Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 6 de diciembre de 2014

TODO ES RECÍPROCO



A veces actuamos como si estuviésemos solos. Creemos que nuestras acciones son solamente para nosotros y que sus resultados no afectan a los demás porque son solo nuestras, pero no es verdad.

Todos estamos conectados. Los comportamientos de unos inciden en los resultados de otros. El bienestar nuestro se proyecta alrededor. Lo que otros sufren puede afectarnos. Su amargura, su odio, su resignación, su actuación o pasividad seguro que también son nuestros de alguna forma.

En realidad, porque todo está enlazado, debemos generar felicidad  porque nuestro bienestar  será de otros y la de otros será nuestra. ¡!Cuidado!!,  al igual que se añaden las bondades, también pueden restarse. Será cuestión de reconsiderarlo. 

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“…En cierta ocasión, un reportero le preguntó a un agricultor si podía divulgar el secreto de su maíz, porque ganaba el concurso al mejor producto año tras año. El agricultor confesó que se debía a que compartía su semilla con los vecinos.

- "¿Por qué comparte su mejor semilla de maíz con sus vecinos, si usted también entra al mismo concurso año tras año?" preguntó el reportero.

- "Verá usted, señor," dijo el agricultor, el viento lleva el polen del maíz maduro, de un sembrío a otro. Si mis vecinos cultivaran un maíz de calidad inferior, la polinización cruzada degradaría constantemente la calidad del mío. Si voy a sembrar buen maíz, debo ayudar a que mi vecino también lo haga".

Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca. Y quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, porque el bienestar de cada uno se halla unido al bienestar de todos.”

viernes, 5 de diciembre de 2014

El Gran Sueño de la Pequeña Oruga

Hoy me siento saltamontes...

Una pequeña oruga caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontró con  un saltamontes que le preguntó: "¿Hacia dónde te diriges?" 

Sin dejar de caminar, la oruga contestó: "Tuve un sueño anoche: soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo". 

Sorprendido, el saltamontes le dijo mientras su amigo se alejaba: "¡debes estar loco!, ¿cómo podrás llegar hasta aquel lugar?, ¿tú?, ¿una simple oruga? .... una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable"... pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó, su diminuto cuerpo no dejó de moverse. 

De pronto se oyó la voz de un escarabajo: "¿Hacia dónde te diriges con tanto empeño?" Sudando ya, el gusanito, le dijo jadeante: "Tuve un sueño y deseo realizarlo, subir a esa montaña y desde ahí contemplar todo nuestro mundo". El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo: "Ni yo, con patas tan grandes, intentaría realizar algo tan ambicioso", y se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros. 

Del mismo modo la araña, el topo y la rana le aconsejaron a nuestro amigo desistir. "¡No lo lograrás jamás!" le dijeron, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir. Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar. "Estaré mejor", fue lo último que dijo y murió. 

Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos, ahí estaba el animal más loco del campo, había construido como su tumba un monumento a la insensatez, ahí estaba un duro refugio, digno de uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable. Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos. 

De pronto quedaron atónitos, aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y unas antenas que no podían ser las de la oruga que creían muerta, poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas de mariposa de aquel impresionante ser que tenían en frente, el que realizaría su sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir. Todos se habían equivocado... 

"El éxito en la vida no se mide por lo que has logrado, sino por los obstáculos que has tenido que enfrentar en el camino”

jueves, 4 de diciembre de 2014

LOS CLAVOS DE LA PUERTA



Hay palabras que nunca deberían haber sido pronunciadas, acciones que jamás debieron ser ejecutadas, pensamientos que de ningún modo debieron pasar por la mente y sobre todo, tristezas que nunca debieron ser sentidas en el corazón.

Efectivamente las marcas de lo que duele, de aquello que sin querer o queriendo, ofende o la de los propios errores vertidos sobre personas a las que amamos, dejan huella. Hoyos por los que siempre tendremos que pasar con cuidado, cicatrices que recordarán la razón de por qué están allí. 

