Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 31 de mayo de 2014

TODO ES CAMBIO



La vida es una perpetua conquista; la continua aspiración a una meta, resolución de ella y descenso en el interés por lo que ansiamos. Y en el medio, el gozo y las sombras, la luz y la oscuridad, el fuego y el hielo.
Me gustaría saber por qué cuando tenemos aquello por lo que tanto hemos suspirado caemos en el receso. Es como si el trofeo perdiese valor en nuestras manos pasados los primeros momentos. Como si la batalla fuese lo interesante, como si el asalto y el asedio bien hecho valiesen por sí mismos la pena. Como si el botín se disfrutase más cuando es de otro.
Sin embargo, aunque eso ha sido ayer, hoy y siempre, hay algo que podemos rescatar como excelente en el proceso y son las vivencias pasadas, las imágenes fotográficas que pasan por la mente y reposan en el alma, las risas y la pasión, la emoción del riesgo y la intención de lucha. El entusiasmo que nos asistió a lo largo del intento y hasta la tristeza que sobreviene cuando todo concluye.
El verdadero trofeo es, tal vez, ese punto de reposo en el que uno valora lo que ha hecho, lo que ha tenido, lo que fue, lo que es y lo que será. El momento del silencio en el cual nos damos cuenta de que hemos ganado cruzadas a base de pérdidas y que aquello que en realidad hemos obtenido queda resumido en todo aquello que no puede nombrarse.
No hay palabras para describir cómo se siente uno cuando ve que se escapa entre los dedos el agua que da la vida. No es posible atrapar el sonido ronco y el eco amargo de lo que un día fue y no volverá. Ni se puede limpiar el vaho del cristal para aclarar una imagen que ya no existe. No se puede recomponer un jarrón roto, ni detener las notas de la melodía que escapa tras el pulso las cuerdas con el roce de los dedos.
Posiblemente, todo se consuma en el momento en que se dice, se hace, se ve, se toca, se escucha o se huele. Tal vez, la vida y la muerte sean realidades que experimentamos muchas veces; a cada paso, en cada instante, sin darnos cuenta y sin detenernos a pensar que por más que nos empeñemos nada permanece igual.
Al final y al cabo, todo pasa.

viernes, 30 de mayo de 2014

PENSAMIENTO Y REALIDAD



Un hombre llevaba muchas horas viajando a pie y estaba cansado y sudoroso bajo el sol implacable del día. Extenuado, se echó a descansar bajo un árbol.
El suelo estaba duro y el hombre pensó en lo agradable que sería tener una cama mullida en la que reposar. Era aquél un árbol celestial que hacía los pensamientos realidad, así que la cama le fue concedida al exhausto viajero.
Acostado en la agradable cama, pensó ahora que sería muy grato para sus cansadas piernas que una joven le proporcionase un masaje sobre ellas, y en seguida una joven estaba aliviando la tensión de sus piernas.
Bien descansado, el hombre sintió hambre y pensó lo gratificante que sería poder degustar una opípara comida. Surgieron los alimentos y el viajero comió hasta saciarse.
Se sentía feliz. Había reposado, una bella mujer le había proporcionado un agradable masaje y había llenado su estómago. De repente le asaltó un pensamiento: «¡Mira que si un tigre me atacara ahora!» El pensamiento se hizo realidad. Apareció un feroz tigre que se echó sobre él y lo devoró. 

Realmente nuestra  mente tiene tanto poder que logra crear aquello en lo que cree, si efectivamente lo cree sin ninguna duda, sin ninguna fisura por la que derramar la esperanza.

jueves, 29 de mayo de 2014

UN ESCUDO CONTRA LA TOXICIDAD



         Todos conocemos a personas con las que te sientes extraño. Gente que al comenzar una conversación ya te motiva a marchar o con las que después de un rato te sientes agotado y con ganas de volver la espalda y caminar en contra.
         Hay gente tóxica. Ladrones de energía que consumen tu optimismo, que te sitúan frente a la negatividad, la controversia y el adelanto de desgracias. Individuos que se consumen en su propio fuego y que lanzan ascuas encendidas ante cualquiera que se ponga por delante.
         Es evidente que no podemos cambiar a nadie. Solamente queda el cambio propio y la actitud de ánimo dispuesta como un escudo para que nada entre ni salga en nuestra alma y evitar así que pueda dañarnos.
Veamos este listado que propone el Dalia Lama:
        
