Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 13 de noviembre de 2015

AVISO IMPORTANTE



Sin motivo aparente, igual que apareció desapareció. Me refiero a la publicidad que se había instalado en nuestro blog y que tanto impedía participar dejando comentarios en él.

Me alegra mucho esta apertura de nuevo de los caminos de participación y expresión. Os animo a comentar lo que deseéis porque en realidad tan ricos como los contenidos de lo que expreso son vuestros comentarios, si no más.

Gracias a todos aquellos habéis dejado vuestro pensamiento alguna vez en él y a quienes de cualquier forma lo leéis.
Es nuestro rincón de pensar; pero lo mejor es que en un lugar para sentir.

¡Feliz día!

jueves, 12 de noviembre de 2015

¿TE OBSERVAS, ESCUCHAS Y ACTÚAS?



Mucho se aprende observando, procesando y callando. De este modo, sin adelantarse, sin sobresaltos, sin precipitaciones y sin impulsividad no te haces descafeinado, sino que actúas inteligentemente.

Si se aprende mucho observando a los demás y al entorno, ni que decir tiene lo que conoceremos si los observados somos nosotros mismos.

Sería estupendo que al cerrar los ojos por la noche pudiésemos ver el día que ha pasado con todo nuestro movimiento en él. De acá para allá, subiendo y bajando. Con prisas, hablando de más, escuchando poco y diciendo mucho.

Damos mucha información gratuita incluso a los desconocidos. Recibimos una llamada de teléfono y vamos por delante. Y qué podemos decir si la escena se define en un encuentro. Antes de que la otra persona nos cuente sus dolencias estamos nosotros abrumándola con las nuestras.

Sería bueno escuchar más. A los demás y a uno mismo. Observar mejor y frenar los impulsos que siempre toman caminos equivocados.

Se habla de actuar con el corazón pero yo diría que no le vendría mal el tamiz de la simple lógica.

A nadie nos enseñan a vivir, ni a ser padre, ni hijos, ni amantes compañeros. Esas cosas no se enseñan…y deberían ser las que ocuparan un lugar prioritario.

Es cierto que nadie puede sentir por nosotros, ni siquiera imitar las emociones. Es verdad que efectivamente, la experiencia de otro de poco nos vale pero igual que se obliga a repetir las lecciones podrían hacerse pequeños ensayos de vida en las aulas.

Simular problemas y posibles modos de resolverlos, representar dilemas en los que haya emplear los valores para tomar posturas. Enseñar a decir no. Ejercitar la toma de decisiones y mil y una habilidades emocionales más que deberían implicar a  los niños desde la infancia más tierna. Porque al fin y al cabo, la vida se resume en eso, en emociones. Todo lo que nos pasa nos provoca una reacción emocional y para eso nadie nos prepara.

Observarnos más y mejor puede ser un camino que nos ayude a mirar y a ver. Como siempre, más tarde habrá que pulsar el botón de actuar pero que al hacerlo podamos elegir comportamientos que nos instalen en el equilibrio y no en el descontrol.

Esa es al menos, una de mis aspiraciones más preciadas.

martes, 10 de noviembre de 2015

EN LOS BRAZOS DE LA DEBILIDAD



En los brazos de la debilidad está la fuerza, ansiosa de poder salir. En las garras del dolor, el placer que espera su momento. Y en un camino lleno de obstáculos, la oportunidad que se presenta con ellos. Esto es lo que nos brindan estos maestros en nuestras vidas y debemos de estarles eternamente agradecidos.

          Somos ante todo criaturas del universo: completas, bellas y perfectas en cada detalle, siguiendo los deseos del infinito. Así pues, nos merecemos por derecho natural ser amados y respetados y es nuestro deber no aceptar nada más.

           Así como el océano puede verse en una gota de agua, también nosotros somos la esencia de la vida. Igual que la marea sube y baja, también nosotros nos movemos con el flujo de la vida, aceptando que la única constante es el cambio y que todo es como tiene que ser, aunque muchas veces no sepamos porqué.

          Cuando vamos por el camino de la verdad somos conscientes de que lo que ocurre en nuestro interior es mucho más importante que lo que hemos dejado atrás o lo que ven nuestros ojos. Pues lo que sentimos en nuestro interior es nuestro mayor tesoro, la grandeza del universo en sí mismo.

(Marcia Grad)

lunes, 9 de noviembre de 2015

LO QUE HOY TE AGRADEZCO...



En lo profundo de mi silencio,
 hoy te agradezco a ti…
Las dulces palabras de frente,
Las ásperas miradas de lado,
La furia y la calma,
El desdén y la llamada.

