Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


martes, 15 de noviembre de 2016

CUÁNDO UNO NO SABE QUÉ HACER...



Hay momentos delicados, difíciles y de compleja solución. Hay personas cercanas a ti que a veces pasan por esos momentos y la revolución de su vida la proyectan sobre nosotros. Entonces, solo queremos ayudar y no sabemos cómo.

Las soluciones, muchas veces, la mayoría no pasan por hablar, sino por actuar.

Hemos sido educados en la cultura del diálogo…y yo me pregunto muchas veces si sirve de algo en estos casos.

Cuando algo de esto pasa, el que parece que escucha solo se defiende o pone una pared intraspasable que no permite que nada le entre.

Se llega a límites en los que la capacidad de movimiento es muy escasa y que nos queda una simple rendija para seguir ligados a esa persona. Lo peor es la impotencia de no saber qué camino es mejor.
Dice la filosofía oriental que lo mejor en estos casos es pararse. Respirar profundo. Invocar a nuestras fuerzas interiores y dejar que la respuesta llegue por sí misma. 

No hacer nada es otra opción. La vida siempre resuelve pero cuando lo hace y, no hemos intervenido nosotros, parece que de alguna forma se ha resuelto más drásticamente.

No es fácil dar pasos en la oscuridad. Solamente la luz interior puede guiarnos si logramos poner muchas dosis de paciencia y si sobre todo le añadimos el elemento de la fortaleza.

Para mí, siempre ha sido difícil ser fuerte con quien amo porque eso significa poner los necesarios límites que me arrastran a quedarme detrás del confort que siempre quiero darles.

Pero todo llega. Pronto se confunde el cariño con la tontería y el abuso te aplasta sin remedio en muy poco tiempo.

Nadie somos tontos. Algunas veces nos lo hacemos. Otras lo permitimos equivocadamente, pero no inconscientemente.

Y cuando estamos en el centro del huracán llega un viento más fuerte aún y del golpe te hace abrir los ojos aunque estés ya despierta y te arrastra de plano contra la pared.

 ¡Zás! bofetada definitiva para que “te enteres”… Y uno, a duras penas se quiere enterar… pero al final, se entera.

Solo queda pulsar el “botón de hacer”.

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