Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 13 de septiembre de 2015

VIAJE A ÍTACA ( Relato del domingo)



Domingo anterior…

No podía creerlo. Estaba allí. Inmóvil. Sin aliento. Era un templo sin espíritu. Sus rasgos varoniles habían comenzado a despedirse del mundo. De pronto, se abrió la puerta. Absorto en sus pensamientos escuchó la voz de Swa que dulcemente pasaba su delicada mano por su pelo. 



.-Owen, vámonos. Marco no nos necesita. Nosotros le necesitamos a él a partir de ahora.- Junto a la mujer estaba una enfermera con una jeringuilla dispuesta a inyectar al psiquiatra.- No es necesario.- respondió la mujer china. – Creo que estará bien. Yo me quedaré con él. 

Se sentó junto a su lado. Ambos se miraron entonces. Por primera vez, algo diferente movió el corazón de Owen. Aquella mujer oriental rebosaba dulzura. Su cálida mirada arropó todo el miedo y la amargura que llevaban enquistados tantos años en él.
Le tomó de la mano y salieron de la habitación.

.-¡Vamos Owen!. Ven conmigo.- Por primera vez le había tuteado. De repente, aquella barrera que todo desconocimiento impone se había esfumado en una sonrisa. 

La vida se mostraba de nuevo impredecible. Se despedía en Marco para nacer de nuevo junto a dos seres desconocidos. (…)
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Domingo 13 septiembre 2015 

Swha se movía delicada y lentamente. Tenía extremo cuidado con cada movimiento, cada palabra, cada gesto. Intuía la dislocada sensibilidad de Owen. Le había observado con atención. Aquella forma suya de perder la mirada en el vacío, el ligero temblor de su mano mientras sujetaba su cabeza, el pálido color de su piel asomando por la ropa y ese inexplicable temor asociado a cada una de sus palabras.

Era como si pudiese leer en él. No sabía las razones de su indescriptible personalidad pero estaba segura de que necesitaba tanto afecto como ella estaba dispuesta a dar.

Tomó su mano y de forma casi automática le ayudó a levantarse. Allí estaba él. Derrotado frente a la muerte. Se habría cambiado por su amigo, estaba segura. Pero aún, él tenía todo un mundo de posibilidades por descubrir. Marco había agotado su tiempo. El plan estaba vigente para Owen. Solamente ella podía devolverlo a la vida.

          Una mezcla de compasión y pena la invadieron. Había algo en aquel hombre que conmovía el alma. Tal vez un sufrimiento abnegado que siempre le había sometido. 

Posiblemente un tormento continuo del que no podía librarse sino con el amor más dedicado y tierno.

La mujer china se acercó lentamente a Owen y le abrazó tiernamente. En silencio. Como si de un ritual se tratase. Delicadamente, apretó sus labios contra su oído y susurró de forma imperceptible.

.-Tú no has muerto. No es tu tiempo. Tienes una misión conmigo aquí. Yo te ayudaré a continuar la vida.-Owen, que hasta el momento se había mantenido en un silencio contenido, estalló en lágrimas.

.-Owen, estoy aquí. Contigo.

Después de unos instantes, el doctor limpió sus mejillas con la palma de su mano. Sus gafas cayeron al suelo rompiéndose. Más desvalido aún apretó con fuerza el diminuto y liviano cuerpo de la mujer. 

.- Mi querida amiga, ¡gracias!.- Aquella explosión de gratitud salía directamente de su corazón para posarse sobre la ternura de Swa.

.-Vamos, Owen. Liu nos echará de menos.- 

El afamado psiquiatra se encontraba cálidamente acogido por aquella desconocida mujer que tanto le inspiraba. La suerte le había encontrado a la vez que el destino le  sacudía. Como siempre, como sucede cuando algo se va, queda un hueco para ser llenado si uno lo desea. 

Ahora comenzaba a sentir que la vida le sonreía y junto al dolor de perder lo que de él se llevaba Marco aparecía la emoción de descubrir un nuevo mundo junto a una bella mujer que le ofrecía tanto en tan poco tiempo. Todo un privilegio que no estaba dispuesto a perder. (…)







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