Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 9 de agosto de 2014

EL LADO OSCURO NOS ENSEÑA



“Si no puedes ser un buen ejemplo, tendrás que conformarte con ser una horrible advertencia”
                            Catherine Aird
Comenzaba la tarde leyendo esta frase. En el momento que lo hice comencé a pensar sobre ella.
         La vida es un cóctel de decisiones, elecciones y pensamientos que determinarán nuestra libertad.  Nuestros estados de ánimo no son solo sensaciones, sino decisiones que establecemos a cada momento.
Los acontecimientos pueden ser determinantes a la hora de estar bien o no, pero no dejan de ser consecuencias de decisiones silenciosas a las que nos vemos avocados de acuerdo al lado oscuro que se manifiesta según quién y cómo nos lo despierte.
No somos de una forma determinada. Estoy convencida que somos según la persona que tenemos enfrente. Hay personas que logran sacar lo mejor de nosotros; otras lo peor. Pero en cualquier caso ambos tipos son necesarias para desarrollarnos, crecer y evolucionar.
A veces nuestro lado oscuro se esconde detrás de la sonrisa, entre la mirada de confianza y por debajo del sabor dulce de las palabras. No sabemos cómo somos hasta que no llega la circunstancia que nos pone a prueba. Entonces es cuando entran en conflicto millones de convicciones que parecían sólidas y ante el revulsivo sale el guerrero defensor de nuestro equilibrio.
En realidad, la paz siempre debe ser interior. Incluso el amor y cualquier tipo de sentimiento. Nadie puede sentir por nosotros, ni nosotros sabemos cómo siente el otro, ni lo que provocamos en él.  Por eso hay que enfocarnos en el “querer” no en cómo nos quieren; en cómo amamos nosotros, sin más. Esa es nuestra responsabilidad. Al otro le queda la suya propia.
El bienestar nunca depende de los demás, sino de lo que cada uno sepamos darnos a nosotros mismos. Ninguna persona tiene el poder de hacerte sentir mal a menos que tú le des permiso para que lo haga.
Todos nuestros sentimientos se originan dentro de nuestro interior y sólo así pueden ser modificados.
“El arte de vivir se compone en un 90 por ciento de la capacidad de enfrentarse a personas que no puedes soportar”.
                            Samuel Goldwin.

jueves, 7 de agosto de 2014

REGLAS DEL JUEGO



Acabo de leer unas reflexiones que pueden servirnos mucho.  En muchas ocasiones, los pensamientos llegan a uno como respuesta a lo que necesita y en ese momento, no nos queda nada más que agradecer que así sea.

…” No vivas dentro del juego de nadie, vive en medio de tu vida y según los límites que tú mismo diseñes. Sé sabio, rompe con juegos y con conductas que sólo te mantienen atado y dependiente del oro. Aplica sabiduría, cambia lo que te lastima.

El libro de Eclesiastés dice: “Todo tiene su momento oportuno para lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para nacer, y un tiempo para morir:

·       (Acerca de las actividades productivas)…un tiempo para plantar, y un tiempo para cosechar; un tiempo para enfermar, y un tiempo para sanar; un tiempo para destruir, y un tiempo para construir.
·       (Acerca de las emociones)…un tiempo para llorar y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto.
·       (Acerca de las relaciones)…un tiempo para esparcir piedras, un tiempo para recogerlas; un tiempo para abrazarse, y un tiempo para despedirse.
·       (Acerca de las posesiones)… un tiempo para intentar, y un tiempo para desistir; un tiempo para guardar, y un tiempo para desechar.
·       (Acerca de la vida espiritual)…un tiempo para rasgar y un tiempo para coser; un tiempo para callar, y un tiempo para hablar con lo divino; un tiempo para amar y un tiempo para odiar lo malo; un tiempo para la guerra, y un tiempo para la paz.”

Hay un tiempo para jugar y un tiempo para vivir.
Hoy es tiempo de vivir sueños grandes y anhelar sueños aún más grandes. Motívate y prepárate para el cambio. Las neurosis de los otros no cambian, pero la tuya sí y está en tus manos.

(Fragmento extraído del libro “Gente Tóxica” de Bernardo Stamateas)

martes, 5 de agosto de 2014

EL BUSCADOR



Esta  es la historia de  un hombre al que yo definiría como un buscador...
un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra.
Tampoco es  alguien que, necesariamente, sabe que es lo que esta buscando, es simplemente alguien para el que su vida es una búsqueda.
 
