Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 27 de abril de 2014

EL CLUB DE LOS FUERTES



Hoy me gustaría comentaros el contenido de un nuevo libro: “Las gafas de la felicidad” de Rafael Santandreu. El autor analiza, con una claridad práctica absoluta, la necesidad o la conveniencia del sufrimiento y los antídotos contra él.
         Admiramos a las personas fuertes. La fortaleza siempre ha sido un bien deslumbrante. Física o psicológicamente, de una forma y otra, en cualquier manera, la fuerza gusta.
         Si recordamos a los héroes de la infancia, la fuerza era un componente imprescindible para ligarse a la bondad.  Lo bueno se impone con el poder de la potencia. Por eso, todos queremos ser fuertes.
         Cuando uno crece, lo físico va dejando de importar, entre otras cosas porque se deteriora y sería estúpido poner el acento en algo que decrece. Sin embargo, nos damos cuenta que lo que puede servirnos de atalaya, a la hora de sobrevivir, es el poder mental.
         Habría que crear un club de los fuertes. Un espacio, un lugar, un grupo para los que apostasen por el blindaje emocional ante las dificultades de la vida.  No quiero decir un reducto de los vencedores, no. Simplemente un  punto de encuentro e intercambio para aquellos que quieran ejercer la fortaleza que seguramente todos llevamos dentro.
         Podíamos comenzar por establecer unos estatutos muy peculiares.  Un reglamento de operatividad básica que nos llevase a comprometernos en el cumplimiento de:
1.    Dejar de lado los complejos. No hay ningún problema que no pueda resolverse en el hecho de tener algún defecto. Hay que huir de las “cualidades trampa” que despiertan admiración pero que son poco válidas para resolver situaciones reales ( belleza, capacidad de oratoria etc…) y desarrollar aquellas que nos hacen crecer como persona: la capacidad de amar, tolerancia a la frustración, la perseverancia…etc

2.    Ganar la partida al miedo: “Soltar la neura”. La forma de liberarse de una obsesión es darse cuenta que en el peor de los casos, no pasa nada que no nos permita continuar.


3.    Abandonar la queja: Hay que dar menos importancia a la comodidad para no volvernos insoportables ante cualquier contrariedad ( el ruido, las colas, los errores…)

4.    Vivir el presente, como los niños que se instalan siempre en el “aquí” y en el “ahora”. Cada mañana, nacemos otra vez.


5.    Apreciar la soledad: estamos demasiado encadenados a los demás; la soledad, bien administrada y entendida, es una página en blanco sobre la que empezar a escribir y planear nuevas metas.
La felicidad no es algo que llegue de afuera. De poco sirve tener un contexto muy agradable si en el interior solamente hay tristeza. Quien es feliz dentro de sí mismo, conecta rápidamente con la felicidad que flota en el ambiente y en cualquier objeto, situación o paso que de, podrá gozarla en plenitud.
Tú decides. Solo tú.

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