Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 12 de julio de 2015

VIAJE A ÍTACA ( Relato del Domingo)



(Domingo anterior)

Marco sostenía en su mano el pequeño pendriver en el que había realizado la copia de seguridad. Al ser colocado en la camilla su mano se abrió y el diminuto dispositivo rodó incontroladamente hasta los pies de una mujer que formaba parte del grupo de gente que se había congregado en torno al accidente.

Nadie se dio cuenta. Ni siquiera Owen advirtió que se iba con aquella pérdida la posibilidad de rescatar su libertad.

El pequeño conector seguía esperando ser recogido mientras la zona se iba despejando al tiempo que el sonido de la ambulancia llevaba a ambos amigos al hospital más cercano (…)
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(Domingo 12_07_2015)

La ambulancia se perdió por la gran vía central de la ciudad. Sus luces y el sonido penetrante de su sistema de alarma  dejaron clavados los ojos de Liu. 

El pequeño, agarrado a la mano de su madre, alargaba el cuello para ver hasta el último metro en el que la ambulancia aún podía verse. Su madre dio un tirón breve y seco al brazo del niño con el que le indicaba la marcha.

Liu comenzó a caminar tropezando con el dispositivo que Marco acababa de perder.  Se agachó con rapidez para recogerlo y guardarlo en el bolsillo de su pantalón sin decir nada.

Owen inquieto y preocupado sostenía la mano de Marco mientras los monitores marcaban una débil actividad cerebral.

.- Marco!, Marco! Puedes oírme?.- El enfermero le indicó que era mejor no hablarle.- Owen se retiró levemente mientras dejaba rodar una amarga lágrima a lo largo de la cara.- No puedes morirte.- pensaba mientras acariciaba su mano blanquecina.-¡ No puedes dejarme solo!...

Liu caminaba callado junto a su madre. Era hijo de una bella mujer china que trabajaba como azafata en congresos y eventos de empresas diversas. Se dirigían al cumpleaños de un amigo del pequeño en una casa cercana a la de la consulta del doctor.

El niño acariciaba aquel pequeño objeto del que no conocía nada. Lo hacía discretamente, dentro del bolsillo de su pantalón y sin ninguna intención de decir nada sobre él.

El timbre de aquel piso sonaba aún más penetrante que el sonido de la ambulancia y Liu comenzó a fantasear acerca del extraño hallazgo.

Era un niño solitario y callado. Tenía multitud de amigos imaginarios que le acompañaban siempre. Su madre trataba de convencerle que aquellos personajes, a los que solo podía ver él, no existían. Sin embargo, el muchacho seguía empeñado en que aquellas compañías no le abandonasen.

.- No quiero ir al cumpleaños de Tomy.- le comentó a su amigo preferido. Pau, sonriendo dentro de su cabeza, le propuso algo inusual.

.- No vamos a ir Liu. Cuando tu mamá se marche tenemos que escapar nosotros también.

.- ¿Y cómo lo haremos?.

.-Déjame a mí. Yo me las arreglaré. – Mientras tanto llegaban a la puerta de aquella casa que al pequeño le pareció tan diferente.
Owen esperaba sentado fuera del quirófano. Su móvil comenzó a sonar sacándole de aquella angustia infernal que sentía ante la posible pérdida de su mejor amigo.

Miró la pantalla. Nuevamente aquel número desconocido.
Iracundo y descentrado resolvió contestar con la intención de resolver, de una vez por todas, aquel acoso. (…)

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