DOMINGO
ANTERIOR
.-
Owen ¿Estás bien?. Se ha estropeado el ascensor.- En la mano traía algo
semejante a una carta.- He encontrado esto delante de la puerta. Pone tu
nombre.
Owen
se acercó precipitadamente a aquel trozo de papel aún sellado.
.-
Es de Nicoleta. ¡La muy…!
.-Tranquilo
amigo, ella no puede hacer nada.- Y diciendo esto sacó de una cartera de piel
envejecida, un pen driver diminuto y reluciente.
.-¡Marco
amigo mío!. ¡Hiciste copia de seguridad!
.-
¡Por supuesto!, siempre supuse que podría suceder algo parecido.
.-¡Eres
un magnífico ayudante Marco!. ¡Estamos salvados!.- Mientras decía esto, Marco
alargó aquella extraña carta que llevaba consigo, hasta la mano de Owen. Este
la cogió despacio, casi con miedo, y comenzó a desplegar la solapa que
encerraba su contenido.
(…)
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Domingo
(05_07_2015)
Abrió
con ansiedad aquella misiva. Estaba escrita con letra rápida. Los rasgos de
cada una se mostraban sinuosos y discontinuos.
Comenzó
a leer impaciente:
“…Te
daría muchas razones por las cuales he vuelto a engañarte, tal vez por esa
confianza ciega tuya en quien no lo merece, pero ahora mismo solamente me
interesan estos archivos.
Lo
siento Owen. No volveremos a vernos.”
El
doctor desconcertado miró a Marco sin saber qué decir.
.-¿Por
qué Marco, por qué…?
.-
No le des más vueltas. No puede descifrar los archivos. No es peligrosa.
.-¡Vámonos!.
Necesito comprobar si todo está en su sitio.
.-¿En
su sitio?...Owen me vuelvo loco contigo!,
¿dónde vamos ahora?...
Owen
buscó su chaqueta y aceleradamente recogió el móvil y las llaves de la clínica.
Marco le seguía con una mirada inquisitiva sin preguntar nada más. Bajaron por
la escalera atropelladamente y del mismo modo tomaron la calle sin apenas
advertir la multitud que deambulaba por ella.
.-
Sígueme Marco no hay tiempo que perder.
.-
¿A dónde vamos?... Owen parecía no escuchar nada. Se adelantó para cruzar la
calle en diagonal sin respetar el ancho paso de peatones que quedaba solamente
a unos metros. Marco le seguía confuso a la mayor rapidez que podía.
De
pronto se escuchó un golpe seco acompañado
de una frenada sostenida que arrastraba un coche para evitar el cuerpo que
chocaba contra su defensa y rebotaba más tarde en el cristal delantero.
Owen
volvió la cabeza.
.-¡Noooo!
¡Marco! Amigo mío…!una ambulancia rápido!.- El joven yacía en el suelo con una
brecha en la cabeza que dejaba resbalar la sangre fluidamente a lo largo de su cara.
No
abría los ojos y su corazón parecía latir débilmente.
La
gente se arremolinó rodeando a ambos cuerpos junto con el conductor del automóvil
que gritaba impotentemente, no haberlo visto.
Owen
abrazaba el cuerpo inerte de Marco mientras un policía le impedía seguir
haciéndolo.
Lloraba
desconsoladamente cuando llegó la ambulancia para trasladarle al centro hospitalario.
Marco
sostenía en su mano el pequeño pendriver en el que había realizado la copia de
seguridad. Al ser colocado en la camilla su mano se abrió y el diminuto dispositivo
rodó incontroladamente hasta los pies de una mujer que formaba parte del grupo
de gente que se había congregado en torno al accidente.
Nadie
se dio cuenta. Ni siquiera Owen advirtió que se iba con aquella pérdida la
posibilidad de rescatar su libertad.
El
pequeño conector seguía esperando ser recogido mientras la zona se iba
despejando al tiempo que el sonido de la ambulancia llevaba a ambos amigos al
hospital más cercano (…)
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