Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 7 de febrero de 2015

¿LEALTAD O FIDELIDAD?



Siempre me ha intrigado lo que se esconde tras una infidelidad. El por qué se hace, el para qué y que es lo que existe debajo de ella.
No entiendo que la infidelidad responda solamente a al narcisismo imperdonable de algunas personas, a la rutina mortal llevada al estado sumo de estupidez o al deseo permanentemente insatisfecho de probarse a uno mismo en el camino de la seducción.

Serán muchas las razones, tantas como personas diferentes lo ejerzan pero lo que tengo absolutamente claro es que la infidelidad habría que matizarla. 

¿Acaso no es infidelidad el estado emocional de apasionamiento por otra persona aunque no exista contacto físico?¿ La experiencia sexual es lo exclusivo de la infidelidad?¿Cuándo somos infieles realmente se ama a la persona que está ligada a nosotros?. ¿Se puede ser infiel y leal?. ¿Las personas que no son infieles pero lo desearían, podría considerárselas como tales?. ¿La infidelidad es un juego peligroso pero necesario para demostrarnos cuánto nos importan las personas a las que decimos amar?...

Habría infinitas cuestiones a las que responder. Lo que es cierto es que el amor puede tener fecha de caducidad. Que no es lo mismo querer que amar y que, a veces, uno, confunde el amor con la costumbre y el cariño con la rutina.

Ser infiel siempre tiene un coste emocional aunque no sintamos nada por la persona con la que lo somos. Lo tiene para nosotros mismos. Lo tiene porque nos sitúa en el medio de dos aguas donde, tarde o temprano, tendremos que cuestionarnos si lo que hacemos responde a una necesidad, a un vicio o a una carencia. Si en ello se busca cariño, autoafirmación o prepotencia. Si nos sirve para mejorar algo o si solo empeoramos a la larga. O si por el contrario, es la única forma de resistir en un matrimonio que hace aguas por todos los sitios. 

Algún día escribiré un libro dedicado a ello.

jueves, 5 de febrero de 2015

LA OTRA CARA DE LA LUNA



¿Te has preguntado alguna vez cómo será la otra cara de la luna?. Imaginamos que debe ser igual que la que vemos. Que las sombras no deberían modificar su belleza y que a pesar de la oscuridad, tras ella, sigue estando la delicada y sutil textura de su perfil en el firmamento.

Los problemas llegan. Son inevitables. En ese momento nos sentimos desorientados y posiblemente, a veces, tememos a la oscuridad que encierran. Todo pasa. Nada es para siempre por tanto, el miedo que tenemos también será pasajero.

Hay circunstancias en las que parece irnos todo mal. Temporadas difíciles que no pasan. Momentos complicados que intentan asfixiarnos y noches eternas que no quieren darnos descanso.

Cada vez que uno de éstos me introduce en su remolino pienso que estoy en la otra cara de la luna, en la que no vemos, en la que parece oscura pero seguramente tenga su claridad.
Solo hay que verla desde otro ángulo. ¡Eso es lo que me digo!, tengo que moverme hacia otra parte, cambiar de perspectiva y posicionarme diferente.

Cuando uno mueve la mente de lugar e instala el pensamiento a cierta distancia de los problemas, hay lugar para soñar y reinventar de nuevo la vida, instante a instante.

Posiblemente, eso es realmente lo que tenemos que aprender. A hacer hueco a nuestros pequeños momentos de sueños. A hacer “stop” en nuestro cerebro y poder tañer  una campana que de entrada a una riada de fantasía en la que ser felices a golpe del chasquido de los dedos.

Algo semejante propone la Programación Neurolingüística. Los anclajes. Cualquier cosa, una imagen, una palabra, un sonido que nos traslade a momentos felices para que de algún modo, y por transmisión fugaz, esa felicidad encapsulada en la memoria invada el presente.

Hay que intentar cualquier camino para no perdernos la vida ni siquiera en los malos momentos. 
Eso he decidido.

miércoles, 4 de febrero de 2015

SABER DECIR NO



Una de las habilidades sociales más eficaces que podemos tener es la de “saber decir no”. La superación de esta pericia es cuando al decirlo parece que estamos acogiendo y entendiendo al contrario.

Nunca he gozado de esta habilidad. He reflexionado mucho el por qué de este fallo. Posiblemente porque me importa más cómo se sientan el otro que lo que sufra yo misma.

He leído al respecto. He conversado, colocado este tema como debate en mis clases y navegado por la red buscando respuestas.
Hay muchas razones para actuar así a quienes nos cuesta negarnos a un requerimiento. Desde lo que va a ocasionar  a la otra persona la negativa, hasta el supuesto “afecto” perdido en ello, si se produce, o el sentido del ridículo que repercute en la situación concreta.

Posiblemente hay en ello una especie de reflejo de lo que nos enseñaron. “Hay que ayudar”, “Debemos ser corteses”, “hay que elegir lo mejor para el resto”…mensajes y contenidos en los que uno queda en último lugar.

Soy una persona que analizo pormenorizadamente lo que me sucede. Tengo una memoria fotográfica y no se me escapa lo que oyen mis oídos, pero también hay algo negativo y es que todo esto me pasa a cámara lenta después de reaccionar con impulsividad. O sea una explosiva mezcla nada buena para mí.

