Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 1 de marzo de 2014

La verdad...¿ES LA VERDAD?



El rey había entrado en un estado de honda reflexión durante los últimos días. Estaba pensativo y ausente. Se hacía muchas preguntas, entre otras por qué los seres humanos no eran mejores. Sin poder resolver este último interrogante, pidió que trajeran a su presencia a un ermitaño que moraba en un bosque cercano y que llevaba años dedicado a la meditación, habiendo cobrado fama de sabio y ecuánime.
Sólo porque se lo exigieron, el eremita abandonó la inmensa paz del bosque.
--Señor, ¿qué deseas de mí? -preguntó ante el meditabundo monarca.
--He oído hablar mucho de ti -dijo el rey-. Sé que apenas hablas, que no gustas de honores ni placeres, que no haces diferencia entre un trozo de oro y uno de arcilla, pero todos dicen que eres un sabio.
--La gente dice, señor -repuso indiferente el ermitaño.
--A propósito de la gente quiero preguntarte -dijo el monarca-. ¿Cómo lograr que la gente sea mejor?
--Puedo decirte, señor -repuso el ermitaño-, que las leyes por sí mismas no bastan, en absoluto, para hacer mejor a la gente. El ser humano tiene que cultivar ciertas actitudes y practicar ciertos métodos para alcanzar la verdad de orden superior y la clara comprensión. Esa verdad de orden superior tiene, desde luego, muy poco que ver con la verdad ordinaria.
El rey se quedó dubitativo. Luego reaccionó para replicar:
--De lo que no hay duda, ermitaño, es de que yo, al menos, puedo lograr que la gente diga la verdad; al menos puedo conseguir que sean veraces.
El eremita sonrió levemente, pero nada dijo. Guardó un noble silencio.
El rey decidió establecer un patíbulo en el puente que servía de acceso a la ciudad. Un escuadrón a las órdenes de un capitán revisaba a todo aquel que entraba a la ciudad. Se hizo público lo siguiente: "Toda persona que quiera entrar en la ciudad será previamente interrogada. Si dice la verdad, podrá entrar. Si miente, será conducida al patíbulo y ahorcada".
Amanecía. El ermitaño, tras meditar toda la noche, se puso en marcha hacia la ciudad. Su amado bosque quedaba a sus espaldas. Caminaba con lentitud. Avanzó hacia el puente. El capitán se interpuso en su camino y le preguntó:
--¿Adónde vas?
--Voy camino de la horca para que podáis ahorcarme -repuso sereno el eremita.
El capitán aseveró:
--No lo creo.
--Pues bien, capitán, si he mentido, ahórcame.
--Pero si te ahorcamos por haber mentido -repuso el capitán-, habremos convertido en cierto lo que has dicho y, en ese caso, no te habremos ahorcado por mentir, sino por decir la verdad.
--Así es -afirmó el ermitaño-.
Ahora usted sabe lo que es la verdad... ¡Su verdad! 

El aferramiento a los puntos de vista es una traba mental y un fuerte obstáculo en el viaje interior.

jueves, 27 de febrero de 2014

LA AYUDA DE LA VIDA



         La vida nos ayuda siempre. En ocasiones, cuando creemos que no podemos más y que las cosas se ponen del revés, algo hay que nos compensa o que de alguna forma, vuelve a nosotros.
         Siempre hemos dicho que la existencia funciona como un boomerang y que lo que lanzamos, nos es devuelto, a veces con creces. Yo, al menos, puedo comprobar en la mía que hay en ella muchos pasajes que cumplen una doble condición:
·       Por un lado, en algún momento, aunque solamente fuese de pasada, con un pensamiento muy rápido, mi corazón los deseo.
·       Por otro, hay momentos en los que veo una compensación a lo sufrido, una especie de regalo que de alguna forma termina diciendo que nada pasa porque sí y que lo que hoy sale de nuestro corazón regresará a él en términos de aprendizaje compensado.
Es cierto también que, a pesar de las dificultades, da oportunidades. Hay que saber esperar, estar dispuestos a mirar para ver y sobre todo, utilizar la intuición para comprender las señales que nos da y seguir su rastro.
A veces, es bueno detenerse a repasar lo que tenemos pasado y analizar cómo hemos ido saliendo, paso a paso, de las dificultades. Lo hemos hecho; por duras que fuesen, por perdido que todo estuviese, por más que el resto se empeñase en sacarnos del camino. Ese es nuestro valor añadido. La voluntad de seguir.
     Bajo estas premisas parece que la vida se traduce a una lucha continua donde se vence si se es capaz de resistir. Pero uno solamente gana la batalla si es lo suficientemente valiente para superarse. El reto es con uno mismo y no con los demás.
     Cuando entendamos esto, tal vez, en ese momento será el tiempo de la cosecha. Porque la habrá, seguro que la habrá.