El perdón nos redime a nosotros pero no evita la señal de lo que pasó. Lo que si consigue es que sea un recordatorio sin rencor. Un pasaje más de los que ayudan con rapidez a entender que estamos aquí para ayudarnos, para sentir y generar amor y sobre todo para ser y hacer felices.

Leamos este conocido cuento y su interesante mensaje.
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Hubo una vez un niño que tenía muy mal genio. Por ello su padre decidió entregarle una caja de clavos y un consejo, que cada vez que perdiera el control, clavase un clavo en la puerta de su habitación.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la puerta. Con el paso del tiempo, el niño fue aprendiendo a controlar su rabia, por ende, la cantidad de clavos comenzó a disminuir.
Descubrió que eras más fácil controlar su temperamento que clavar los clavos en la puerta. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió los estribos. Su padre orgulloso, le sugirió que por cada día que se pudiera controlar, sacase un clavo.
Los días transcurrieron y el niño logró quitarlos todos. Conmovido por ello, el padre, tomó a su hijo de la mano y lo llevó hasta la puerta, y con suma tranquilidad le dijo: “Haz hecho bien, hijo mío, pero mira los hoyos… la puerta nunca volverá a ser la misma. Cuando dices cosas con rabia, dejan una cicatriz igual que ésta. Le puedes clavar un cuchillo a un hombre y luego sacárselo. Pero no importa cuántas veces le pidas perdón, la herida siempre seguirá ahí.
Una herida verbal es tan dañina como una física. Recuerda que los amigos son joyas muy escasas, consérvalos, cuídalos, ámalos, pero no los lastimes, hay daños que son irreversibles y no hay perdón que los sane.
El niño comprendió la enseñanza de su padre y jamás volvió a tener que controlar su ira porque se dedicó a tomarse las cosas con calma y a actuar siempre guiado por el amor.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

BENDITA PROTECCIÓN, MALDITA NECESIDAD



Siempre se ha dicho que la sobreprotección tiene muchas desventajas y que pasa factura. El límite entre lo que se debe amparar a un hijo, un hermano, un amigo, un compañero o una pareja es difícil de establecer.

La polémica salta en el hogar y en la infancia porque de ahí arrancará más tarde lo que uno pida a la vida y lo que uno espera de los demás. Es como un estigma. Algo que se mete dentro y que determina tu forma de presentarte en el mundo y moverte en él.

Nada hay más agradable que estar arropado por  el sentimiento de cuidado. Nada tan delicioso como saber que detrás de ti hay alguien para evitar la caída y saber que si guarda la necesaria distancia podrás crecer con fortaleza y autoestima.

Pero sentirnos protegidos puede llegar a suponer una necesidad tan fuerte como una droga; necesidad que se convierte en una búsqueda continua de ese mismo privilegio.

La vida no es sencilla, ni coloca un colchón de plumas esperando nuestros quebrantos. No es justa, no es suave, no es dulce y no tiene compasión cuando añade sufrimiento al que ya sufre. Posiblemente tengan razón los que defienden que hay que preparar a quienes amamos para los golpes, sin embargo no puedo creer que nada pueda aprenderse si no es con el resultado de la experiencia propia.

Haber sentido la protección cuando éramos pura debilidad también ayuda a sobrellevarla. Uno sabe que le quisieron, que le defendieron o que le apoyaron cuando lo necesitó. Lo peor son las raciones añadidas porque saben tan bien que siempre queremos seguir recibiéndolas. 

Bendita protección que nos deja en los brazos de la ternura y el afecto incondicionales; maldita necesidad que se repite y se devora a sí misma en favor de seguir siendo niños con todos los inmensos privilegios de quienes han sido arrullados entre sonrisas, besos  y palabras amables.

Más tarde, uno también aprende que ese recuerdo debe ser una fuente inagotable de fortaleza para encarar las dificultades que llegan, una y otra vez, de las personas que esperas y de las que ni te lo imaginas.

El debate no estará nunca resuelto porque todos estilos educativos tienen un precio. En cada uno de ellos hay una factura que pagar y si no…mirémonos despacio y veamos cuál es el que hemos pagado nosotros.

martes, 2 de diciembre de 2014

PODER DE ELECCIÓN



Siempre podemos elegir y se nos olvida con mucha frecuencia. En ocasiones, los agobios que nos asaltan, de forma recurrente, solamente responden al olvido con respecto al poder sobre la elección.

