Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


jueves, 11 de febrero de 2016

¿REALMENTE QUIERES OTRA OPORTUNIDAD?



Es estupendo poder tener otra oportunidad. Sea en lo que sea.
Se trata de quedar suspendido en la esperanza. De no ver el final. De poder, aún, seguir cayendo. Es como poder intentarlo de nuevo, como sentir que algo o alguien sigue creyendo en nosotros.

Imaginemos que en aquello que nos haya ido mal, nos hubiesen dicho…”Hazlo otra vez, inténtalo de nuevo; ésta otra oportunidad, es tuya.”

¿Qué habrías hecho?¿La habrías aprovechado?¿Seguirías en tu incómoda seguridad? ¿Dejarías que lo “bueno que está por llegar,  te tocase”?.

A veces hay que estar receptivos a la suerte. Pensar que aún podemos tener esa oportunidad que nos faltó en su momento. Pensar que nosotros podemos ser también los elegidos. Que todo es posible y que realmente, si nos negamos a creerlo ponemos una barrera al destino para que lo que está por pasar, suceda.

La vida está bien dispuesta. No sabemos que nos va a suceder y es mejor así. Tanto para lo bueno como para lo que no lo es tanto. Si lo supiésemos nos adelantaríamos a las emociones. 

Atropellaríamos los sentimientos; condenaríamos y ejecutaríamos el futuro sin haber llegado.

Dejemos que la vida nos sorprenda. Que nos de otra oportunidad. Que nos ponga nuevos retos con fuerzas renovadas. Que nos deje volver a intentarlo y que permita que el aprendizaje al que ella nos somete, continuamente, sea efectivo.

Todos quisiéramos coger otro trozo de la tarta aún. No dar nada por perdido y ninguna posibilidad por terminada.

Es como no cerrar el libro todavía. Como dejarlo abierto para seguir leyendo. Como pasar una página sabiendo que siempre queda otra por leer.

Pensar que el final podemos escribirlo nosotros a pesar y después del que ya esté escrito.

Quiero pensar que me queda otra oportunidad en aquello en lo que no me ha ido bien. No sé si la habrá pero al menos me compensa creerlo. 

La esperanza se pasea a mi lado. No es poco.


miércoles, 10 de febrero de 2016

CRECER EN LAS ADVERSIDADES



El pasado día leía algo que me hizo pensar con detenimiento.
La pregunta ante cualquier suceso desagradable que nos sucede es. …¿Para qué me ocurre esto?. Nunca os preguntéis ¿por qué me sucede?.


 Cuestionarse el por qué no conduce a nada. El para qué sí. Nos da respuestas, nos ayuda a entender, nos lleva a la aceptación, que no a la resignación y lo mejor, nos mantiene en un estado de sana expectación en el cual podemos encajar cualquier avatar.

Os dejo con un fragmento de lo que leí.

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… “En la rutina diaria hay momentos en los que todo se encuentra en calma, una calma más silenciosa que lo normal, y esa calma es la que precede algún evento venidero, que pueden resultar en catástrofe absoluta si no se toman las medidas –y, ¿por qué no?, Actitudes- apropiadas antes y después del suceso negativo.

 
Muchas veces la más mínima acción puede desencadenarlas, así que en primer lugar se debe dejar de lado la apatía, esa actitud de “me da igual”, o peor, el ¡bah!, porque esto puede resultar en el peor enemigo.


             Me explicaré mejor: la batalla se pierde en el momento en el que nos deja de importar, y muchas veces decimos “da igual” sin saber que la más mínima acción puede cambiar el curso de las cosas, y con una actitud negativa todo se encamina inevitablemente hacia el desastre.

            Tener una actitud positiva y proactiva ante la vida es como construir una represa para cambiar la corriente: nadie dijo que sería fácil y seguro más de uno quiso abandonar cuando una crecida de las aguas arrastró lo construido dejándolo todo en cero, pero sólo los persistentes consiguen crear represas grandes, imponentes, que además son útiles para proporcionar energía eléctrica, entre otras cosas.

