Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 13 de diciembre de 2015

VIAJE A ÍTACA ( Relato del Domingo)



DOMINGO ANTERIOR…

.- ¿Le conoces?, dime…le conoces?.- Swa aterrada ante la mirada dislocada de Owen, quien no dejaba de repetir la pregunta, lo negó al instante.

.-Owen, ¿qué te sucede?. ¿Qué ocurre?.

.-Perdona mi querida perla oriental. No sé que me ha pasado. Lo siento, lo siento…- repetía una y otra vez mientras besaba la negra melena de la mujer china.

Swa se soltó lentamente de los brazos de Owen en donde se encontraba cada vez más asfixiada. Le dejó sobre un sillón y se dispuso a quitar las cortinas llenas de sangre en las que se había limpiado el Sr. Henry.

Desde la sala de espera, en al que había quedado Owen, comenzaron a oírse unos estrepitosos ruidos semejantes a los producidos por el arrastre de un mueble.

.-Owen , ¿qué sucede?.- Gritó la mujer oriental mientras metía las cortinas en una bolsa para desecharlas.

 Nadie contestó. (…)


Domingo 13_12_15

Durante el vuelo, Steve advirtió la presencia de una bella mujer rubia sentada dos asientos más allá de él. Se habían mirado varias veces. Ella leía un libro en un soporte digital, distraídamente.

De vez en cuando, los ojos claros de aquella mujer sobrepasaban el hombro del ocupante del asiento del medio. 

Steve comenzó a sentir una extraña sensación que le llevó a desear conocerla. No sabía cómo iniciar una conversación para conocer su voz.

De pronto, el  caballero que estaba en el medio se levantó dirigiéndose al servicio del avión. Era la oportunidad que estaba esperando.

Steve se sentó en el asiento vacío que le daba la ocasión de acercarse a ella.

.-Perdone, me llamo Steve. ¿Podría indicarme, si es tan amable, a qué distancia está el aeropuerto de la ciudad?. Tengo que asistir a un congreso como ponente y apenas llegaré a tiempo.

.- ¡Oh!, lamento no poder decírselo. Es la primera vez que voy a la ciudad. No puedo ayudarle.- Steve notó que la conversación llegaba a su fin. La mujer había bajado los ojos de nuevo a la tablet. Pensó volver a su asiento. En ese momento, ella puso su mano en su brazo. Le miró dulcemente y le dijo:

.- Me llamo Valeria. Le acompañaré a su destino, si usted quiere.- Steve experimentó una dulce sensación en la que agradeció inmensamente la iniciativa de su nueva amiga.

.- ¡Valeria! …-repitió el nombre con admiración y ternura. –Qué bien suena. Es un nombre delicioso, como usted.

El compañero de asiento volvía a su lugar terminando así la breve pero fructífera conversación entre ambos.
El viaje transcurrió en silencio pero lleno de expectativas. 

Mientras tanto, Swa volvía a la estancia donde había dejado a Owen. Le encontró moviendo muebles descocadamente.

.-Owen cariño ¿Qué haces?.

.-Hay que cambiarlo todo. No soporto la colocación de esta clínica. 

.-Para por favor. ¡Para!...- fue hasta él y abrazó por detrás con fuerza. ¡Salgamos de aquí!.

Swa logró que el doctor detuviese su arrebato. Estaba sudando. El cabello despeinado le caía sobre la cara dándole un aspecto de locura infinita. La mujer china comenzaba a estar asustada de estos episodios donde se repetía la sospecha de la enfermedad de Owen.

Tomó su mano, cogió su bolso y salieron ambos de la consulta.

Caminaron durante mucho tiempo. Llovía. La tarde se había convertido en noche. La lluvia caía sobre sus rostros. Estaban empapados. Swa pensó que su amante estaba necesitando una cura profunda para salvar sus heridas sin cicatrizar.

No hablaron nada. De vez en cuando, la mano del doctor apretaba fuertemente la de su amada como si de una petición de ayuda se tratase. No podía más. Tampoco sabía cómo resolver aquel pasado en el que vivía permanentemente sin remedio.

Swa se detuvo frente un viejo café de aspecto Irlandés.
.-Vamos a entrar Owen. Necesitamos tomar algo caliente.- Owen no respondió pero la siguió deseoso de que algún tipo de calor llegase a su vida    (…).

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