La ida y la venida
El dolor y la algarada.
Hoy te agradezco tu llegada,
A pesar de esta cercanía lejana.
Te agradezco tus desvelos y
Ser sueño en tu cama.

Te agradezco la paciencia
De salvar tu orgullo
En cada agrandada
Y el saber que quieres
La libertad encadenada
Y un sin ti no puedo
Sin ti no tengo ganas.

Agradezco tu paso lento
Desde mi nacimiento
Al final de mi morada.
Porque me viste niña
y me encontraste casada
con la luna entre las manos
y el jazmín en mi ventana.

Oliendo a nardos y violetas
Y a ese olor tan mío
Que tú distingues entre las hadas.
Hoy te agradezco todo
Aunque no tenga nada. 

Tengo lo tierno
De tu risa franca
Y esos recuerdos que se clavan
 En el fondo de tu mirada.
Hoy te agradezco la vida
Que gané contigo
Cuando perdí lo que no era mío
Y aquí, sin saber por qué, estaba.

A ti. A tus desvelos.
Y a esta gratitud que hoy
Mi amor te regala.


domingo, 8 de noviembre de 2015

VIAJE A ÍTACA ( Relato del Domingo)



Domingo anterior

Alargó su mano y cogió con fuerza la muñeca de aquel hombre que volvía al pasado con plena consciencia.
.-¡¿Te acuerdas…?!...¿¿Esto si lo recuerdas?...Los gritos del doctor asustaron a la temerosa acompañante que se levantó ansiosa por alcanzar la puerta.
Owen gritó de nuevo.
.-¡Quieta!. De aquí no sale nadie!. (…)

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Domingo 08/11/2015

A cientos de kilómetros, Steve se despertaba de una profunda siesta después de una larga comida de negocios. Miró el reloj y sorprendido por el tiempo que había pasado durmiendo se tiró de la cama repentinamente.
Estaba  empapado en sudor y una desagradable sensación le invadía el alma. Su boca amargaba intensamente y apenas podía mover el cuello. Sin duda había tenido una pesadilla. Se dispuso a darse una ducha para despejar aquella sensación de malestar que le salía por todos los poros de su piel en busca de alivio.

Mientras abría los mandos del grifo llegó a su mente la imagen de Owen. Sin duda había soñado con él. No podía recordar nada.

Visualizaba a su compañero de facultad con nitidez. Habían pasado muchas horas, juntos. Habían debatido hasta la saciedad las bondades y maldades de la mente humana. 

Habían reído, bebido y amado al mismo tiempo y hasta la misma mujer. 

Su amistad siempre había estado por encima de las vicisitudes del momento. Solamente un destino imprevisto ligado al trabajo y aquel secreto compartido, los mantenía lejos.

Hacía mucho tiempo que no sabía nada de él. Aquel sueño  le había traído a su memoria y de nuevo aquella angustia antigua que en esos momentos sentía otra vez.

Se dio una ducha rápida y salió dispuesto a llamarle.

Creía en los presentimientos y aquel era el más fuerte que había tenido nunca.

Se dirigió a la caja fuerte que se escondía tras un mueble bar al fondo de su despacho.

Steve era un prestigioso abogado matrimonialista. Se había afincado en París desde hacía doce años. Los mismos que no sabía nada de Owen. Lo habían establecido así cuando se hizo cargo de aquella pequeña libreta de su amigo. Nadie debía relacionarlos a menos que la situación fuese lo suficientemente grave para justificar una llamada.

Se detuvo ante el teclado donde debía marcar el número secreto para abrirla. Dudaba si aquel sueño era suficiente para hacerlo. Algo le decía en su interior que necesitaba su ayuda. De pronto, alguien llamó a la puerta.

.- Señor, le llaman por la línea privada.-El abogado abrochó su albornoz azarosamente y salió del despacho dejando la portezuela de la caja fuerte semiabierta.

.- ¿Le han dicho alguna cosa?

.- Solamente que le dijese al señor que ha comenzado “la cuenta atrás”. –Steve palideció. Salió apresuradamente en busca del teléfono que reclamaba aquella misteriosa voz que no se había identificado. Aún le dio tiempo a preguntarle a la asistenta.

.- ¿Era voz de mujer?.- La asistenta movió la cabeza asintiendo. Steve comenzó a sudar nuevamente. Cogió el teléfono tembloroso para encontrarse, tras tantos años, con aquella alevosa mujer llena de odio.  

.- ¿Eres tú?.- Nadie contestó. El abogado comenzó a repetir esta frase cada vez en voz más alta. No hubo respuesta en ningún caso. No era necesario. El mensaje estaba dado. Ahora sabía que debía llamar a su amigo sin remedio. (…)