Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 18 de enero de 2014

ADELANTANDO DESGRACIAS



         Como aludimos en la entrada anterior, la vida se vive mal con mal humor, pero también se convierte en pesada y costosa cuando la actitud que nos acompaña es la de adelantar desgracias siempre.
         Hay personas que imaginan lo que va a suceder y cómo lo hará sin que haya llegado aún. Somos bastante proclives a idear, fantasear y elucubrar sobre lo malo que nos sucede; lo peor es que lo hacemos en nuestra contra la mayoría de las veces.
Montamos castillos en la mente, y los elevamos a dimensiones insospechadas sobre todo en nuestras rumiaciones nocturnas. No dormimos y solamente se nos ocurren desgracias sobre desgracias, sucesos que vemos como inmediatos y seguros, aunque nunca lleguen a suceder.
Debemos observarnos y ver si somos de las personas que nada más que algo ocurre nos abalanzamos para adelantar desgracias múltiples sobre el suceso que acontece.
Es un mal hábito. En principio porque generamos angustia no sólo en nuestro interior, sino también a nuestro alrededor. Por otro lado, los que están cerca y nos oyen suelen pensar que efectivamente ese será el destino que nos espera y, de algún modo, colaborarán en que ocurra con su actitud pesimista y derrotista. También estamos así abiertos a la hecatombe, casi esperando que llegue, dispuestos a que nos arrolle como preveíamos y sin hálito vital que nos defienda de nosotros mismos.
Adelantar desgracias es altamente nocivo para la salud no sólo mental, sino para la física. El sistema inmunitario responde con un tono bajo a lo que pueda llegar porque desde el cerebro la orden es de derrota antes de que pase.
Todo está ligado en nosotros. Todo y con el todo. No podemos separar la mente del cuerpo, eso lo saben y lo consideran, muy detenidamente, las culturas orientales.
La medicina es integral, los cuidados también. La mente da órdenes que elabora en los pensamientos previos en los que de haber negatividad, decaimiento y  dependencia al fracaso predispondrá a nuestras defensas para no actuar.
En consecuencia, desterremos el pensamiento desgraciado, no permitamos que traspase la línea de seguridad inmune y elijamos dejar que todo discurra antes de adelantar lo que va a suceder.

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