¿Es difícil amar siempre?.
¿Difícil?…, no es fácil, pero sí posible.
Hemos creído que enamorarse es amar a otro, pero no es eso o al
menos no comienza así.
Enamorarse significa comenzar a querernos a nosotros mismos en compañía;
empezar a gustarnos cuando estamos con otro. Mirarnos en su espejo y
deleitarnos con nuestra imagen.
Enamorarse va de empezar a creer que todo es posible. Lo que
antes dudabas, lo que nunca pensaste, lo que ni creíste y aquello en lo que ni
siquiera te atreviste a soñar.
Enamorarse termina por donde empieza la merma del orgullo, la
sobra de la soberbia y la expulsión del egoísmo.
Enamorarse camina por los senderos del “me gusto cuando estoy
contigo”, me siento bien, me veo diferente, me encuentro fuerte, me ilusiona la
vida contigo, me apasiona tenerte cerca o me vuelve loca tu recuerdo.
Enamorarse va también de días grises y decepciones. Otra vez se
trata de nosotros mismos. De tener nubes en nuestro horizonte, porque somos
quienes hacemos salir el sol o lo tapamos con chubascos. Porque decepcionarse
no es nada más que haber pensado por nuestra cuenta, sin permiso del otro, como
es él.
Demasiadas expectativas sin fundamento. Demasiadas ideas
irreales que queremos acomodar al sujeto de nuestro amor.
Demasiada pasión
puesta en lo que nos “gustaría” en vez de en lo que tenemos. Demasiados
futuribles en vez de presentes continuos. Demasiadas palabras grandes y
sentimientos delgados. Demasiados mañanas y pocos hoy.
Por eso, porque enamorarse nos implica tanto es por lo que al
igual que cuidamos con mimo nuestro pelo, nuestro cuerpo, nuestra casa, nuestro
coche…deberíamos extremar el cuidado del amor.
Un amor que empieza y revierte en nosotros mismos. Un amor que
se alimenta de nuestra propia ilusión por lo que somos y sentimos cuando
estamos con el otro o pensamos en él.
En definitiva, adentrarte en el amor es lo más parecido a emborracharse
de uno mismo. Embriagarse del aroma de nuestro cuerpo en la piel del otro y
saber que cuanto más nos guste el de al lado más nos gustaremos nosotros porque
amamos lo que de él tenemos y a lo que en él aspiramos.
El amor no es más que más de uno mismo.