Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 21 de abril de 2014

AMISTADES PELIGROSAS



Uno de los miedos más feroces que asisten a los padres es que sus hijos tengan amistades peligrosas, que se rodeen de personas tóxicas y que no sepan seleccionar con quien ser cómplices. Lo peor es que uno nunca se libra de eso, ni siendo joven, ni adulto.
El problema reside en la manipulación soterrada, en la apariencia de salvadores del mundo que tienen los que se presentan como lobos con piel de cordero. Entonces solo vemos bondades donde hay dobles intenciones y nos ponemos a la sombra de su sol porque es el que suele parecer que calienta más y mejor sin darnos cuenta que abrasa.
La verdad es que el empeño que tenemos de hacer de nuestros hijos seres compasivos, flexibles, con capacidades bondadosas y actitudes de colaboración y altruismo debería estar acompañado de unos criterios firmes de selección cuando se trata de pasar al ámbito de la amistad. Porque en el fondo, amigos y pareja se llevan la palma a la hora de determinar el rumbo que seguirá la vida de cada cual.
Es, al menos, curioso que uno se esfuerce toda la infancia en procurar lo mejor, lo más excelente, aquello que va a formarle como persona sana y limpia de corazón y al final todo dependa de gente extraña con la que te encuentras en la vida.
Para algo servirá, sin duda, lo que uno enseña, lo que han visto en casa, lo que han vivido en la infancia. No digo que no. Pero es muy grande también el peso de las piezas de este ajedrez de la existencia con las que nos vamos tropezando.
         Las personas tóxicas contaminan. Sus actitudes invaden y se difuminan con rapidez en la conciencia del bondadoso y entonces, uno piensa, si no habrá que preparar a nuestros hijos, y a nosotros mismos, para discernir entre lo que conviene y lo que no al corazón, porque estoy segura de que él está muy ciego a veces.
Se guía por puñaditos de amor que va expulsando como un espray por donde va, sin darse cuenta, que en ocasiones, el ambiente está tan enrarecido que los convierte en gases tóxicos que le asfixian sin remedio.
Una miradita antes de amar no estaría mal. En definitiva, Cupido lanza flechas por doquier con el ojo que le queda al descubierto. Algo podrá ver.

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