Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 9 de noviembre de 2013

TU PREMIO



La vida, en ocasiones, te sorprende premiándote. Lo mejor de los premios es merecerlos.  Un premio es mucho más que un regalo. Se trata de un reconocimiento sobre algo; los que se refieren a la valía de cada uno, son sobre todo estimulantes.
Muchas veces uno no se cree protagonista de lo que le sucede pero en cualquier caso, siempre nos reconforta por pensar que otros han sabido ver en nosotros y quieren hacerlo manifiesto ante los demás.
La ilusión, el esfuerzo, el empeño y la pasión que uno ponga en lo que hace nos lleva a la excelencia y no ya a la calidad frente a los demás, que sería menos importante, sino a la eficacia ante nosotros mismos.
Los premios pueden surgir en cualquier parte y de cualquier manera. No solamente se otorga un premio en un estrado, la vida también les concede. No olvidemos que se trata de un boomerang que nos hace llegar lo que enviamos de vuelta y a veces aumentado.
Los premios personales son inestimables pero pierden fuerza ante los que les llegan a los que amamos. Entonces el incentivo se multiplica por dos y el goce se amplía infinitamente.
El lujo de los premios es el privilegio de conquistarlos. Lo mejor es no estar pensando en las recompensas cuando actuamos, ni que nos preocupe el reconocimiento, ni los actos de entrega, ni el mismo galardón. Lo más gratificante es que llegue sin esperar porque sin pretenderlo hemos llegado a la cima. Entonces es cuando en realidad uno comprueba el trabajo bien hecho, la entrega convenientemente concedida al tiempo y la satisfacción para con uno mismo del deber cumplido.
Lo más importante de un premio no está en sí mismo, sino en la razón por la que llega a nosotros. Seguro que ella sigue alentándonos para continuar, a pesar de pensar, en ocasiones, cuando lo tienes en tus manos, que no serías capaz de conseguirlo otra vez. Sin embargo, el canal queda abierto y todas las posibilidades se entrecruzan en un lazo inmenso para animarte a seguir.
¡!Felicidades para ti y enhorabuena para mí por ser de ti!!

jueves, 7 de noviembre de 2013

SOPORTAR EL DOLOR



Vivimos en un mundo hedonista. Obviamos la parte mala de la vida y procuramos quedarnos con el instante gozoso o el que esperamos más tarde. Hay poca tolerancia a la frustración. No nos enseñan nada más que a triunfar y el resto, todo lo que quede bajo el umbral de lo deseable, o no es para nosotros o pensamos que no nos llegará nunca.
En la escuela, desde la infancia, tenían que prepararnos también para aceptar lo negativo de la vida, las pérdidas, los fracasos, los errores y las equivocaciones y darle un sentido de poder cuando hayamos aprendido a superarlos. La mayoría de lo peor que nos sucede trae algo mejor añadido. Una opción en la que no habíamos pensado, un nuevo giro a la vida que nunca esperaríamos o simplemente un cambio que se hacía necesario desde hace tiempo y que no nos atrevíamos a dar.
Siempre he pensado que cuando uno no resuelve por sí mismo, la vida lo hace. Tarde o temprano nos pone frente a nuestros muros y sin darnos cuenta, aparecemos hablando con los fantasmas que nos invaden. Por mucho que queramos evitarlo, hay que crecer.
Efectivamente, estamos acostumbrados a oír, que de algún modo, hay que alimentar al niño que llevamos dentro. Es cierto que la infancia aporta toda la frescura y la imaginación creativa que luego perdemos y que convierte en ilusión todo lo que toca. Eso es lo que tenemos que dejar aflorar de nuestro niño interior, sin embargo, estamos obligados a ejercer la madurez desde el autoconocimiento, el dominio de las emociones tóxicas y sobre todo, desde ese amor hacia nosotros mismos que guarda tantos afectos derramados sobre el corazón de todos los que nos amaron entonces, empezando por nuestra madre.
 No estamos acostumbrados a soportar el dolor, por eso cualquier herida, por pequeña que sea, duele tanto.
La paciencia es un don magnífico que habría que cultivar día a día. Saber esperar. Poder aquietarnos y detenernos cuando creamos que no podemos más.
Siempre se puede. Con todo. Siempre.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

LA MIRADA DESDE OTROS MUNDOS



Hay muchos mundos que están en éste. Ámbitos que ni soñamos, tanto por su excelencia como por su miseria. Y en el medio estamos nosotros, encerrados en el pequeño ángulo de visión que nos aporta el nuestro.
Pienso muchas veces que la queja es un acto tan frecuente como innecesario. En primer lugar porque nada se resuelve quejándonos y más tarde, porque efectivamente hay situaciones tan sumamente pésimas que deberíamos tenerlas, al menos, como referencia para valorar lo sencillo, pero gratificante, de nuestro día a día.
Los lujos aportan ilusión, entusiasmo y goce mientras los vives. Crean una adicción imperdonable que  se presenta casi obscena cuando viajamos a algunos lugares donde la indigencia y la desdicha ponen su acento.  
No entiendo las desigualdades. Al menos tan fuertes. La injusticia es un concepto que se desdibuja cuando pensamos que todos deberíamos tener las mismas oportunidades o incluso cuando, que aún siendo lícita las diferencias, todos deberíamos aprender a jugar bien nuestras cartas, esas que se reparten al nacer y cada uno juega a su estilo.
Es muy importante viajar y ver más allá de nuestras estrechas miras. Cuando uno se sumerge en otras culturas, en otras sociedades, en formas distintas de ver y sentir, comprende que hemos de expandir la mente y flexibilizar nuestros criterios. En realidad, todo es válido según en qué contexto. Y uno se da cuenta de que todo es relativo, que los imponderables no existen y que hay que desmontar los andamios de los prejuicios para poder expandir el corazón, comprender lo nuevo y crecer con ello.
Lo más gracioso es que es muy fácil integrarnos, a veces, en lo que vemos y nos rodea. Tanto que por un tiempo olvidamos nuestro pequeño mundo de comodidades o nuestro reducto de desventuras y desazones.
Viajar es en sí mismo, es un inmenso lujo que tiene un sin fin de ventajas. Desde aprender a mirar con otros ojos, hasta valorar lo que nos parece desgraciado e indeseable en nuestra vida porque seguramente, cuando regresemos a nuestra casa, daremos menos importancia a lo que no la tiene y más valor a lo que pasa desapercibido ante nuestra mirada.

martes, 5 de noviembre de 2013

LOS OJOS NOS DELATAN

Lo sabe muy bien la policía y cualquier investigador que domine las técnicas del lenguaje no verbal. La posición de nuestros ojos, la dirección de la mirada y la forma en la se dispone la retina es un libro abierto para quienes saben ver cuando miran.
La Programación Neurolingüística nos ayuda a entender lo que la persona de enfrente nos dice sin palabras y lo que en muchas ocasiones, deja traspasar aún sin querer, si lo que piensa pertenece al pasado, si reconstruye imágenes, si las recrea o si, por el contrario, las proyecta al porvenir.
Es muy útil conocer esto. Nosotros mismos podemos probar frente a un espejo cómo utilizamos la mirada según evoquemos del pasado o imaginemos para el futuro. También se puede determinar si lo que se dice está dentro de la verdad o se aleja de ella.
En este cuadro podemos observar cómo colocamos los ojos según el pensamiento que se produzca, en base al cual quién nos escuche puede conocer informaciones puntuales incluso si tratamos de ocultarlas.
Sería importante aprender este lenguaje de los ojos, que por otra parte tiene su propio código desde siempre.
La forma de mirar, la expresión abierta o cerrada de los párpados, un guiño o simplemente unos ojos huidizos que resbalan por la mirada del otro, puede darle a entender multitud de mensajes.

Empecemos por observar a los demás para descubrir el instintivo juego de unas miradas capaces de comunicar más que la palabra.
Es útil para conocer al otro, pero aún lo es más para  tratar de controlar la información que dejamos traspasar a todo el mundo.
No está de más conocer este lenguaje corporal que tanto dice de nuestro interior y que solo en tan pequeñas dimensiones manejamos según nuestros deseos. Tampoco sobra poder conocer a los demás sin que sean éstos los que se definan a sí mismos con el sutil lenguaje oral.

domingo, 3 de noviembre de 2013

LA VIDA DESDE LA SERENIDAD

Hay una vida plena más allá del bullicio, de la algarada y de las luces de colores. Más allá de la fantasía y la ilusión de lo siempre nuevo, más acá de la ruptura de la rutina y del quebranto de la normalidad.
A cada momento estamos tomando decisiones. Cada movimiento supone elegir un camino y dejar otro, a cada instante asumimos cambios que nos derivan por otros derroteros. Y cuando creemos que lo tenemos todo ganado, todo hecho y todo planificado, la vida llega con sus sorpresas y nos obliga a recomponer el puzle acabado.
A veces, uno se siente fuerte y decidido ante los cambios, otras, por el contrario, nos cuesta solamente pensar que nos encontraremos con situaciones desconocidas a las que no sabemos cómo enfrentar. De cualquier forma, la mejor posición para actuar siempre es la serenidad. El punto de encuentro entre la ansiedad y la tranquilidad, ese puente de plata por el que huyen los enemigos y se acercan los amigos.
Algunas veces, la vida nos pide parar y recrearnos en lo que tenemos cerca, deleitarnos con cada instante repleto de normalidad pero infinitamente pleno de sosiego. Ser conscientes de que ser observador también equivale a participar desde fuera, en un lugar privilegiado. Aquietarnos y dejar que las cosas sucedan es una virtud que deberíamos ejercitar más a menudo.
El silencio interior debe sucederse aún con la palabra sonora. Hacer tiempo de nada y de nadie, sentir que estar solos nos reporta los mejores beneficios para poder estar en compañía. Vernos desde dentro por fuera. Entendernos y llegar a comprender que los problemas de ayer son oportunidades de mejora del hoy y que sin duda, cada experiencia supone un reto que nos pone frente a nuestra grandeza interior y a ese poder, que por muy desaparecido que parezca que esté, permanece siempre.
Hoy elevo mi mirada serena al tiempo pasado. Me gusta sentir que deseo la quietud para mi espíritu. La paz que se alcanza cuando la seguridad de saber lo que eres y lo que quieres, llega a ti.
 Así comenzaré la semana. Así lo deseo para todos.