Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 5 de julio de 2015

VIAJE A ÍTACA ( Relato del Domingo)




DOMINGO ANTERIOR

.- Owen ¿Estás bien?. Se ha estropeado el ascensor.- En la mano traía algo semejante a una carta.- He encontrado esto delante de la puerta. Pone tu nombre.

Owen se acercó precipitadamente a aquel trozo de papel aún sellado.

.- Es de Nicoleta. ¡La muy…! 

.-Tranquilo amigo, ella no puede hacer nada.- Y diciendo esto sacó de una cartera de piel envejecida, un pen driver diminuto y reluciente.

.-¡Marco amigo mío!. ¡Hiciste copia de seguridad! 

.- ¡Por supuesto!, siempre supuse que podría suceder algo parecido.

.-¡Eres un magnífico ayudante Marco!. ¡Estamos salvados!.- Mientras decía esto, Marco alargó aquella extraña carta que llevaba consigo, hasta la mano de Owen. Este la cogió despacio, casi con miedo, y comenzó a desplegar la solapa que encerraba su contenido.
 (…)

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Domingo (05_07_2015)

Abrió con ansiedad aquella misiva. Estaba escrita con letra rápida. Los rasgos de cada una se mostraban sinuosos y discontinuos. 

Comenzó a leer impaciente:

“…Te daría muchas razones por las cuales he vuelto a engañarte, tal vez por esa confianza ciega tuya en quien no lo merece, pero ahora mismo solamente me interesan estos archivos.
Lo siento Owen. No volveremos a vernos.”

El doctor desconcertado miró a Marco sin saber qué decir.
.-¿Por qué Marco, por qué…?

.- No le des más vueltas. No puede descifrar los archivos. No es peligrosa.

.-¡Vámonos!. Necesito comprobar si todo está en su sitio.

.-¿En su sitio?...Owen me vuelvo loco contigo!,  ¿dónde vamos ahora?...

Owen buscó su chaqueta y aceleradamente recogió el móvil y las llaves de la clínica. Marco le seguía con una mirada inquisitiva sin preguntar nada más. Bajaron por la escalera atropelladamente y del mismo modo tomaron la calle sin apenas advertir la multitud que deambulaba por ella.

.- Sígueme Marco no hay tiempo que perder.

.- ¿A dónde vamos?... Owen parecía no escuchar nada. Se adelantó para cruzar la calle en diagonal sin respetar el ancho paso de peatones que quedaba solamente a unos metros. Marco le seguía confuso a la mayor rapidez que podía.

De pronto se escuchó un  golpe seco acompañado de una frenada sostenida que arrastraba un coche para evitar el cuerpo que chocaba contra su defensa y rebotaba más tarde en el cristal delantero.

Owen volvió la cabeza.

.-¡Noooo! ¡Marco! Amigo mío…!una ambulancia rápido!.- El joven yacía en el suelo con una brecha en la cabeza que dejaba resbalar la sangre  fluidamente a lo largo de su cara.

No abría los ojos y su corazón parecía latir débilmente.
La gente se arremolinó rodeando a ambos cuerpos junto con el conductor del automóvil que gritaba impotentemente, no haberlo visto.

Owen abrazaba el cuerpo inerte de Marco mientras un policía le impedía seguir haciéndolo.

Lloraba desconsoladamente cuando llegó la ambulancia para trasladarle al centro hospitalario.

Marco sostenía en su mano el pequeño pendriver en el que había realizado la copia de seguridad. Al ser colocado en la camilla su mano se abrió y el diminuto dispositivo rodó incontroladamente hasta los pies de una mujer que formaba parte del grupo de gente que se había congregado en torno al accidente.
Nadie se dio cuenta. Ni siquiera Owen advirtió que se iba con aquella pérdida la posibilidad de rescatar su libertad.

El pequeño conector seguía esperando ser recogido mientras la zona se iba despejando al tiempo que el sonido de la ambulancia llevaba a ambos amigos al hospital más cercano (…)


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