A veces, llegamos a la conclusión de
que lo más importante es estar en paz con uno mismo. Alcanzar la serenidad no
es fácil. En realidad es un auténtico reto para la mayoría de las personas.
Cuando estamos inmersos en la vorágine
del día a día, cuando esperemos que pase el tiempo deprisa para tener tiempo
libre, cuando sufrimos una y otra vez las incongruencias de vivir sentados en
un coche desde el que vamos al gimnasio, para quemar las calorías de lo que no
hemos andado o echamos sacarina al café después de comer la tarta, todo se ha
descentralizado.
Habría que retomar la calma. Nos devora
la prisa. Nos angustia el mañana por el que no vivimos el hoy y nos aterra el
paso del tiempo por nuestro cuerpo y no por nuestra mente, cuando en realidad
la juventud del pensamiento es el antídoto de la edad.
Vivimos a contra reloj y eso se nota
hasta en la forma de movernos, en la de hablar y hasta en la de escuchar.
Nadie
escuchamos. Lo primero que deseamos hacer es lanzar lo nuestro. Antes de nada,
cuando alguien viene a contarnos algún problema, respondemos con rapidez con el
nuestro. Hemos perdido la capacidad de escucha, pero también la disponibilidad
para el consuelo del otro.
Sería un logro inconmensurable poder ralentizar
el tiempo interno. Pensar que nada se pierde por ir más lentos, que todo espera
de igual forma, que lo que tienen que suceder sucederá y que nuestra calma será
un seguro de vida para nuestra salud emocional.
Necesariamente lo que nos gusta nos
espera siempre. Los libros, la música, los paseos, las tardes de descanso, las
siestas reparadoras, las caricias, los besos y los abrazos…son en realidad lo
que nos serena, lo que pone a nuestro stress un punto y aparte.
Dedicarnos a nosotros mismos, a quien
amamos, a lo que nos gusta y buscar un espacio para ellos, debería ser una
obligación impuesta cada día.
Tomar,
en definitiva, un sorbo de felicidad de
vez en cuando para resistir la vida, para hacer de ella la magnífica
experiencia que es.
Si lo logramos, estaremos delante de la clave
de la felicidad; sin dudarlo.