Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 2 de junio de 2016

EN REALIDAD LA VIDA SIEMPRE SIGUE



Hay ocasiones en las cuales nos suceden cosas desagradables, experiencias que nos duelen o situaciones en las que no querríamos estar.

En principio nos negamos a verlas, intentamos hacer como que no existen, nos conformamos incluso con el displacer del momento con tal de seguir en nuestra zona segura y conocida.

Tomar decisiones es todo un arte. Vamos dejando este momento con la esperanza vana de que las cosas cambien cuando en realidad, nada cambia si no es que empeora.

Pensado detenidamente, nada pasa nunca. La vida sigue siempre por dura que sea la noticia, por fuerte que sea la medida, por difícil que resulte el trago.

Para medir la dimensión relativa de lo que nos sucede solamente tenemos que pensar si los errores de hacer 20 años nos siguen afectando. En contadas situaciones la respuesta sería afirmativa.
No hay que dejar que los problemas, las decepciones, la tristeza o el miedo, ante algo que sucedió en el pasado, se quede a vivir en nuestra cabeza y menos aún en nuestro corazón.

¿Cómo podemos hablar aún de malestares de hace dos o tres años?. Deberíamos haberlos soltado ya hace mucho tiempo porque de otro modo se pudren en nuestro interior y solamente desprenden toxinas.

Hay que aprender a soltar y hacerlo de la forma más amorosa posible. Sin desear males, sin volver sobre las heridas, sin valorar las experiencias. Hay que soltar deseando solamente encontrar la paz que nos quitan esas penas. 

Así, sin descargar en la otra persona el veneno que nos hemos tragado durante tiempo, sin proyectar en ella deseos negativos, sin remover la incomodidad que nos tenido agonizando durante tanto y tanto tiempo.

Imagina que tus manos se unen a la de la persona de la que vas a soltarte, mírala a los ojos, pásale la idea de gratitud por lo bueno que haya en lo malo que has pasado con ella y con amor, déjala ir soltándote poco a poco. 

Mírala cada vez más lejana, cada vez más ajena a ti.

No busques nada más que la tranquilidad de tu espíritu.

Ese será el mejor tapiz para sembrar después.

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