Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


lunes, 20 de julio de 2015

DEJAR CAER TU AROMA



Todos tenemos un olor especial. Un aroma único que nos distingue entre muchos. Un definitivo estado de la piel que nos conforma y diferencia. Pero no todos pueden percibirlo. No todos pueden distinguirnos entre el resto, ni ubicarnos en una determinada fragancia en la que, más tarde, poder encontrarnos.

          Dejamos caer nuestro aroma a cada paso como semilla de estrellas sobre un colchón de nubes.

Dejamos rastro. Una estela de multitud de olores que se mezclan con los de otros. Una cola de esencias interminables para que el resto las descifre. Pero hay vínculos invisibles que permiten que unas personas lo hagan y otras nunca puedan.

Lo mejor de cada uno va en ello. Lo más singular y sincero. El olor no engaña. Visceral e instintivo se perpetúa desde los ancestros hasta la singularidad que somos hoy. Y recuerda a la saga a la que pertenecemos  instalándonos en un árbol genealógico del cual somos el último eslabón.

Reconocer el peculiar aroma de otro es estar vinculado a él más allá del aquí y el ahora. Significa estar dentro de su naturaleza y participar de ella. Implica un reconocimiento de lo que es propio desde siempre y la cierta obligación de cuidarlo como tal.

Vamos dejando aromas. Muchos y diferentes. Van cayendo sobre la permeabilidad de los demás. Calando, suave y profundamente. Para algunos imperceptiblemente, para otros resbaladizamente, para la persona especial que nos corresponde por destino, indefectiblemente.

Quien reconozca tu aroma, ese/a es lo tuyo.

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