miércoles, 26 de febrero de 2014

ACUNANDO LA ESPERANZA



         Una de las sensaciones peores que podemos tener es el vacío de la esperanza. Cuando uno no espera, su vida discurre en un punto negro sin un ápice del brillo que concede el entusiasmo por lo que guardamos en nuestro corazón como expectativa. Y si malo es no tener esperanza en la propia vida, casi peor es no tenerla para después de ella.
         Ayer, con la mirada muy triste y una voz cansada, alguien se quejaba a mi lado de la vida, de lo que temía y de lo que no esperaba. Renegaba de los problemas, de su edad y de no creer en nada que le salvase de la mortal apatía que le afectaba.
         No puedo entender que se tema cuando no se espera. Cuando en realidad no creemos que haya nada tras la línea que marca el final de la vida, nada debe temerse. En ese caso, la muerte se convierte en dormir sin soñar y cuando esto sucede, no somos conscientes ni del estado en el que estamos como durmientes o como “murientes”.
Sin embargo, a pesar de no creer, había un amargo ácido en sus palabras, en sus gestos y en ese mirar perdido en el cual, estoy segura, que le gustaría creer sin ver.
Tener fe es ya un regalo. Fe en lo que sea. Fe en la vida, en su contrario, en nosotros, en los otros, en el sentido oculto de nuestra existencia o en el explícito de nuestro día a día.
La fe no puede comprarse, ni regalarse, ni siquiera robarse. No se puede ampliar, reducir, ni malear. Existe o no, como el amor. Ambos sentimientos, que generan estados imposibles de igualar, constituyen un privilegio cuando llaman a nuestra puerta porque uno se da cuenta que con ambos todo parece posible. Todo lo es.
 Lo que suceda más tarde ni siquiera importa.

martes, 25 de febrero de 2014

LOS ÁNGULOS DEL AMOR



Si te encuentras enamorado de una persona que no está enamorada de ti… no te reproches a ti mismo. No hay nada de malo contigo, sino que el amor no eligió descansar en el corazón de la otra persona.
Si encuentras a alguien que está enamorado de ti, y tú no le amas, siéntete honrado de que el amor vino y tocó a su puerta, pero dulcemente rechaza el regalo que no puedes devolver.
Si te enamoras de alguien, y esta persona se enamora de ti también, y el amor elige irse… no intentes reclamarlo o culparlo, déjalo ir. Hay una razón y un significado, a su tiempo lo descubrirás.

Recuerda que no eres tú quien elige al amor:
El amor te elige a ti.
Por lo misterioso que es el amor, cuando entra a tu vida,
todo cuanto realmente puedes hacer es aceptarlo.
Siente como el amor te llena hasta derramarse,
y entonces encuentra la manera de compartirlo.


Dale amor a la persona que lo hizo nacer en tu vida. También dale amor quienes sean pobres de espíritu. Dale alrededor del mundo en todas las formas que puedas, el amor es más grande cuando es compartido.
En esto muchos que aman cometen un gran error, porque habiendo estado mucho tiempo sin amar, ven el amor como si únicamente fuese una necesidad. Ven sus corazones como un lugar vacío que necesita ser llenado con el amor, y creen que el amor es algo que debe fluir para ellos, y no desde ellos mismos.
Acuérdate de eso, y mantenlo en tu corazón:
el amor tiene su propio tiempo, sus propias estaciones,
y sus propias razones para ir y venir.
Tú no lo puedes sobornar, coaccionar, motivar
o insistir para que el amor se quede.
Cuando llega, sólo puedes abrazarlo,
compartirlo y repartirlo.


Pero si el amor elige dejar tu corazón o el de aquel a quien tú amas, no hay nada que puedas hacer, y no hay nada que debas hacer.
El amor es y siempre será un misterio. Si en algún momento el amor ha entrado en tu vida, alégrate por esos días especiales que viviste.
El amor es así de misterioso, mantén tu corazón abierto que seguramente vendrá de nuevo a ti.