Se me olvida que tengo que poner en práctica el consabido método de contar hasta mil antes de responder, antes de implicarme, antes de comprometerme.

Creo que necesitaría camiones y camiones de serenidad. Calma y sosiego para las respuestas. Reposo ante lo que oiga. Quietud ante las controversias y esa especie de actitud casi burlona en la que pueda tomar distancia de lo que me sucede.

 Será ésta la única forma de  saber reaccionar a tiempo, de decir NO cuando de verdad no me apetezca algo, de ponerme la primera de lo primero y de estimar mis necesidades por encima de quien, a veces, ni conozco. Lo peor es que también me pasa con quienes están cerca. En este caso parece más perdonable…pero a veces también más doloroso.



martes, 3 de febrero de 2015

TENDER PUENTES



Se cuenta que, cierta vez, dos hermanos que vivían en granjas vecinas, separadas apenas por un río, entraron en conflicto. Durante años ellos trabajaron en sus granjas y al final de cada día, podían atravesar el río y disfrutar uno de la compañía del otro. A pesar del cansancio, hacían la caminata con placer, pues se amaban. Pero ahora todo había cambiado.

Lo que comenzara con un pequeño mal entendido finalmente exploto en un cambio de ásperas palabras, seguidas por semanas de total silencio. Una mañana, el hermano más viejo sintió que golpeaban su puerta. Abrió vio un hombre con una caja de herramientas de carpintero en la mano.

- Estoy buscando trabajo -dijo este.- Quizás usted tenga un pequeño servicio que yo pueda hacer.
-¡Sí! - dijo el granjero - claro que tengo trabajo para usted. Ve aquella granja al otro lado del río. Es de mi vecino. No, en realidad es de mi hermano más joven. Nos peleamos y no puedo soportarlo. ¿Ve aquella pila de madera cerca del granero? Quiero que usted construya una cerca bien alta a lo largo del río para que yo no tenga que verlo más. 

- Creo que entiendo la situación - dijo el carpintero. Muéstreme donde están las palas que ciertamente haré un trabajo que lo dejara a usted satisfecho.
Como tenía que ir a la ciudad, el hermano más viejo ayudo al carpintero a encontrar el material y partió.

El hombre trabajo arduamente durante todo aquel día. Ya anochecía cuando termino su obra. El granjero regreso de su viaje y sus ojos no podían creer lo que veían.

 ¡No había ningún cerco! En vez de cerco había un puente que unía las dos márgenes del río. Era realmente un bello trabajo, pero el granjero estaba furioso y le dijo:
- Usted fue muy atrevido en construir ese puente después de todo lo que yo le conté.

Sin embargo, las sorpresas no habían terminado. Al mirar nuevamente para el puente, vio a su hermano que se acercaba del otro margen, corriendo con los brazos abiertos. Por un instante permaneció inmóvil de su lado del río. Pero de repente, en un impulso, corrió en dirección del otro y ellos se abrazaron en medio del puente. 

El carpintero estaba partiendo con su caja de herramientas cuando el hermano que lo contrato le dijo emocionado:
- ¡Espere! quédese con nosotros por algunos días. 

El carpintero respondió:
- Me encantaría quedarme, pero, desgraciadamente tengo muchos otros puentes que construir.

lunes, 2 de febrero de 2015

LOS AMORES CYBERNÉTICOS



Un lector del blog me ha preguntado mi opinión sobre los amores cibernéticos.  Parece un tema sencillo, pero no lo es.
La vida es casualidad y sorpresa. En cualquier momento cambia su rumbo y, a veces, decide hacerlo de forma inesperada y radicalmente abrasadora.

Antes de conocer a los que hoy son lo más íntimo nuestro, eran desconocidos para nosotros. En algún momento, los que ahora nos rodean, eran invisibles.

Hay muchos lugares donde poder enamorarse, en realidad cualquiera es buen sitio para ello porque lo que importa no es el contexto, la situación ni el marco. Lo que importa es la mirada, la sensación de presencia  y el aire compartido.

La red cibernética sería un lugar como cualquier otro si pudiésemos tener a la persona  a cinco centímetros de nuestra cara. Observando sus pupilas y recreando sus labios.

Enamorarse por internet es constituirse en protagonista de una historia parecida a la de D. Quijote. Posiblemente,  haya muchas dulcineas esperando. Tal vez muchos D. Quijotes sueñen con que Aldonzas Lorenzo son hadas del bosque que todo pueden encantar. Pero sobra fantasía y falta realidad.

Muchos pueden pensar que únicamente el amor, así en abstracto, es lo más puro que puede existir. En realidad, es una creación nuestra y como tal la colocamos en el lugar que deseamos arreglándola con las alhajas que más nos gusten. Nadie cambiará nada porque no hay posibilidad de contraste. Ese es el problema de la red que nos envuelve peligrosamente en la creencia de que nos están satisfaciendo con lo que más necesitamos.

Conocer a alguien personalmente tampoco garantiza que sea el amor de tu vida. Ni siquiera un contrato de matrimonio nos asegura que esa persona es la que debe llenar nuestro corazón hasta el final de los días. Pero tengo una amiga que siempre hace referencia a la importancia de la piel y esa es muy difícil tocarla por internet.