Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 16 de febrero de 2016

LA FINA LINEA ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE



Pareciese que la muerte nunca es nuestra porque cuando nos posee ya no estamos.

La vemos siempre en otros. Sabemos que algún día seremos suyos pero lo vemos lejano y si, por alguna circunstancia, parece cerca seguimos agarrándonos a la vida.

Quiero creer que la muerte es solamente una forma de nacimiento, al otro lado, por la otra puerta, hacia la otra entrada.
Tengo alumnas escépticas en mis clases. Unas no creen en nada. Otras lo creen todo. Hablar de estos temas, allí, permite un sugerente caldo de cultivo para la polémica.

Les digo que entre creer y no creer, en algo para el más allá del último momento de vida, hay una separación del 50%.
No es cuestión de repetir los modelos de fe que nos han enseñado. Es cuestión de sentir si lo que crees está de acuerdo con lo que sientes.

En realidad, creer o no creer es una cuestión de querer salvarnos aquí. De necesitar un cable al que agarrarnos, de preferir la esperanza al vacío de la nada.

Y al fin y al cabo, la fina línea que separa la vida de la muerte es la misma que la que nos ata los pies al suelo.

A veces se muere en vida y otras se vive al morir. En ocasiones, se muere a cada instante adelantando desgracias y en otras, se vive para siempre gozando cada instante del regalo que es la vida.

No tenemos nada. Todo está prestado hasta el día en el cual nos despidamos. Nos llevamos lo que disfrutamos, lo que gozamos o lo que sufrimos. Nos llevamos las miradas, las melodías, los aromas, el deseo y la pasión. Nos llevamos las lágrimas y el desencanto. El dolor y la desesperación.

Nos llevamos el éter de lo vivido. Nada más.

¡Por eso para que el equipaje sea abundante, vive!

¡Yo, al menos, no me quiero perder ni un segundo y
cada uno que pasa es uno que resta!. 

Que al menos la resta sume.

No hay comentarios:

Publicar un comentario