Abriendo la puerta...

"Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera"

Francoise de la Rochefoucauld


viernes, 1 de abril de 2016

¿SABES SI TIENES ALAS?



Cualquiera sonreiría ante esta pregunta. Todos sabemos que no hay alas en nuestra espalda…o eso creemos.

No damos pasos, no nos movemos, no cruzamos la línea, no arriesgamos. Y eso porque creemos que caeremos sin remedio. 

Pensamos que no tenemos medios que nos apoyen, ni pilares que nos sostengan. Tenemos miedo porque no vemos las alas invisibles que siempre hemos sujetado. Están ahí, esperando a ser movidas.

Estoy convencida de que no solamente están estos miembros a nuestra disposición, sino que hay otras almas que están cerca, que nos ayudan, que hacen de voces silenciosas, de intuiciones poderosas que se nos acercan o aparecen cuando lo necesitamos.

A mí me hace sentir bien pensarlo así.

Tal vez ahí esté el secreto. Sin ir más allá en la reflexión.

Os dejo este conocido relato que nos puede servir para comenzar a creer. 

En nosotros mismos, sin duda.

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En un país muy lejano, un rey recibió como ofrenda dos jóvenes halcones y los envió al cetrero para hacerlos adiestrar. Al cabo de varios meses, el rey se interesó por sus dos preciadas aves. El cetrero le informó de que una de ellas respondía perfectamente al adiestramiento, pero la otra no había vuelto a moverse de la rama en que la que se había posado el primer día.

El rey reclamó la presencia de todo tipo de curanderos para que viesen al halcón, pero nadie logró hacerlo volar. Decidió entonces confiar la misión a los más destacados miembros de la corte, pero tampoco obtuvieron ningún resultado.

Desesperado, el rey comunicó al pueblo que ofrecería una jugosa recompensa a quien consiguiese hacer volar al animal.

Al día siguiente por la mañana, vio al halcón volar ante las ventanas de palacio y pidió a sus cortesanos: “¡Traed ante mí al autor de este milagro!

Fue un humilde siervo quien se presentó entonces ante él.

El rey le preguntó: “¿Eres tú quien ha hecho volar al halcón? ¿Cómo lo has conseguido? ¿Acaso eres mago?

Intimidado, el siervo respondió a su rey: “No es magia, Majestad. Sólo he cortado la rama. El halcón se dio cuenta de que tenía alas y empezó a volar”.

miércoles, 30 de marzo de 2016

UN INCREÍBLE HALLAZGO...



Las meditaciones son muy interesantes. Hay muchas en la web aunque no todas causan el mismo efecto.

Uno puede meditar. Saber hacerlo o no saber por dónde empezar.

A veces, solamente tratar de poner la mente en blanco y centrarnos en la respiración nos acaba relajando. Otras, la loca de la casa salta de un pensamiento a otro y nos es imposible entrar en el estado de serenidad necesario para dormir o reequilibrar el cuerpo.

Hace ya varios años, la librería virtual “El Jardín del Libro”, al realizar un pedido me regaló una meditación que induce a la relajación inmediata. 

Me encantó el regalo; me gustó mucho la voz de la persona que  narra y os puedo asegurar que la he empleado en momentos muy malos, de preocupación, tensión o temor.

Durante mucho tiempo, investigué quién podría ser la persona que de forma tan sencilla nos hacía flotar con sus palabras. No había ninguna forma de averiguarlo pero como en la vida, si deseas algo termina buscándote a ti. Ayer lo encontré.

Ha sido un descubrimiento genial para mí, porque he podido comprobar que tiene muchas más conferencias, charlas y videos que visionar.

¡Era lo que quería! ¡Qué magnífico regalo de la casualidad! O tal vez no de ella…sino de mi interés siempre activo por saber cómo conseguir alguna forma de encontrarme con sus enseñanzas.

Se llama Enrique Simo. 

A pesar de que su voz no es absolutamente idéntica a la grabación que yo tengo ( han pasado diez años de ella), su cadencia, los ritmos fonéticos, las expresiones y hasta sus intervalos con silencios…son los mismos. Pero sobre todo porque reconocí un concepto que repite en sus charlas, y también en la que yo tengo: “El observador desapegado”.

Os invito a escucharle. Para mí esa relajación fue un tesoro al que he recurrido muchas veces. 

Ayer se me abrió la oportunidad de seguir escuchándole y relajándome con ello. 

Es un gran obsequio del destino.

¡Graciassss!


lunes, 28 de marzo de 2016

PROTEGERNOS A NOSOTROS MISMOS



De protección va nuestro cuento de hoy. De guardarnos a nosotros mismos; de los beneficios de querernos y de defendernos ante exterior y sus peligros.

          Hay personas que apenas han salido de su nido originario, cuya vida es cómoda y segura…y casi nunca aprenden a moverse, ni siquiera, entre sus conocidas coordenadas. 

