DOMINGO
ANTERIOR…
.-
¿Le conoces?, dime…le conoces?.- Swa aterrada ante la mirada dislocada de Owen,
quien no dejaba de repetir la pregunta, lo negó al instante.
.-Owen,
¿qué te sucede?. ¿Qué ocurre?.
.-Perdona
mi querida perla oriental. No sé que me ha pasado. Lo siento, lo siento…-
repetía una y otra vez mientras besaba la negra melena de la mujer china.
Swa
se soltó lentamente de los brazos de Owen en donde se encontraba cada vez más
asfixiada. Le dejó sobre un sillón y se dispuso a quitar las cortinas llenas de
sangre en las que se había limpiado el Sr. Henry.
Desde
la sala de espera, en al que había quedado Owen, comenzaron a oírse unos
estrepitosos ruidos semejantes a los producidos por el arrastre de un mueble.
.-Owen
, ¿qué sucede?.- Gritó la mujer oriental mientras metía las cortinas en una
bolsa para desecharlas.
Nadie
contestó. (…)
Domingo
13_12_15
Durante
el vuelo, Steve advirtió la presencia de una bella mujer rubia sentada dos
asientos más allá de él. Se habían mirado varias veces. Ella leía un libro en
un soporte digital, distraídamente.
De
vez en cuando, los ojos claros de aquella mujer sobrepasaban el hombro del ocupante
del asiento del medio.
Steve
comenzó a sentir una extraña sensación que le llevó a desear conocerla. No
sabía cómo iniciar una conversación para conocer su voz.
De
pronto, el caballero que estaba en el
medio se levantó dirigiéndose al servicio del avión. Era la oportunidad que
estaba esperando.
Steve
se sentó en el asiento vacío que le daba la ocasión de acercarse a ella.
.-Perdone,
me llamo Steve. ¿Podría indicarme, si es tan amable, a qué distancia está el
aeropuerto de la ciudad?. Tengo que asistir a un congreso como ponente y apenas
llegaré a tiempo.
.-
¡Oh!, lamento no poder decírselo. Es la primera vez que voy a la ciudad. No
puedo ayudarle.- Steve notó que la conversación llegaba a su fin. La mujer
había bajado los ojos de nuevo a la tablet. Pensó volver a su asiento. En ese momento,
ella puso su mano en su brazo. Le miró dulcemente y le dijo:
.-
Me llamo Valeria. Le acompañaré a su destino, si usted quiere.- Steve
experimentó una dulce sensación en la que agradeció inmensamente la iniciativa
de su nueva amiga.
.-
¡Valeria! …-repitió el nombre con admiración y ternura. –Qué bien suena. Es un
nombre delicioso, como usted.
El
compañero de asiento volvía a su lugar terminando así la breve pero fructífera
conversación entre ambos.
El
viaje transcurrió en silencio pero lleno de expectativas.
Mientras
tanto, Swa volvía a la estancia donde había dejado a Owen. Le encontró moviendo
muebles descocadamente.
.-Owen
cariño ¿Qué haces?.
.-Hay
que cambiarlo todo. No soporto la colocación de esta clínica.
.-Para
por favor. ¡Para!...- fue hasta él y abrazó por detrás con fuerza. ¡Salgamos de
aquí!.
Swa
logró que el doctor detuviese su arrebato. Estaba sudando. El cabello
despeinado le caía sobre la cara dándole un aspecto de locura infinita. La
mujer china comenzaba a estar asustada de estos episodios donde se repetía la
sospecha de la enfermedad de Owen.
Tomó
su mano, cogió su bolso y salieron ambos de la consulta.
Caminaron
durante mucho tiempo. Llovía. La tarde se había convertido en noche. La lluvia
caía sobre sus rostros. Estaban empapados. Swa pensó que su amante estaba necesitando
una cura profunda para salvar sus heridas sin cicatrizar.
No
hablaron nada. De vez en cuando, la mano del doctor apretaba fuertemente la de
su amada como si de una petición de ayuda se tratase. No podía más. Tampoco
sabía cómo resolver aquel pasado en el que vivía permanentemente sin remedio.
Swa
se detuvo frente un viejo café de aspecto Irlandés.
.-Vamos
a entrar Owen. Necesitamos tomar algo caliente.- Owen no respondió pero la
siguió deseoso de que algún tipo de calor llegase a su vida (…).
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