               Así que está claro que al tener una actitud positiva se pueden evitar las situaciones desagradables, pero no es infalible. A veces los sucesos negativos están de una u otra forma “destinados” a ocurrir, sea como consecuencia de la acción de otros o no, ocurren; y cuando eso pasa se debe tener pies de plomo y ser como un coral, que puede sobrellevar tranquilamente los golpes de las olas al alejarse algún tsunami sin moverse de su posición.”

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Me gusta está comparación…”Sé como un coral que puede sobrellevar…los golpes de las olas”.
Si te encuentras en una mala situación, detente y apenas te muevas. Solamente lo justo para adaptarte a lo que sucede pero sin desclavar los pies del suelo. Firmemente agarrada a él porque al fin y al cabo, todo pasa.


lunes, 8 de febrero de 2016

ADIESTRAR EL PENSAMIENTO



Nuestra mente lo es todo. Puede ser un remanso de paz o un aballo desbocado. Todo depende de uno mismo. De aquello a lo que queramos alimentar. Lo que decidamos ser.

Serenar la mente, acallar el vendaval que la enfurece, dominar las bridas que tiran fuerte para desbocarla y propiciar el equilibrio entre lo que pensamos y hacemos nos garantizará buena parte de la felicidad que añoramos.

Veamos este breve relato al respecto
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Ryoto, joven monje budista, se queja de no poder mantener la mente en reposo. Su mente salta sin parar, como un cabrito…
“O como un elefante salvaje”, dice el viejo maestro zen.

Ryoto, al ver brillar los ojos del maestro, adivina que va a contarle una historia, y se sienta a sus pies a la sombra de un banano.

Renki era un elefante salvaje que capturaron a la edad de tres años. Cuerpo de color gris claro sin mácula, defensas largas, finas y puntiagudas, orejas de perfecta forma triangular, un hermoso macho al que su amo, un comerciante de elefantes amaestrados, esperaba vender a buen precio al señor del reino. 

Sujetaron a Renki a una estaca, al cabo de una cuerda muy sólida. El joven elefante empezó a debatirse con energía, con furia; coceaba, pisoteaba salvajemente la tierra con sus pesadas patas, lanzaba bramidos que partían el alma. Pero la estaca estaba bien clavada, y la cuerda era gruesa. 

Renki no podía soltarse ni de una ni de otra. Entonces le entró una rabia desesperada, mordía el aire, con la trompa alzada, bramando lastimeramente hacia el cielo. Se agotaba de tantos esfuerzos y gritos. 

Y de repente, una mañana, Renki se serenó, ya no volvió a tirar de la cuerda, ni a maltratar el suelo a cuatro patas, no volvió a hacer temblar los alrededores con sus bramidos. Entonces el amo lo soltó. 

Pudo ir de un lugar a otro, llevando un barril de agua, saludando a todo el mundo, prestando servicio a la comunidad. Fue feliz y libre. 

Tu pensamiento es como un elefante salvaje, dice el viejo maestro a su discípulo. Coge miedo, salta en todos los sentidos y brama a los cuatro vientos. 

Tu “atención” es la cuerda, y el “objeto escogido para tu meditación” es la estaca clavada en el suelo. Serena tu pensamiento, domestícalo, y conocerás el secreto de la verdadera libertad.


domingo, 7 de febrero de 2016

VIAJE A ÍTACA ( Relato del domingo)



DOMINGO ANTERIOR

Owen, había llegado a la altura de la casa lo que le permitió oír los gritos del forcejeo.

.-¡Policía!...llama a la policía!.- le dijo angustiado al camarero. ¡Está ahí!. – Golpeó repetidamente el portón sin éxito. 

Las voces cesaron. Todo quedó en silencio; en un extraño y sofocante mutismo. (…)

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Relato del domingo 07_02-2016

(…) Swa permanecía estampada contra la pared con el cuerpo de aquel hombre pegado al suyo. 

