Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 3 de mayo de 2015

VIAJE A ÍTACA (Relato)



Volví a la mesa de estudio donde mis compañeros aguardaban mi regreso con ansiedad.

.-¿Qué te ha dicho?.-dijo rápidamente Steven. Los miré a todos presagiando lo peor.

.-Quiere que vaya a su casa.

.-¡No!.- Dijo inmediatamente el más pequeño de los amigos. No vayas o no volverás nunca.- Aquellas palabras del benjamín nos dejaron a todos en un mutismo desesperado. ¿Qué quería decir con no volver?.- Robert, nos pidió que nos acercásemos al centro de la mesa. Juntamos nuestras cabezas mientras excitadamente y con lágrimas en los ojos repetía una y otra vez._ Mi hermano jamás regeresó.

.-¿Quieres decir que nunca más le volvisteis a ver?.

.-Nunca.

.-Eso es imposible. No nos engañes. Le habría buscado la policía.

.-Y le buscaron durante mucho tiempo.

.-¿Y por qué sabes que antes de desaparecer fue a casa de los Brian?.

.-Nadie me cree, pero estoy seguro. Él me lo dijo. ¿También a ti te va a dar clases su marido?.- Owen palideció.

.-Sí eso me ha dicho.

.-No vayas.- La señora Stella miraba con recelo aquella reunión improvisada. Temía el contenido de ella. Se levantó y al acercarse  a Robert tomó una de sus orejas entre los dedos de sus huesudas manos para echarle de la sala.

.-Ya estás contando mentiras seguramente. Esa vieja historia de la desaparición de tu hermano. Un día os denunciaré por difamación. Díselo a tu tutor.- Y diciendo esto desapareció con el muchacho lloriqueando mientras le arrastraba por aquel pavimento descolorido y agrietado.

Nos quedamos en silencio. Recogimos nuestros libros y nos dispusimos a salir de la sala de estudio. En el fondo, ante la puerta se había quedado la bibliotecaria. Esperaba nuestro paso con absoluto esmero. Fueron saliendo mis compañeros, uno a uno. De pronto retiró mi brazo hacia sí, para decirme al oído.

.-No puedes dejar de venir. Sé alguna cosa sobre tus padres que puede interesarte. Te espero como hemos quedado.
No dije nada. Bajé deprisa la escalera de aquel vetusto caserón al compás del estruendo de sus peldaños.

A las seis de la tarde estaba tocando aquel timbre de sonido ronco que anunciaba mi llegada. Salió a recibirme un hombre calvo cuya nariz sujetaba unas diminutas gafas en su punta.

.-Supongo que serás Owen.

.-Sí, así es.-dije con una voz apenas imperceptible.- Pasa. Te estábamos esperando.- En realidad, no sabía por qué había ido. Posiblemente porque el deseo de saber algo acerca de mis padres me había llevado de la mano hasta allí. O tal vez podría ser una trampa miserable de aquel siniestro matrimonio del que nada se conocía. (…)


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