Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 6 de diciembre de 2015

Viaje a Ítaca (Relato del Domingo)



Viaje a Ítaca ( Domingo anterior)

.-¡Por favor! Owen. ¿Cómo puedes hablarme de seguridad cuando estoy dentro de todo ello sin saber  qué es lo que me acecha?.- Owen se quedó en silencio. Parecía que un nuevo arrebato de los que tanto desconcertaban a la mujer china, iba a producirse.

 Inmediatamente, la habilidad que la caracterizaba para dirigir el carácter del doctor hacia el equilibrio que necesitaba, hizo que cambiase de rumbo la conversación.- Te acaba de llamar un hombre, Owen. Creo que era alguien que no quería una consulta, sino hablar contigo.

.-Sería mi amigo Steve. ¡ mi gran amigo Steve!. ¡Me ha ayudado tanto!.- Swa palideció al escuchar un nombre que solo distaba del nombre de la persona que la había hecho tanto daño en una “n”. 

Y aquella voz…
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Relato del domingo (06_12_2015 )

Steven había resuelto tomar un avión de forma inmediata. Tenía que ver a Owen y saber qué estaba pasando. 

Se dirigió al aeropuerto dispuesto a esperar, si fuese necesario, el primer vuelo.  Mientras consumía el tiempo, no podía dejar de pensar en aquellos años que había compartido con Owen y en el secreto que les unía. Tampoco puedo evitar la imagen de Swa y aquel hijo que había abandonado apenas nacer.

Su vida se había convertido en un perpetuo y doloroso recuerdo al que no encontraba sentido. Le había asustado la responsabilidad que el niño suponía y una relación demasiado seria para lo que hacía él entonces. Pero ni un solo momento había dejado de pensar en ella.

Seguía enamorado y perdidamente enloquecido con la idea de encontrarles. No sabía nada de ellos. Seguramente, aquella bella mujer oriental habría encontrado otro hombre capaz de darle la seguridad que él no había podido ofrecerla. Era muy fácil amar a Swa. Dulce y sensual. Capaz de atender hasta el más mínimo reclamo de su pareja y sobre todo, delicadamente femenina y atractiva.

¿Cómo había podido ser tan estúpido? ¿De qué forma tan absurda la había perdido?.

En aquel momento la llamada de las aerolíneas le indicaban que su vuelo estaba próximo a salir. Pasó a la sala de embarque y en ese mismo instante tomó una importante decisión. El pasado volvía a llamar a su puerta. Esta vez estaba dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias de todo lo que le atormentaba en su vida. 

Resolvería el tema de Owen. Llevaba la libreta consigo. Buscaría a Swa y a su hijo Liu. No regresaría hasta haber conseguido restablecer el daño que les había hecho. Ahora estaba en condiciones de ofrecerles lo que les había negado en aquellos momentos donde se encontraba enredado en todo lo reprochable.
Subió despacio las escalerillas de acceso al avión. Respiró profundo y sintió cómo una fuerte sensación de energía se apoderaba de él.

 Por primera vez, en mucho tiempo, estaba dispuesto a ser él mismo y a buscar su felicidad; esa que había tenido en sus manos y había dejado escapar hacía ya tanto tiempo.

Lo que no habría sospechado nunca es que ambos objetivos estuviesen tan cerca.

Owen, a miles de kilómetros, miraba a  Swa perplejo. Tenía la sensación de que, de alguna forma, Steve no era desconocido para su nueva compañera. No podía ser. ¿Por qué habría de conocerlo?. Un arrebato de celos le invadió inmediatamente  y descontroladamente comenzó a zarandear a Swa agarrándola del brazo.

.- ¿Le conoces?, dime…le conoces?.- Swa aterrada ante la mirada dislocada de Owen, quien no dejaba de repetir la pregunta, lo negó al instante.

.-Owen, ¿qué te sucede?. ¿Qué ocurre?.

.-Perdona mi querida perla oriental. No sé que me ha pasado. Lo siento, lo siento…- repetía una y otra vez mientras besaba la negra melena de la mujer china.

Swa se soltó lentamente de los brazos de Owen en donde se encontraba cada vez más asfixiada. Le dejó sobre un sillón y se dispuso a quitar las cortinas llenas de sangre en las que se había limpiado el Sr. Henry.

Desde la sala de espera, en al que había quedado Owen, comenzaron a oírse unos estrepitosos ruidos semejantes a los producidos por el arrastre de un mueble.

.-Owen , ¿qué sucede?.- Gritó la mujer oriental mientras metía las cortinas en una bolsa para desecharlas.

 Nadie contestó. (…)


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