasado es un tiempo yermo que no tiene futuro, ni lo tendrá nunca.
El jardín de mi corazón florece de nuevo para todos los que sin estar ya, no se han ido nunca.

jueves, 31 de octubre de 2013

LOS JARDINES DE LA MENTE



Imagino, a veces, que la mente está distribuida en áreas verdosas  llenas de vegetación, con diferentes tonalidades colores y frescuras.
Hay zonas de nuestro mapa mental  que permanecen oscuras, atrapadas en lianas de indescriptible magnitud y emponzoñadas con aguas pantanosas que siempre incluyen arenas movedizas. Otras, aparecen radiantes, frescas y  relucientes. Regadas por abundantes aspersiones de ilusión y esperanza y  dispuestas siempre a reverdecer como si expresasen siempre una primavera perpetua.  
Hay lugares, por el contario, que ni siquiera podemos calificar porque permanecen cerrados, de acceso imposible y paso clausurado. Tal vez hemos tirado la llave que encaja en la cerradura que las aprisiona, hace mucho tiempo, o posiblemente no queramos abrir la caja de los gritos por temor a que invadan el jardín.
De cualquier forma, la tierra sobre la que se asienta nuestro vergel mental precisa ser trabajada, cada día, a cada instante.
Hay que sembrar para recoger. Hay que abonar para promover la abundancia de sus flores y regar y abonar lo que más tarde queremos que de fruto.
No es fácil permanecer en la brecha de comprender lo que tenemos alrededor y comprendernos a nosotros mismos, pero es el único camino para aceptar y mejorar mientras lo hacemos.
         Debemos dejar la mente libre y soltar y vaciar lo que sobra. Lo peor es que tenemos la costumbre de aprovecharlo todo. Nos parece que puede servir mañana, como lo hizo ayer, y que si vienen mal dadas es mejor lo “malo conocido que lo bueno por conocer”. Pero nos equivocamos. No puede entrar en aire fresco si tenemos la casa cerrada. No podemos ventilar el alma si los pestillos clausuran puertas y ventanas. No podemos dejar entrar la luz si las contraventanas permanecen puestas.
         Hay que levantarse cada día desprovisto de la sensación de saber lo que va a resultar en las horas que comienzan, desechando la previsión lo que es imprevisible, ni alentando los pensamientos negativos y menos, condenando lo de debe suceder.
Al menos, si no podemos ondear una bandera blanca en nuestro pensamiento en son de paz, dejemos abiertas las puertas abiertas para que pase lo bueno.  Para lo malo estaremos alerta. Seguro, porque por ello, en ocasiones solamente atendemos a nuestros fantasmas y ellos son los que quieren ganarnos la partida.
De nosotros depende que se esfumen como el humo o que lleguen a la categoría de monstruos. Hay que probar. Solo podemos ganar.

miércoles, 30 de octubre de 2013

FLORES SECAS



         No me gustan las flores secas. Me parece como tratar de momificar la vida. Es algo así como querer atrapar la belleza, siempre efímera y cambiante, en un instante perpetuo que pierde sentido con el paso del tiempo. Sin embargo, no dejo de sentir una especie de ternura por ellas y hasta un ápice de sentimiento de nostalgia.
         Todo tiene un tiempo en el que alcanza la plenitud. Todo pasa por fases en las que la magnificencia de su esencia está pletórica, radiante de brillantez y dulzura. Y qué duda cabe que toda esa fastuosidad sirve más tarde para deleitarnos de nuevo al pasar nuestra mente por ello cuando ya no está.
         Vivir de recuerdos es una actitud propia de las edades avanzadas, cuando el pasado es más dilatado que el presente y cualquier tiempo pasado parece mejor.
         Mi trabajo, mi vida en general, ha transcurrido, preferentemente entre gente mayor. He comprobado que solamente se llega dignamente a la vejez si has tenido una vida llena de ti mismo, de decisiones propias, acertadas o no, y voluntades cumplidas. Cuando no tienes que arrepentirte de lo que no has hecho y sobre todo, cuando te quedan ilusiones por cumplir. El cupo de los sueños nunca debe estar cumplido, de otro modo no habrá nada por lo que levantarse cada día, ni por lo que seguir vivo sin morir estando de pie.
         Me gustaría ir reviviendo etapas o recreando otras nuevas o rescatando juventudes entre las arrugas y las lentitudes cuando lleguen. No quiero negativas de mi corazón cuando pueda volver a vivir lo que se supone que ya no es de mi edad. Los sentimientos nunca envejecen, la ternura, el afecto y el amor tampoco.
         Si no me gustan las flores secas es porque no huelen. A nada. Y tengo una inmensa sensación de vacío cuando me enfrento a algo inodoro. Es como tener en las manos un recuerdo congelado, una presencia  enjuta que te acerca a una época de felicidad de cual, alguna gota queda perdida en la mirada pero imposible de rescatar en este presente vivo en el que quiero, solamente, todo lo fresco.