A veces nos sentimos condicionados por muchos elementos externos. Dependemos de ellos, creemos que es nuestra responsabilidad no fallar a los demás y que todos se sientan bien a nuestro alrededor. 
 
Me he preguntado muchas veces si los demás sienten esto mismo conmigo porque entonces las cosas serían muy diferentes.
Nos echamos culpas, responsabilidades y empeños que nos engullen. Estamos convencidos de nuestro servicio al resto. Nos convertimos en samaritanos de los otros, en voluntarios de la entrega y nos olvidamos de nosotros o lo peor, creemos que nosotros somos y estamos únicamente para eso.

Es loable querer hacer la vida fácil al resto y estar disponibles para colaborar en su felicidad pero sin olvidar la nuestra. Y la olvidamos cuando no encontramos espacios propios, cuando las urgencias de los que están cerca anulan nuestras propias necesidades, cuando el reclamo de los demás está por encima de los apremios propios.

Nos queremos poco y valoramos menos aún lo que cada uno necesitamos. Nos han enseñado a volcarnos fuera y obviar lo que el corazón  susurra. Es fácil seguir los dictados de la educación recibida, de la cultura histórica que dibuja nuestra biografía, de los condicionamientos que nos han cedido envueltos en  papel de regalo, pero lo verdaderamente importante es hacer hueco a lo propio y aprender a reservarnos el derecho de admisión con aquello que no queremos. Eso sí, primero hay que reconocerlo y después estar seguros de que nos asiste todo el derecho del mundo para rechazarlo o darle su lugar; ni más ni menos que el que merece. A partir de ahí abrir puertas a la felicidad propia.

Siempre podemos elegir. Siempre es el momento de hacerlo.

lunes, 1 de diciembre de 2014

LA CENA DEL MAGO



El otro día aludíamos a “hacer como si…” para que la realidad se ajuste a nuestros deseos.  De alguna manera se opera una magia inexplicable de acercamiento entre ambas dimensiones…el método que nos presenta este cuento puede servir de herramienta para que se opere el encantamiento.
Veamos…


Había una vez un mago que construyó una casa cerca de un pueblo grande y prospero. Un día invitó a toda la gente del pueblo a cenar en su casa.

-Antes de cenar –dijo-, tenemos algunos entretenimientos.

                  La idea agradó a todos y el mago hizo un show de primera clase, donde sacaba conejos de chisteras, banderas que aparecían en el aire y cosas que se convertían unas en otras. La gente estaba fascinada. El mago preguntó:

-¿Quieren cenar ahora o quieren más entretenimiento?.

          Todos pidieron más trucos pues nunca habían visto algo así. Así el mago se convirtió en una paloma, después en un halcón y después en un dragón. La gente enloquecía de excitación. Les preguntó nuevamente y pidieron más y más recibieron. Entonces les preguntó si querían comer y dijeron que sí. El mago entonces les hizo sentir que estaban comiendo distrayéndoles con cantidad de trucos a través de sus poderes. La cena imaginaria y los trucos continuaron toda la noche. Cuando estaba amaneciendo algunos dijeron:

-Debemos ir a trabajar.

             Entonces hizo que imaginaran que iban a sus casa y se preparaban para ir a trabajar y realmente hacían sus actividades habituales. Y de este modo, siempre que alguien decía que tenía que hacer algo el mago le hacía pensar que lo hacía y después regresaba a la cena del mago.

              Con el tiempo el mago había tejido tal encantamiento sobre la gente del pueblo que todos trabajaban para él mientras que creían que continuaban con sus vidas de siempre. Cuando se sentían inquietos él les hacía pensar que estaban nuevamente cenando en su casa y esto les daba placer y les hacía olvidar.

                 ¿Y qué sucedió con el mago y la gente del pueblo? Esto no se puede decir; es algo de lo que no se puede hablar, porque él sigue ocupado en lo mismo, y casi toda la gente está aún bajo su hechizo.

(extraído de “Seeker after truth “ by Idries Shah)