Hasta
ahora había pensado que cada uno tiene que aprender sus propias lecciones y que
éstas no servirían a los demás. Sin embargo, tengo un ejemplo muy cercano cuya
forma de ser e instalarse en el mundo me ha enseñado mucho.
He
aprendido que hay que saber esperar. Que lo que ha de llegar llegará sin
buscarlo y que ni todo vale ni de cualquier forma.
Muchas
veces nos aceleramos porque nos sentimos agobiados en una situación y la
queremos remediar, suavizar o aliviar buscando otra que nos haga olvidar las
penas. Error seguro. Uno tiene que darse tiempo a sí mismo. Tiene que pactar
consigo una tregua. Amainar los vientos y enderezar la nave mientras tanto.
Solemos
evitar aquello que nos asusta. Muchas veces no sólo lo evitamos, sino que lo
escondemos detrás de otras opciones que ni siquiera nos gustan. Todo por no
sentirnos perdidos, por no dejar que el dolor fluya.
Cuando
uno pasa una mala temporada hay que dejarla pasar con la tranquilidad de que
ésta anuncia algo mejor. Con la seguridad de que es lo que nos toca vivir en
aquel momento y de que, posiblemente, sea la puerta de un nuevo cielo que ahora
ni imaginamos.
Hay
que comerse las horas malas. Tragarlas a sorbos pequeños. Dejar que pasen.
Mirarlas y despedirnos de ellas.
Nada
es para siempre. Todo pasa. Hasta lo bueno.
Cuando
pienso que detrás de los miedos están las oportunidades no me explico por qué
nos paralizamos sin poder dar un paso. Ese es el primer paso que abre puertas y
cierra dolores.
Avanzar
hacia nuestra propia serenidad, hacia la elección de un egoísmo productivo en
el que sea lo que nos haga sentir bien, el único criterio para elegir.
Somos
mayores ya para seguir rondando la tontería. Para hacer caso a viejos temores que ya deberían haberse hecho amigos. Para no
disfrutar de lo que nos hace bien. Para no dejar que los sueños aparezcan y se
expresen con libertad.
Somos
mayores para morder el polvo. Somos mayores para someternos al más fuerte. Somos
mayores para no dejar salir, de una vez, al niño que hay en nosotros con todas
sus ganas de ser feliz.
Sí,
ya va siendo hora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario