Anteriormente…
El
paciente había clavado su mirada perdida en el doctor.
Inmóvil mantenía un
gesto dañino en su ceño fruncido. Era como si realmente reconociese en Owen la
oscura etapa en la que habían protagonizado semejantes desmanes. Y lo hacía
hieráticamente. Como si una sonrisa fría se hubiese encajado en su boca para
demostrarle que no había asomo de arrepentimiento en él.
Owen,
no podía seguir sus impulsos, que le hubiesen llevado a agredir mortalmente a
aquel hombre cuyas evocaciones le colocaban muy cerca de la locura, pero de
alguna forma se regocijo en la idea de la venganza.
Por
él…por todos los que habían sufrido de aquel modo. (…)
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Domingo
01_11_2015
Owen
trató de controlar su ira. Los recuerdos de aquel sótano volvieron de golpe a
su mente, así como aquel olor fétido de las blandas partes de los humanos que yacían
bajo sus pies. Revivió el indescriptible silencio que el eco devolvía y los
sonoros quejidos guardados en el aire
que ahora separaba sus caras. Aquella humedad oscura, con la que había vivido
permanentemente a partir de entonces, se revolvía detrás de sus pupilas para
avivar sus miedos.
La
mujer frotaba sus manos sin decir nada. Nerviosa e impaciente por resolver
aquella situación en la que se podía palpar la tragedia.
Owen
respiró profundamente mientras abrió el cajón de la derecha de su escritorio
que aún permanecía cerrado con llave. Revolvió dentro buscando algo
azaradamente. De pronto, en el fondo,
apareció el objeto que instantes más tarde colocó sobre la mesa.
La
expresión del Sr. Henry se volvió acaloradamente agresiva. Sus ojos se
entornaron para profundizar su mirada. Los labios, apretados entre sus dientes,
comenzaban a adquirir un tono morado. Levantó
súbitamente la mano y apretó su puño contra la mesa. Sus uñas cada vez
se clavaban más en la carne de sus palmas. De repente, un grito desgarrado y
aterrador salió de su garganta.
.-
¡!!! Noooo….!!!! .- Owen comprobó que su
memoria había reconocido aquella hebilla herrumbrosa e inservible. El silencio
de su memoria se había roto.
Alargó
su mano y cogió con fuerza la muñeca de aquel hombre que volvía al pasado con
plena consciencia.
.-¡¿Te
acuerdas…?!...¿¿Esto si lo recuerdas?...Los gritos del doctor asustaron a la
temerosa acompañante que se levantó ansiosa por alcanzar la puerta.
Owen
gritó de nuevo.
.-¡Quieta!.
De aquí no sale nadie!. (…)
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