Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


sábado, 25 de julio de 2015

LA IDA Y EL REGRESO




A veces uno se va para que le esperen. Se marcha para sentir la emoción de regresar. Cierra la puerta para volver a abrirla con más ímpetu y  poder ver a los que han quedado esperando con los brazos abiertos para recibirnos felices.

Deseo que eso me pase a mí.

Qué me esperéis esta semana en la que no tendré ordenador y en la cual, a pesar de no aparecer por este rincón, vea pasar a los lectores que se acerquen para seguir saludando a las palabras de cada día.

Dejo una vela encendida y algunas frutas y dulces por si alguien quiere refrescar el alma.

Deseo veros pronto de nuevo.

Os echaré de menos. Mucho.

¡Feliz Semana!


NADIE PUEDE SALVAR A NADIE



En la vida, muchas veces, vamos de salvadores. Como si no tuviésemos bastante con salvar las partes de nosotros mismos que no encajan con la paz y el equilibrio que deberíamos sentir.

Nos creemos con la capacidad de entrar en el dolor de los demás e intentamos despojarles de él.

También lo quería Don Quijote y el caballero de la armadura oxidada y todos y cada uno de los héroes invisibles que día a día intentan hacer la vida más fácil y mejor a los demás. 

Hay mucho altruismo en ello y también mucha esperanza de que salvando a otros nos salvemos a nosotros mismos. Es una especie de postura catártica que responde a una proyección de nuestro ego sobre el otro para hacer una simbiosis con él.

Pero lo cierto es que nadie podemos salvar a nadie. Incluso, en ocasiones, los que deberían ser salvados no creen querer serlo. En cualquier caso, el intento es imposible porque la batalla con uno mismo solo puede ser librada desde dentro.

Me ha gustado esta reflexión que comparto.

…”Tú no puedes salvar a nadie, y no puedes ser salvado si buscas quién te salve. No hay ningún yo que salvar, ningún yo que perder, ningún yo que defender, ningún yo que hacer perfecto o perfectamente feliz. Deja ir cualquier ideal imposible.
Tú eres hermoso en tu imperfección, escandalosamente perfecto en medio de tus dudas; amoroso, incluso en medio de tus sentimientos poco amorosos.
Todas esas partes han sido dadas, todas son partes de la totalidad, y tú nunca fuiste menos que la totalidad. Estás respirando. Sabes que estás vivo.
 Tienes el derecho a existir, a sentir lo que sientes, a pensar lo que piensas.
Tienes derecho a tu alegría y derecho a tus tristezas. Tienes derecho a dudar también.
Tienes derecho a recorrer tu camino.
Tienes derecho a estar en lo correcto, y derecho a equivocarte; tienes derecho a esta gigante felicidad que conociste cuando eras pequeño.
Estás respirando, y eres inseparable de la fuerza de la vida que anima todas las cosas, que se conoce a sí misma como todos los seres, que se descubre a sí misma en cada momento de esta increíblemente maravillosa existencia. 
Tu autoestima no está ligada a lo que los demás piensen de ti. “
 Jeff Foster

¡Feliz Sábado!

jueves, 23 de julio de 2015

LAS ALAS DE LA AUTODEPENDENCIA



Acabo de leer este fragmento de un libro que trata de la Autodependencia, que no de la autosuficiencia porque el autor, J. Bucay, defiende que lo segundo es imposible ya que todo el mundo necesita a alguien.


Se trata de descubrir que no somos autosuficientes, en efecto, que en realidad tenemos necesidades pero que podemos llevarlas con nosotros hasta que encontremos lo que queremos y si no es así, poder seguir buscando donde sea.

Significa que no somos omnipotentes que sabemos que somos vulnerables pero que podemos estar a cargo de nosotros mismos.

Cuando se trata de parejas, de matrimonios o de personas que mantienen una relación, la autodependencia cobra un sentido especial.

La reflexión que me llamó la atención fue la siguiente:
…” Siempre digo que los matrimonios se dividen en dos grandes grupo: aquellos en los que ambos integrantes quieren haber sido elegidos una vez y para siempre, y aquellos a los que nos gusta ser elegidos todos los días, estar en una relación de pareja donde el otro siga sintiendo que te vuelve a elegir….”

Elegir y cuidar. No estar “seguro” de nada, porque nada hay seguro más que la marcha, algún día, de esta existencia corporal. No presuponer ni poco ni mucho, no olvidar nunca, ni recordar en exceso. No colocar nuestros miedos en la orilla del otro, ni dejar que nuestra ansiedad campe en su plato.

