Lo
mejor de la vida no está en la acera de enfrente, ni en lo recto y lo
establecido. Lo mejor de la vida no está en casa del vecino, ni en la pantalla
de la televisión.
Lo
mejor de la vida nada tiene que ver con tener, sino con estar. Lo mejor de la
vida no se parece nada a una cuenta bancaria, ni a un coche más largo ni a un
brillo más en la mano.
Lo
mejor de la vida está al otro lado de tus ojos, en el roce de la piel, en la
sonrisa que emerge de la cuna, en la esperanza que alumbra desde dentro, en la
felicidad sorda, en lo que no puede decirse y en lo que se comparte solo en
forma de dos.
Lo
mejor de la vida lo tienes tú al tener algo mío y yo al poseer tu atención. Lo
mejor de la vida siempre se instala en el lado de las sensaciones, las
emociones y la pasión.
Lo
mejor de la vida empieza en los sentidos y termina en el corazón. Se desliza
por los sueños y se pone en pie ante dolor. Lo mejor de la vida produce siempre
deseo por continuarlo.
Sabor
dulce aunque sea amargo. Olor a pan recién horneado. Lo tierno, lo blando, lo
suave. Arriba, de frente, adelante.
Tú.
El silencio. La lluvia y el viento.
Lo
mejor de la vida siempre está en la brisa que viene de dentro. En las lágrimas que
caen sin prisa. En poder seguir sintiendo.
Lo
mejor de la vida es el fluir de esta por sí misma, nos vaya bien, nos vaya mal…nos
vaya despacio o corriendo.
Lo
mejor de la vida eres tú que ahora lo estás leyendo.
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