Nos
pasamos la vida suspirando. Nos la pasamos entregando suspiros, poniéndoles en
oídos ajenos que les recogen sirviéndoles de disculpa para derramar los
propios.
Estamos
acostumbrados a quejarnos. Mucho a veces. Pero la queja no arregla nada y sin
embargo crea un espacio alrededor de ansiedad y angustia que transmitimos al
resto.
Cuando
nos quejamos parece que nos liberamos de algo pero esta sensación es solo
ficticia, lo primero porque en raras ocasiones la queja es mental, solemos
quejarnos oralmente con lo cual nos lo escuchamos de nuevo. Retroalimentamos el
malestar que sentimos y nos volvemos a empapar de él.
La
queja nunca sirve porque incluso cuando sale de nosotros toma forma propia y en
vez de conmover a los demás les aburre e indigna.
No
se trata de no poder expresar lo que nos sucede, efectivamente es conveniente
dejar que la válvula de escape se abra de vez en cuando pero que quien lo reciba no queda aplastado
bajo ella. Que pueda recoger nuestro pesar pero dulcemente, con suavidad, sin
agresión.
El
mayor daño nos lo hacemos a nosotros mismos. La queja inmoviliza, no deja
posibilidades, acota y destruye.
Si
nos damos oportunidades, si se las damos a la realidad que se ciñe opresora
ante nosotros, todo discurre con un menor ataque de aquello que consideramos que no nos
va bien.
La
vida es muy simple. Todo lo es en realidad. La complicación llega a través de
nuestro cerebro, de la mente, de la predisposición de nuestro carácter que nos
altera a base de ver que las expectativas que tenemos no se cumplen como
quisiéramos.
Hay
que saber perder. Hay saber ceder, pero eso significa saber desprenderse del
mal humor, de la prisa, de la rabia, de la ira, del rencor y de todo lo que a
nosotros nos hace daño porque la mayoría de las veces, absolutamente nada les
llega a quienes creemos que nos han ofendido.
De
vez en cuando no está mal un spa para el alma, un relax para la mente y un
descanso para el espíritu.
Ya
es hora de buscar un hueco, en cualquier lugar y en cualquier tiempo para
ejercitar este descanso que tanto sana.
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