Los días
grises no se ven con la retina, se sienten en el alma. No se huelen ni se
saborean, se sufren con nostalgia por lo que dejan de aportarnos.
Siempre se
cuelan en la alegría, se hacen hueco, se adelgazan para caber por las rendijas
y tienen la habilidad de invadirlo todo con la rapidez del viento.
Es como si
tuviesen la facultad de voltearnos, de zarandearnos de una orilla a otra, de instalarnos
en la desesperanza a pesar de acabar de brillar el sol.
Las nubes
aparecen, la tormenta, a punto de estallar, se expande con su bruma entre la
esperanza y cuando creemos que el día no oscurecerá, olvidamos que siempre
termina.
Hay charcos,
fangos y aguas estancadas que siempre huelen. La solución pasa por tener mala
memoria y ser selectiva en las batallas, incluso en ni siquiera presentarlas.
Lo que vemos
siempre existe. Lo que no queremos ver siempre se oculta. Pero este autoengaño
siempre se vuelve contra sí mismo y acabamos por ver, aunque nos resistamos, y
terminamos por aceptar para poder trascender más tarde.
Tal vez sea
la única forma de aligerar el gris. No resistirse a lo evidente, dejarnos
llevar por lo manifiesto y fluir con lo se hace clarividente sin palabras.
Parar,
asumir, reflexionar y volver a actuar. Stop, finish, closed …silencio, quietud,
soledad, unidad, conexión, centramiento, perdón, gratitud…
Respiro
profundo.
Om Shanti.
¿Qué crees que te hace unica respecto a los demás? ¿Estás a favor o en contra de la competencia? Abrazos desde Colombia.
ResponderEliminarTodos somos únicos! ... Yo también me siento única pero no especial con respecto a nadie.
ResponderEliminarSolo tiene sentido la competencia con uno mismo; ser mejor que fuiste ayer.
Un abrazo*