Las mujeres nos preguntamos por qué los
hombres no nos comprenden si en realidad somos tan sencillas y transparentes a
la hora de saber cómo somos.
Nos
empeñamos en que adivinen nuestros gustos y deseos y cuando su respuesta, que
debe apoyarse en los resultados de una bola de cristal, no coincide con lo que
ansiamos; solemos creer, con demasiada facilidad, que no nos quieren como
deberían por ello.
A
esto, la psicóloga chilena Pilar Sordo, lo ha llamado “el pensamiento mágico”.
Las mujeres, educacionalmente, lo hemos creado y alimentado desde la infancia.
Pensemos
en los cuentos que repetían nuestras madres, como la más dulce de las pócimas,
para conciliar nuestro sueño en la noche. Blancanieves, la Cenicienta y tantos otros en los cuales era
un príncipe maravillosamente bello y bondadoso quien lograba despertarlas del
sueño o encontrar el zapato de su medida, hechos a partir de los cuales les
cambiaba la vida absolutamente. A partir de ahí, se instaló en nuestra mente el
pensamiento mágico, que usamos de forma continua.
Resulta,
de este modo, que todas queremos al mismo hombre y, como consecuencia, el que
nos ha tocado en suerte es un premio de consolación porque nuestro príncipe, el
de todas, le ha tocado a otra o está errante.
El
camino para superar esta externalización de las emociones, por medio de la cual
“todo” lo que nos sucede nos llega de fuera y así lo interpretamos ( “nos” hizo
felices, “nos” hizo desgraciadas…) es hacernos responsables de nuestra parte en
el juego. Vernos capaces de “producir”, de “generar” nuestros propios procesos
emocionales y descargar esta especie de lastre culpabilizador, que lanzamos
fuera, realimentando el victimismo para convertirlo en una actitud positiva a
nuestro favor.
Comprender
las diferencias que nos separan a
hombres y mujeres, y tratar de resolver lo que nos distancia a consecuencia de
ellas, es nuestro reto, el de ambos géneros.
Dedicaremos
otras entradas a lo que les sucede a
ellos . Evidentemente, también deben aprender otras herramientas conductuales
que les permitan considerarnos como un proceso de conquista permanente y no
como objetivos cumplidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario