Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


miércoles, 5 de agosto de 2015

EL OTRO, TU ESPEJO



Cada vez estoy más convencida de que cada cual vemos al otro y le juzgamos con nuestros propios filtros. 

Lo que nos molesta en nosotros, lo detestamos en el de enfrente. Lo que nos da rabia aumenta la ira cuando somos observadores; aquello que se presenta delante es objeto de enconamiento en el momento que está dentro de nuestra lista de detestables.

Lo peor es que no podemos ver con otros ojos. Son los nuestros los que miran, los que igualan y los que simulan.

Por eso es difícil ver otra cosa que no sea un reflejo de lo que somos y de cómo estamos por dentro. Queramos o no.

Veamos, en este texto, cómo suceden estos paralelismos.

“…Era un yogui errante que había obtenido un gran progreso interior.

Se sentó a la orilla de un camino y, de manera natural, entró en éxtasis.

Estaba en tan elevado estado de consciencia que se encontraba ausente de todo lo circundante. 

Poco después pasó por el lugar un ladrón y, al verlo, se dijo: "Este hombre, no me cabe duda, debe ser un ladrón que, tras haber pasado toda la noche robando, ahora se ha quedado dormido. Voy a irme a toda velocidad no vaya a ser que venga un policía a prenderle a él y también me coja a mí". Y huyó corriendo. No mucho después, fue un borracho el que pasó por el lugar.

Iba dando tumbos y apenas podía tenerse en pie. Miró al hombre sentado al borde del camino y pensó: "Éste está realmente como una cuba. Ha bebido tanto que no puede ni moverse".

Y, tambaleándose, se alejó. Por último, pasó un genuino buscador espiritual y, al contemplar al yogui, se sentó a su lado, se inclinó y besó sus pies.

Así como cada uno proyecta lo que lleva dentro, así el sabio reconoce al sabio…”


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