Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 29 de noviembre de 2015

VIAJE A ÍTACA (relato del Domingo)



Domingo anterior

.-El doctor acaba de salir. No puede atenderle. Pida cita mañana y le atenderemos con mucho gusto.

.-No, no por favor. No es cita lo que deseo. ¡Owen! ¿Donde está Owen?. – Swa colgó el teléfono y le apagó para evitar de nuevo que se repitiese aquella llamada.

Mientras tanto allí Owen postrado, resbalado sobre la pared yacía en un mar de lágrimas… ____________________________________________________  

Domingo 29_11_2015

Swa se quedó pensativa y con una extraña sensación de malestar al colgar el teléfono. Aquella voz al otro lado del auricular no le era desconocida. Mientras la escuchaba no había podido evitar un súbito pálpito que no pudo reconocer en aquel instante. Se quedó pensativa y perpleja ante lo que estaba pensando. ¡No podía ser!. Sin pretenderlo la imagen del padre de su hijo invadió su mente.
Owen, en la otra parte de la casa reclamaba su atención con un llanto amargo y destructivo. Rápidamente atraída por este doloroso reclamo se dirigió a él.


-Owen  ¡por dios!, ayúdame a levantarte. No dejes que el pasado te devore. Vamos amor mío, levántate.- El doctor se abrazó a Swa y silenció su llanto cambiándole por unas tristísimas lágrimas que llegaron a mojar el hombro de Swa. Ésta se apresuró a besarlo tiernamente en un principio. Se tumbaron en el suelo completamente para demostrarle a aquel hombre que la pasión de su incondicional amor le haría volver a la vida.


Los besos, inicialmente delicados, se convirtieron en ardientes e impetuosas caricias que comenzaron a transformar la inmensa pena del siquiatra en un deseo desenfrenado con el cuál intentaba remediar la sórdida escena de hacia unos instantes.


Se poseyeron una y otra vez hasta quedar extenuados. Owen, exhausto y debilitado, miró profundamente a los ojos a Swa.


.-¡Mi bella dama oriental!. Solo tú puedes salvarme de este calvario que arrastro conmigo.- Ella acarició tiernamente su pelo a la vez que besaba su frente con suma delicadeza.
.- Debes contarme todo Owen. No podré ayudarte si no sé a lo que me enfrento.


.-Hay partes de esta historia que no debes saber. Por tu seguridad mi querida Swa.

.-¡Por favor! Owen. ¿Cómo puedes hablarme de seguridad cuando estoy dentro de todo ello sin saber  qué es lo que me acecha?.- Owen se quedó en silencio. Parecía que un nuevo arrebato de los que tanto desconcertaban a la mujer china, iba a producirse. Inmediatamente, la habilidad que la caracterizaba para dirigir el carácter del doctor hacia el equilibrio que necesitaba, hizo que cambiase de rumbo la conversación.- Te acaba de llamar un hombre, Owen. Creo que era alguien que no quería una consulta, sino hablar contigo.

 
.-Sería mi amigo Steve. ¡ mi gran amigo Steve!. ¡Me ha ayudado tanto!.- Swa palideció al escuchar un nombre que solo distaba del nombre de la persona que la había hecho tanto daño en una “n”. 


Y aquella voz…

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