1- Deja ir a personas que sólo llegan para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás. Si alguien busca un cubo para echar su basura, procura que no sea en tu mente.
2- Paga tus cuentas a tiempo. Al mismo tiempo cobra a quién te debe o elige dejarlo ir, si ya es imposible cobrarle.
3- Cumple tus promesas. Si no has cumplido, pregúntate por qué tienes resistencia. Siempre tienes derecho a cambiar de opinión, a disculparte, a compensar, a re-negociar y a ofrecer otra alternativa hacia una promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de evitar el no cumplir con algo que no quieres hacer, es decir NO desde el principio.
4- Elimina en lo posible y delega aquellas tareas que no prefieres hacer y dedica tu tiempo a hacer las que sí disfrutas.
5- Date permiso para descansar si estás en un momento que lo necesitas y date permiso para actuar si estás en un momento de oportunidad.
6- Tira, recoge y organiza, nada te toma más energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no necesitas.
7- Da prioridad a tu salud, sin la maquinaria de tu cuerpo trabajando al máximo, no puedes hacer mucho. Tómate algunos descansos.
8- Enfrenta las situaciones tóxicas que estás tolerando, desde rescatar a un amigo o a un familiar, hasta tolerar acciones negativas de una pareja o un grupo; toma la acción necesaria.
9- Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar.
10-Perdona, deja ir una situación que te esté causando dolor, siempre puedes elegir dejar el dolor del recuerdo.

miércoles, 28 de mayo de 2014

LOLITA Y EL EROTISMO



El erotismo es una dulce senda que conquista los aspectos más fascinantes del sexo. Qué duda cabe que es mucho más bello y envolvente lo que es sugerido a lo que es evidente, al menos en el ritual de la seducción. Sin embargo, en ocasiones, el erotismo se convierte en un arma peligrosa capaz de destruir la voluntad de cualquier persona y de llevarse por delante, las virtudes más elementales de un ser humano, aún a pesar de sus mejores intenciones.
Veamos, brevemente el argumento de esta antigua película que, sin duda, no nos dejará indiferentes


Lolita es una película dirigida por Stanley Kubrick en 1962, protagonizada por Sue Lyon y James Mason. Está basada en la novela del mismo título de Vladimir Nabokov.
El novelista de mediana edad Humbert (James Mason) decide pasar un verano en Ramsdale, New Hampshire, antes de volver a su trabajo de profesor en otoño. Mientras está buscando alguna casa donde alquilar una habitación, llega a casa de Charlotte Haze (Shelley Winters). No le convence mucho alquilar la habitación allí, pero en el momento en que Charlotte va a enseñarle el jardín, allí está la hija de Charlotte, Lolita (Sue Lyon), una preciosa adolescente de 14 años, por la que Humbert se obsesiona sexualmente.
Decide alquilar la habitación en la casa, para estar cerca de Lolita. Charlotte se enamora de Humbert, pero él piensa sólo en Lolita, quien por una parte le sigue el juego y por otra le hace sufrir. Finalmente Humbert se casará con Charlotte y así podrá estar siempre cerca de Lolita (…)


Este film es toda una obra de arte en la expresión y el desarrollo de un brutal ritual, de sometimiento pasional, al que puede verse dirigido el ser humano.
Orquestada por una adolescente descarada e implacable, se dan cita, en esta película, algunos de los temas más transcendentales de la vida: amor, sexo, muerte, desesperación…Todo ello aderezado por el desasosiego de la pérdida de identidad del protagonista a manos de una niña nada infantil.

martes, 27 de mayo de 2014

EL VASO DE AGUA



Un psicólogo en una sesión grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la típica pregunta: ¿Está medio lleno o medio vacío?
Sin embargo, preguntó:

- ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
El psicólogo respondió:

"El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo 1 minuto, no es problema, si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, más difícil de soportar se vuelve.”

Y continuó:
"Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada. Si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada."

Es un pensamiento muy sabio. ¡Apliquémoslo a nuestra vida!