Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 2 de julio de 2015

LO QUE DUELE NO ES EL DOLOR



Me encantó su lectura. Me gusta mucho como escribe este autor, pensador, presentador, crítico, jurado…y sobre todo alma dolida, doliente y dual.

Capaz de superarse a sí mismo hasta el infinito. Lleno de una vista que lo ve todo y dotado del don de contarlo llegando al corazón.

Será por este tiempo que llevo con el dolor a cuestas  que me ha costado tan poco entender este artículo, será que a todos nos ha pasado sufrir por amor, desamor e intramor. Será que la locura supera la razón cuando los sentimientos aprietan la garganta y hacen un nudo en el corazón. Será que necesito reposar el alma en la almohada de la serenidad. Por eso será que me parecen tan geniales estas reflexiones.

Aquí las comparto.
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“Lo que duele no es el dolor. El dolor es sólo una consecuencia. El efecto secundario de algo que nos hizo sufrir y que todavía hoy sigue haciéndolo. Me gustaría que esto que tanto duele fuese lo que me aplasta el pecho y me araña las vísceras y el corazón. Esto que se puede paliar poco a poco, con consejos, amigos, medicamentos, horas, sobremesas y tazas de té. Pero algo me dice que no. Que lo que duele no es el dolor. (…)


Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es recoger los pedazos de quien se queda. No saber consolar a quien más quieres en este mundo. Tratar de estirarle los labios. Con una broma, un chascarrillo, una tontería. Fracasar.

Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es la distancia. Este saberse lejos de ti, este llevarte conmigo, ese llevarme contigo y aún así, ser incapaces de llevarnos más
(…)
Lo que duele no es el dolor. Lo que duele es no saber volverlo a intentar. Matar el nervio y dejar que se desangre la encía. Hablarlo tantas veces y acabarlas todas en ese silencio de punto final. Darnos por imposible. Constatar nuestra propia incompetencia. Seguir doliéndonos. Seguir mal.


Lo que duele no es el dolor. Es todo lo que dejamos atrás. El remolque desbocado de los recuerdos que nos perseguía al mismo ritmo y velocidad. Ahora sólo sabemos que le ha fallado el enganche, los frenos y no tenemos ni idea de en qué momento nos va a atropellar. Ni con qué.


Lo que duele no es ni siquiera llorar. Lo que duele es tener tantas razones para tener que hacerlo. Es esta maldita sequía de lágrimas.

(…)
Lo que duele no es el dolor.

Porque el dolor es esto que me viene aquí y ahora.

Lo que más duele es todo lo que vendrá.”


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