Hábilmente, logro introducir el móvil de Owen entre la cinturilla del pantalón y su piel. Apenas al instante, la boca de aquella repugnante sombra del pasado se estrellaba contra la suya. 

Sin  moverse, se vio obligada a forcejar, sin éxito, no pudiendo evitar que entrase en ella la lengua áspera y espesa del astuto personaje.

La removía en su interior de forma obscena. Estaba a punto de desmayarse cuando un súbito vómito llegó hasta ella.

.- ¡Agg!, zorra!. Te costará caro.- Las sirenas de la policía comenzaban a sonar desde lejos.

.-Están ahí. No conseguirás nada.- El espectro comprendió que la situación se había vuelto en su contra. No se había percatado de que el móvil estaba en poder de la mujer china por lo que abrió la puerta y la empujó al exterior, tirándola en el suelo. 

Owen que esperaba ansioso la recogió entre lágrimas y quejidos angustiosos.

.-Mi querida Swa. ¿Estás bien?. ¡Maldito! ¡Pagarás por esto!.-Con suma inteligencia, la mujer china le dijo al oído.
.-Rápido Owen, vámonos de aquí. No puede enterarse la policía de todo esto. Todos tenemos mucho que perder.- El camarero ya había huido para entonces.- Owen perplejo y asustado paró al primer coche que pasaba en aquel momento.

.-¡Alto!, por favor. ¡Alto, es una emergencia!.
El coche paró más adelante. Dio marcha atrás y se detuvo a la altura de la pareja.

.-¿Puedo ayudarles?.

.-Pagaremos lo que sea. Necesitamos regresar a casa.- Les hablaba una mujer madura con gafas de sol. No parecía normal que las llevase por la noche. Su voz era poderosa y firme.

.-Suban a la parte de atrás y díganme hacia dónde tengo que dirigirme.- No hizo preguntas. Todo parecía una maravillosa casualidad que por fin el destino les concedía.
Owen le indicó la calle.

.-No quiero preguntar nada. Pero por el aspecto de la señora supongo que están metidos en un buen lío.-
Swa apenas podía articular palabra. Tomó fuerzas y respondió evasivamente a la mujer.

De repente paró el coche. Se volvió hacia la pareja y se quitó las gafas. Solamente tenía un ojo. Los dos se impresionaron irremediablemente.

.-¡Oh por dios, lo siento!.- dijo Owen.- La cicatriz era repúgnate. No tenía un ojo de cristal sustituto, ni siquiera lo tapaba con algún parche. 

Se mostraba con una arruga informe con diminutos bultos negruzcos sobre ella. Una cicatriz imposible de olvidar.

.-A mí también me han hecho daño. Demasiado daño.- dijo la mujer con voz amarga.- Tal vez pueda ayudarles. Soy una persona influyente ahora. -Swa y Owen se miraron desconfiados.

.- Agradecemos la amabilidad, pero no tenemos nada que contar.- La mujer no se dio por vencida.

.-No quiero entrometerme en su vida, pero es obvio que algo grave les está pasando. Déjenme al menos oír lo que les ocurre. Posiblemente sólo eso les sirva de ayuda.

.-Owen animado por la piedad que la extraña mujer parecía regalarles, comenzó a relatar la historia desde el principio. 

No habían pasado apenas unos segundos cuando Swa les interrumpió.

.-Por favor, llévenos a nuestra casa.- Revolvió en el bolsillo de su pantalón y sacó un puñado de billetes; suficientes para que la mujer quedase pagada por lo que parecía gesto tan altruista.

Se colocó las gafas de nuevo. Volteó su cabeza hacia delante y arrancó el coche.

El resto del camino nadie pronunció una sola palabra. A los pocos minutos se divisaba el portal de la clínica de Owen. La mujer fue reduciendo la marcha.

La pareja se apretó las manos en señal de victoria. Estaban en casa y con el móvil en su poder. Al fin habían tenido suerte. Una suerte que duraría muy poco tiempo.

El coche parecía detenerse. Sin embargo, la mujer cambió de idea y aceleró repentinamente. (…)