Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


domingo, 8 de mayo de 2016

Viaje a Ítaca ( Relato del Domingo)



Domingo anterior

“…Aquel marco dantesco completaba lo que le  sucedía a Owen. Estaban en manos de una pandilla de obsesos cuyo objetivo sexual sobrepasaba el encargo que tenían hecho acerca de los documentos que estaba en poder de doctor.

.-Mi querido Owen, ¿tienes miedo?...La mujer repasaba el cuerpo de psiquiatra con aquellas enormes tijeras cuyo filo presionaba, cada vez con mayor fuerza, cada centímetro del mismo.

Había empezado a bajar la cremallera de su pantalón cuando un estruendoso ruido la dejó inmóvil. Unas luces comenzaron a invadir el espacio cercano. La mujer desató al doctor mientras le indicaba la conveniencia de hacerse pasar por una pareja dentro de un coche. Sus tijeras seguían incrustadas en la ropa de aquel hombre a la altura de su miembro.

Abrazada a él se dispuso a besarle mientras alguien se acercaba al coche.

.-Eh! Ustedes!... ¡Qué pasa aquí!...
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Relato del domingo 08_05_2016 


Una luz potente iluminaba el coche mientras enfocaba directamente a los ojos de Owen. Éste abriéndoles en exceso alertó al agente de la extrañeza del caso.

.-¡Bajen del coche!.- La mujer comenzó a contornear su pecho para indicar al policía que la escena que presenciaba era la de una pareja de amantes que no revestía ningún peligro.

.- ¡Oh agente por favor, estamos conversando!, ¿qué problema hay?.- El acento extranjero de la mujer dejó inquieto al policía que apreció en el doctor una palidez inusual junto con la advertencia de una piel sudorosa y enrojecida.

.-¡Salgan he dicho!.- Ella sujetaba las tijeras entre sus piernas ahora. Súbitamente se quitó la blusa para ganar tiempo. 

.-¿Qué hace?¿Está usted loca?. ¡Les digo que bajen del coche!.-De pronto la mujer tapó el hueco de la ventanilla con aquel trozo de tela opaco que la permitió conseguir unos instantes de ventaja. El agente no dudó en forcejear la puerta cerrada. 

Swa, mientras tanto, con el aliento perdido yacía en el suelo en un charco de sangre mientras el repugnante violador se abrochaba el pantalón satisfecho. Oyó un leve ruido en el exterior, lo cual le enfureció absolutamente.

Sin dar importancia a la mujer china salió en busca de aquello que lo había producido. A pocos metros de él pudo ver aún la sombra de su compañero escapando de lo que le esperaba. Rápidamente siguió su rastro. Un disparo seco terminó con la consciencia de Swa desmayándose sin remedio.

Aquel hombre acababa de matar a su compañero. No podía permitir que le delatase. La sola idea de haber gozado con su proeza le enloquecía. Había estado muchos años en prisión y sabía lo que les esperaba a los violadores. No podía arriesgarse. Hombre muerto no declara, pensó. Y sin dudar había acertado de pleno en el único tiro que había hecho.

La situación se había complicado estúpidamente. La mujer china no le interesaba ya en absoluto y aquel hombre muerto tampoco le concedía ningún beneficio.

Entró de nuevo a la nave y comprobó que Swa estaba inconsciente.

La miró y escupió en su pelo.

Se fue arropado entre la oscuridad de la noche. No pensaba volver al coche. Aquella aventura había terminado para él. Era mejor alejarse y olvidarlo todo.

Mientras tanto, un grito demoledor salió de aquel coche en el que estaba atrapado Owen. Alguien estaba sangrando. Las tijeras se habían hendido en uno de los cuerpos…

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