Un día el buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de  Kammir. El había aprendido a hacer caso rigurosos a estas sensaciones que venían de un lugar desconocido de si mismo, así que dejo todo y partió.
Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención.  Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadores, la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada.
...Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar.
 
De pronto sintió que se olvidaba del pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.
El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar entre los árboles.
Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de ese paraíso multicolor.
Sus ojos eran de un buscador, y quizás por eso descubrió, sobre alguna de las piedras, aquella inscripción...
 
Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días.
 
Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra era un lápida.
Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar.
Mirando  a su alrededor el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, decía
 
Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses, y 3 semanas.
 
El buscador se sintió terriblemente conmocionado.
Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba.
Una por una empezó a leer las lápidas.
Todas tenían inscripciones similares : un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto.
Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años...
Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.
 
El cuidador del cementerio, pasaba por ahí  y se acercó.
Lo miró llorar por un rato en silencio, y luego le pregunto si lloraba por algún familiar.
 
- No ningún familiar _ dijo el buscadora : ¿ qué pasa con este pueblo ?, ¿ qué cosa tan terrible hay en esta ciudad ?, ¿ por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar ?, ¿ cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que los ha obligado a construir un cementerio de chicos ? ! ! ! !
 
El anciano sonrió y dijo :
- Puede Ud. serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré....
Cuando  un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello.
Y es tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella :
         a la izquierda que fue lo disfrutado...
         a la derecha, cuánto tiempo duró el gozo.
 
Conoció a su novia, y se enamoró de ella. ¿ Cuanto tiempo duro esta pasión enorme y el placer de conocerla?, ¿ una semana?, ¿ dos?, ¿ tres semanas y media?...
Y después... la emoción del primer beso, el placer maravilloso del primer beso, ¿ cuanto duró?, ¿ el minuto y medio?, ¿ los dos días?.
¿ Y el embarazo o el nacimiento del primer hijo?....
¿ y el casamiento de los amigos...?
¿ y el viaje más deseado...?
¿ y el encuentro con el hermano que vive en un país lejano...?
¿ Cuanto tiempo duró disfrutar de estas situaciones...?
¿ horas?, ¿ días?
 
Así... vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... cada momento.
Cuando alguien se muere,
es nuestra costumbre,
abrir su libreta
 y sumar el tiempo de lo disfrutado,
para escribirlo sobre su tumba,
porque ese es, para nosotros,
el único y verdadero tiempo VIVÍDO.                                           
 
Jorge Bucay

lunes, 4 de agosto de 2014

CREENCIAS Y FILOSOFÍAS



Encontrar un equilibrio interior es difícil, pero más difícil es conservarlo, porque la vida cotidiana nos presenta sin cesar nuevas dificultades que tenemos que afrontar. Tanto si son personales como si son colectivas, cada uno siente estas dificultades como tensiones, sacudidas, choques. Y haga lo que haga para resistir y mantener el equilibrio, no podrá conseguirlo si no posee un buen sistema filosófico. 


Un buen sistema filosófico instruye primero a los humanos sobre su estructura psíquica: les explica cuál es esta materia sobre la que tienen que trabajar y cuáles son los instrumentos de los que disponen para hacer este trabajo. Les indica la meta hacia la que deben ir, la cima divina en ellos mismos, y el camino a recorrer para alcanzar esta cima en la que se sentirán por fin libres y en seguridad. Si no pierden nunca de vista esta cima divina, si permanecen conectados a ella, cuando las pasiones humanas, las suyas y las de los demás, empiecen a desencadenarse, no serán arrastrados.


 Si se sienten atados y en peligro, es porque han permanecido demasiado abajo. Una buena filosofía les muestra el sendero que conduce al único lugar en el que serán libres y estarán en seguridad, y les dará incluso escaleras: sólo les queda subirlas.
 
Omraam Mikhaël Aïvanhov

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Es importante conocer distintas formas de pensar, es decisivo experimentar distintas formas de ser, es fundamental discernir entre todo un sistema propio de creencias en las que en realidad no nos sintamos atados a nada, del cual podamos extraer nuestra fortaleza y en el cual definir nuestro poder interior.

Cada vez me gusta menos adherirme a una ideología específica, bien sea religiosa, política o social. Tengo mi templo particular, mi dios personal, mis hilitos de pensamientos propios y mi fe inmensa en que somos lo que creamos que somos. El resto nos lo han dado de fuera y por tanto no puede encajar exactamente en lo que somos ni en lo que aspiramos a ser.

Recordar, reconectarnos, diluirnos y elevarnos con lo simple es, posiblemente, el mejor sistema de creencias. Al menos es nuestro.