Otras, viajeros incansables de experiencias ajenas, pregoneros de dichas y desdichas en un mundo lleno de batallas siempre están al acecho de lo que puede dañarles y se resguardan maravillosamente.

          De eso se trata. De saber preservarnos del dolor que llega de fuera, de tener recursos contra él, de poder seguir sin condenarnos, de mantenernos en la batalla.

Veamos este relato…
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En tiempo de los Reinos combatientes, el Hijo del Cielo no tenía ya de emperador más que el título. China estaba a merced de los señores de la guerra, que se disputaban incansablemente los despojos del Imperio. 

El rey de Wu había decidido conquistar el reino de Shou, cuyo ejército, según diversos informes, era muy inferior en número al suyo y estaba mucho peor equipado. Durante los preparativos, sus espías le señalaron que un rey vecino concentraba tropas en las fronteras, a la espera, sin duda, de que el ejército de Wu abandonara el reino para invadirlo. El soberano hizo oídos sordos y persistió en su proyecto de conquista. Sus ministros estaban muy inquietos. Uno de ellos tuvo la audacia de hablarle abiertamente de sus temores y fue depuesto en el acto.

En aquella época, Zhuangzi vagaba con su rosario de discípulos por el reino de Wu. El dignatario destituido le visitó para pedirle que interviniera ante el rey antes de que el país se convirtiera en pasto del dragón de la guerra. El sabio prometió intentar alguna cosa.

Unos días más tarde, Zhuangzi irrumpió en la sala del trono, sin afeitar, maniatado, prisionero de un patán que vestía uniforme de los guardias reales.
El rey de Wu, en el colmo de la indignación –ya que había reconocido al venerable sabio a quien había ido a consultar en varias ocasiones-, mandó de inmediato que desataran las manos del prisionero. 

Reprendió al guarda de caza por tanta inconsecuencia y lo cesó inmediatamente de sus funciones. Pero éste se prosternó varias veces y se defendió explicando que había sorprendido al llamado Zhuangzi practicando la caza furtiva en el parque real del Oeste. Exhibió el objeto del delito: un arco que había arrancado de manos del transgresor. Perplejo, el rey se volvió al viejo maestro y le preguntó qué significaba aquello.

Zhuangzi acarició su perilla blanquecina y contestó:

- Pues bien, Majestad, he tenido una extraña aventura. Había salido a cazar en la pradera que bordea el parque de Su Majestad, con la firme intención de no sobrepasar en absoluto los límites, ya que había visto bien los mojones donde estaba grabado vuestro sello. Caminaba, pues, entre las hierbas altas acechando el vuelo de una presa, cuando, de repente, el ala de una urraca rozó mi sombrero. 

Se posó en la linde de vuestro parque. Me dije: ¡qué extraño, me ha rozado sin verme y ahora está a mi merced, al alcance de la flecha de mi arco! Intrigado, me acerqué al ave para averiguar lo que le había hecho olvidar toda prudencia. Dio algunos saltos en el sotobosque, la seguí, y de repente se quedó inmóvil como si fuera a lanzarse sobre una presa. Seguí avanzando sin que la urraca advirtiera mi presencia ¡y entonces vi que esperaba que una mantis religiosa, escondida tras una hoja, se apoderara de una cigarra, para abalanzarse y devorar a los dos insectos a la vez! Deseosa de aprovechar esta doble acción, no había visto al cazador que tenía detrás. 

Y me hice la reflexión siguiente: así es la naturaleza animal, cegados por sus apetitos, los animales olvidan protegerse del peligro.
¡Fue entonces cuando vuestro guarda de caza me sorprendió y me detuvo como a un vulgar cazador furtivo! Y me hice la reflexión siguiente: así es la naturaleza humana, ¡cautivado por el mundo exterior, el ser humano olvida protegerse así mismo!

domingo, 27 de marzo de 2016

TIEMPOS REVUELTOS



El ritmo del blog, la espera de Owen los domingos y los propios contenidos de él os darán idea del tiempo revuelto que vivo.

De vez en cuando, todos tenemos un tiempo revuelto. Un momento de aguas turbias, de remolinos y mareas, de ocasos y sombras.

Todos tenemos, alguna vez, la sensación de estar en medio de un huracán, de ser volteados por vientos poco favorables y de estar colocados en el centro de un infierno.

A pesar de todo, siempre he pensado que de las crisis salen los eventos más creativos. Que la debilidad nos instala en una sensibilidad especial donde todo tiene sentido. Que la claridad se hace con la mente y aquello que parecía tan intrincado, que nos retorcía tanto o que nos impedía ver, también se disipa.

No es uno de mis mejores momentos. Tampoco el peor. Hay tantas cosas que en realidad pueden empeorar que comenzaré a fijarme en todo lo bueno que tengo, en mí y a mi alrededor.

Solamente os pido un poco de paciencia para que todo vuelva a ser normal; para que todo vuelva a ser mucho más que normal! …Y podamos compartir de nuevo tantos sentimientos.

¡Gracias por seguir conmigo, mis queridos lectores!