Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 30 de diciembre de 2015

CUENTO DE AÑO NUEVO



             Dicen que cuando se acerca fin de año los ángeles curiosos se sientan al borde de las nubes a escuchar los pedidos que llegan desde la tierra. 


            - ¿Qué hay de nuevo? -pregunta un ángel pelirrojo, recién llegado. Lo de siempre: amor, paz, salud, felicidad...- contesta el ángel más viejo. Y bueno, todas esas son cosas muy importantes. 


            Lo que pasa es que hace siglos que estoy escuchando los mismos pedidos y aunque el tiempo pasa los hombres no parecen comprender que esas cosas nunca van a llegar desde el cielo, como un regalo.

           ¿Y qué podríamos hacer para ayudarlos? - Dice el más joven y entusiasta de los ángeles. ¿Te animarías a bajar con un mensaje y susurrarlo al oído de los que quieran escucharlo? - pregunta el anciano.

              Tras una larga conversación se pusieron de acuerdo y el ángel pelirrojo se deslizó a la tierra convertido en susurro y trabajó duramente mañana, tarde y noche, hasta 1os últimos minutos del último día del año. 


        Ya casi se escuchaban las doce campanadas y el ángel viejo esperaba ansioso la llegada de una plegaria renovada. Entonces, luminosa y clara, pudo oír la palabra de un hombre que decía: "Un nuevo año comienza. Entonces, en este mismo instante, empecemos a recrear un mundo distinto, un mundo mejor: sin violencia, sin armas, sin fronteras, con amor, con dignidad; con menos policías y más maestros, con menos cárceles y más escuelas, con menos ricos y menos pobres. 


           Unamos nuestras manos y formemos una cadena humana de niños, jóvenes y viejos, hasta sentir que un calor va pasando de un cuerpo a otro, el calor del amor, el calor que tanta falta nos hace. 


           Si queremos, podemos conseguirlo, y si no lo hacemos estamos perdidos, porque nadie más que nosotros podrá construir nuestra propia felicidad". 


           Desde el borde de una nube, allá en el cielo, dos ángeles cómplices sonreían satisfechos.


Pancho Aquino

martes, 29 de diciembre de 2015

EL FINAL DE UN AÑO



En un año pasan muchas cosas. Uno, cuando comienza el siguiente, está lleno de buenos propósitos. Quiere enmendar lo que ha hecho mal. Lograr la conquista de las batallas perdidas en el anterior. Proponerse de nuevo el cambio. Intentarlo una vez más.  


Llegar al nuevo año que comienza con buenas intenciones es un buen comienzo. En principio estamos convencidos de que lograremos lo que no pudimos alcanzar en el anterior. Y es bueno que sea así.


No podemos comenzar derrotados. Hay que empezar valientes. Guerreros. Rebeldes e inconformistas. 


Hemos de empezar los primeros de la fila; los que se comen el mundo, los que de alguna forma van a demostrarse a sí mismos, al menos por un tiempo, que sus anhelos son posibles, que dependen de sí mismos y que de la actitud que adopten para encarar los días restantes dependerá el resultado y el balance del siguiente año.


La lista de propósitos es obligada. Hacerla supone ya un empeño en comenzar a lograrlos. Dar el primer paso en cada uno es iniciar el camino. No hay que mirar lo lejano de la meta. Hay que ir paso a paso, momento a momento, resistiendo el ahora y pensando que después todo será más sencillo cuando lo que pretendemos sea nuestro.


Iniciar un año es como volver a renacer. Se trata de un tiempo nuevo. De un comienzo que se abre ante nosotros con todas las posibilidades que podamos albergar en nuestro corazón. De ahí  a su conquista solamente hay una chispa donde el logro es posible: la acción.


Hay que hacer. Hay que comenzar. Hay que decir “ya”, hasta aquí llegué, ahora voy a hacer de forma distinta. El primer segundo, la primera hora, las siguientes y así un día tras otro hasta que la meta sea nuestra.


Estoy dispuesta a comenzar de nuevo aquello en lo que siempre fracaso. Pero incluso ese fracaso me aporta mucho puesto que es una nueva oportunidad de intentarlo otra vez. 

Nada está perdido. Mientras hay vida, hay esperanza. Mientras nuestra voluntad quiera, habrá tiempo. Este tiempo, el que ahora comienza.


Haz tu lista. Se breve pero estate convencido. No la hagas muy larga. Con poco será ya mucho.

El resto es solamente comenzar.

¡Hazlo.!

 Yo lo haré.

domingo, 27 de diciembre de 2015

VIAJE A ÍTACA ( Relato del Domingo)



Domingo anterior

.- ¡Owen cariño mío!, estoy aquí. Dame la mano y ven conmigo.- En ese momento el resto de la gente ayudó a Swa, compasivamente, a izarlo del suelo. El cuerpo diminuto de la mujer china se quebraba ante el peso del cuerpo pesado e inánime que yacía bajo la mesa.

Una vez más, la dislocada mente de Owen había puesto ante el abismo a su paciente y comprensiva amante. ¿Cuánto podría resistir aquel extraño sentimiento?.

 Mientras sucedía todo esto, el teléfono de Owen no había parado de sonar. (…)

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Domingo  27_12_2015 

El doctor, una vez en pie, sacudió su chaqueta, pasó la mano por su cabeza y estiró su pelo.