Ser autodependientes nos lleva a saber lo que necesitamos, lo que queremos y lo que nos hace felices. Y buscarlo. Aquí, allá, más lejos aún si es necesario pero no volver con las manos vacías y el sentimiento seco.

Ser dueños de nuestras cadenas y poder quitarlas cuando decidamos correr.


…”Mientras sea yo el que tengo la llave, esté la puerta cerrada o abierta, nunca estoy encerrado”.

Me encanta esta frase. La batuta en tu mano, la llave en tu cabeza y en tu corazón las alas livianas de un pájaro libre.

Vuela. Más alto. Mucho más aún.

martes, 21 de julio de 2015

CUANDO MIRAMOS ATRÁS



“Cualquier tiempo pasado fue mejor”, dice un refrán castellano. Pero no es verdad. Tampoco lo es “Vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer”…

Miedo y más miedo.

Miedo al futuro, a lo nuevo, a quien pueda llegar, a cambiar de hábitos, a probar otros sabores, otros olores y nuevos tactos. A escuchar melodías diferentes o a llenar las pupilas con otros mundos.

Mirar atrás está bien. Lo está porque sería bueno aprender de las experiencias. No repetir historias y si se repiten que no sean de la misma forma.

Mirar atrás puede, sin embargo, impedirnos ver lo que tenemos delante. Equivale a caminar en el presente por vías que ya no existen e impedir que la vida nos sorprenda.

Es cierto que en el pasado está nuestra biografía, nuestras raíces y nuestro origen. Es cierto que en él encontramos nuestra niñez, nuestros juguetes, aquellos recuerdos que nos llenan de ternura y los que nos producen escalofríos. 

Nuestro pasado explica muchas de nuestras actitudes del presente y en él se guardan secretos, luces y sombras, espectros, fantasmas y hasta algunos ángeles.

Reposan muñecas y balones. Dioses y demonios. Pecados y virtudes. Amores y odios. Juegos y bailes. Travesuras y bondades. Todo recogido en el desván de la memoria.

Sin embargo, la mente siempre está a nuestro favor. Ella tiene espacio para lo que vendrá. Está deseando llenarse de brillos y colores nunca vistos. De experiencias nuevas. De abrazos que borren el recuerdo vacío de los que nunca llegaron. De besos ardientes que sanen el corazón maltrecho. De lunas y soles que pongan el acento en lo mejor nuestro.

Porque lo único que nos llevamos puesto en lo etéreo de nuestra efímera existencia es el amor que hayamos sentido y el que hayamos regalado. 

Por eso y porque el tiempo es corto. Ama. 

En el pasado lo que amaste. En el presente lo que ames. En el futuro lo que amarás.

Llévatelo todo porque todo es tuyo. Lo más tuyo.

lunes, 20 de julio de 2015

DEJAR CAER TU AROMA



Todos tenemos un olor especial. Un aroma único que nos distingue entre muchos. Un definitivo estado de la piel que nos conforma y diferencia. Pero no todos pueden percibirlo. No todos pueden distinguirnos entre el resto, ni ubicarnos en una determinada fragancia en la que, más tarde, poder encontrarnos.

          Dejamos caer nuestro aroma a cada paso como semilla de estrellas sobre un colchón de nubes.

Dejamos rastro. Una estela de multitud de olores que se mezclan con los de otros. Una cola de esencias interminables para que el resto las descifre. Pero hay vínculos invisibles que permiten que unas personas lo hagan y otras nunca puedan.

Lo mejor de cada uno va en ello. Lo más singular y sincero. El olor no engaña. Visceral e instintivo se perpetúa desde los ancestros hasta la singularidad que somos hoy. Y recuerda a la saga a la que pertenecemos  instalándonos en un árbol genealógico del cual somos el último eslabón.

Reconocer el peculiar aroma de otro es estar vinculado a él más allá del aquí y el ahora. Significa estar dentro de su naturaleza y participar de ella. Implica un reconocimiento de lo que es propio desde siempre y la cierta obligación de cuidarlo como tal.

Vamos dejando aromas. Muchos y diferentes. Van cayendo sobre la permeabilidad de los demás. Calando, suave y profundamente. Para algunos imperceptiblemente, para otros resbaladizamente, para la persona especial que nos corresponde por destino, indefectiblemente.

Quien reconozca tu aroma, ese/a es lo tuyo.