Tenía una sensación extraña. Miraba a la gente arremolinada en torno a él sin acertar a comprender qué había sucedido. Volvió la vista a Swa en señal de pregunta. Ella no tardó en dar una breve explicación del suceso a los que tanto miraban.

.-Por favor déjennos salir. Ha sufrido un ataque de ansiedad. Necesita aire.

De pronto, las imágenes del suceso recién acontecido se revelaron en la mente de Owen y sintió un inmenso frío recorriendo sus venas. 

No era él. Había en su interior un monstruo herido por las aberraciones sufridas en la niñez. Un espíritu doliente que reclamaba justicia y hacía culpable de su desdicha al matrimonio que lideraba aquella siniestra bibliotecaria.

Se sintió avergonzado. Mientras agarraba fuertemente la mano de Swa  recorría el camino de salida pronunciando una única palabra cargada de inmensa amargura. Perdón. Lo siento. Perdón. Perdón.

Hacía frío. Un viento demoledor congeló aún más su debilitada voluntad. Solamente podía llorar en silencio. Swa advirtió las lágrimas que rodaban mejillas abajo en busca de un refugio en el cuello de su jersey.

.- ¡Owen, amor!, no dejaré que esos fantasmas arruinen nuestra vida. No existen ya. Se han esfumado. No forman parte de nuestros días.- Owen movía la cabeza en señal de desacuerdo. No podía hablar. Aquel llanto nacía de lo más profundo de su corazón encogido y maltrecho; destrozado por la imborrable marca de aquel fatídico destino.

Caminaron lentamente abrazando el gélido viento como si con él tratasen de borrar lo que acababa de suceder.

La noche había caído demasiado deprisa sobre ellos. Swa recordó al pequeño Liu con más fuerza que nunca. La terrible infancia del psiquiatra le llevaba a proteger aún más a su pequeño. Buscó el móvil para poder oír su voz. Sentía una imperiosa necesidad de tenerle cerca.

Rebuscó en su bolso dándose cuenta de que aquel artefacto se había quedado sin batería.

Llevaban mucho rato sin cruzar palabra. No quería distraer el silencio de Owen pero la imperiosa necesidad de comunicarse con el niño le obligó a pedirle su teléfono.
.-Owen, por favor, déjame tu móvil. Se ha agotado mi batería y necesito hablar con Liu.

Sin decir nada, callado como quien prefiere el rumor del vacío al sonido de la palabra, metió la mano en el bolso de su abrigo. No estaba allí. Lo había perdido. 

Posiblemente durante su caída en aquel café. 

.-No lo tengo. Debió caerse allí.- Asustado y nervioso trató de girarse para volver  a aquel lugar. Sin embargo no logró dar apenas  unos pocos pasos cuando se paró rígido como si sus pies se hubiesen clavado en el suelo.

.-No puedo hacerlo. No puedo volver.- Temblaba a la vez que su frente se llenaba de un sudor amargo y pegajoso que conmovió a Swa.

.-No te preocupes. Iré y yo. Quédate en el coche.-Había llegado muy cerca de donde tenían aparcado el vehículo. 

Owen asintió como un niño lleno de miedo deseoso de recuperar aquel objeto que contenía la clave de sus desvelos.

.- No puedo perderlo. No puedo. Encuéntralo por lo que más quieras. Me matarán si descubren que ya no puedo acceder sin el código ásci. 

.- Owen no entiendo.

.- Vete, vete rápidamente. No hay tiempo que perder. Nunca podré agradecértelo bastante.- Y diciendo esto entró en el coche y dejó caer su cabeza sobre el volante en señal de derrota.

Escuchó como los tacones de Swa repiqueteaban aceleradamente el pavimento que comenzaba a estar mojado con la densa niebla que parecía empeorarlo todo.

¿Lo recuperaría? ¿Y si no lograba encontrarlo?(…)
   



viernes, 25 de diciembre de 2015

LA NAVIDAD DE LOS QUE NO ESTÁN



Todo el mundo ha perdido algún ser querido alguna vez. Ahora, tal vez, notamos más su ausencia.


          Días donde el amor quiere propagarse de boca en boca, donde la felicidad parece una obligación, dónde luces y brillos anuncian las oscuridades del alma de aquellos que recientemente han  tenido que decir adiós muy a su pesar.


¿Cómo será la Navidad del otro lado?, ¿podrán vernos?. ¿Sentir aún con nosotros y por nosotros? O ¿simplemente es una idea en nuestra mente que quiere quedarse ahí porque nos hace sentir bien?.


La Navidad es una sensación. A veces y para muchos, no tan buena. Es un tiempo de recuerdos, de sensaciones de ausencias, de sillas vacías y de voces que querríamos volver a escuchar. De abrazos que no tenemos, de besos que se esfumaron, de ritos, costumbres y palabras que fueron de ellos y sólo de ellos.


Por esa gente cercana y conocida, familia, amigos, vecinos o compañeros que se han ido. Por la gente lejana y desconocida. Porque todos somos uno y algún día, alguna vez lo entenderemos. Por lo que nos dejaron aquí a través  nuestro. Por su paso y sus huellas. Por esa sensación íntima de tenerlos cerca cuando los añoramos.


Por la Navidad que se estrena cada vez que uno de ellos llega directo de nuestra mente a nuestro corazón.


Por ti, que seguro tienes tu propio templo. Por mí, que no olvido. Por todos y por más.

Hoy es su día también.